En ninguna época fue y ni es bueno

El tema de la obesidad se considera como algo nuevo, es decir, un asunto del siglo 21, pero contrario a lo que se piensa ha existido desde la edad antigua en donde eran considerados como personas ricas. En la edad media la glotonería era más bien común entre los nobles, visto como un signo tangible de bienestar.

Así en cada etapa de nuestra evolución como ser humano la obesidad de una u otra manera fue vista como algo normal hasta todavía hace pocas décadas o simplemente aún para nuestros abuelos o tatarabuelos la creencia de que un niño gordito, cachetón y rosado es sinónimo de salud plena ha contribuido a que la obesidad sea un problema de salud pública en el país, el mejor ejemplo de ellos son los niños con sobrepeso quienes desarrollan ahora enfermedades que se presentaban sólo en la etapa adulta.

En México como en el resto del mundo la obesidad se ha convertido en un problema de salud dentro de las agendas políticas. El tener unos kilitos de más no se limita sólo al aspecto físico, sino que va acompañada de enfermedades que tarde o temprano afectan a cualquiera que la presente.

Quizá el problema se ha enfocado más en los jóvenes y adultos, pero son los niños obesos quienes enfrentan ahora como el desarrollo de ciertas enfermedades avanzan a tal grado que el nivel es equiparable a las de un adulto.

Mientras a un niño no se le enseñe alimentarse de manera correcta se convertirá en un adulto obeso, que a su vez a sus hijos inculcará los mismos hábitos alimenticios, lo que genera una cadena que muchas veces no tiene fin.

Sin embargo, también es cierto que es en donde se puede cortar esa cadena, a diferencia de los adultos donde es más difícil cambiar un hábito los menores no se resisten tanto al cambio.

Por ello es importante no solo cuidar su alimentación en casa, sino también fuera de ella y uno de los lugares que mejor podrá coopera con ello son las escuelas.

En ellas no sólo se educan, aprenden a socializar y pasan gran parte del día, son también la primera oportunidad que tiene de acceder a una serie de productos alimenticios o no, sin tener la férrea vigilancia de sus padres.

Debido a ello es importante que en las escuelas se les inculque a los menores las bases de una buena alimentación, no sólo en teoría, sino también en práctica y dejar atrás los alimentos “chatarra” que en la mayoría se venden aunque por órdenes de la SEP, sus proporciones son más chicas pero no dejan de ser alto de en carbohidratos.

El cambio no se dará de la noche a mañana, ni de un día para otro, pero mientras más se retrase, la población afectada por la obesidad seguirá en aumento hasta que por fin se tomen acciones concretas.

En el país existe todavía una falsa creencia en donde los padres de familia se empeñan en asociar la gordura de los hijos con un estado de salud plena, con la cual es todavía muy difícil hacer la detecciones y concientizarlos que en realidad hay un problema y pueden generar otros a largo plazo.

Dentro de esa falta de cultura y educación de bueno hábitos alimenticios el error más común es darles dinero para que compren algo en la cafetería en el recreo. Diez o quince pesos diarios en las manos de un adulto no tiene gran valor, en cambio para un niño abre todo un abanico de posibilidades de lo que cada día pude comprar en la escuela.

Toda una gama de productos quedan a disposición de todo aquel que tenga un peso en el bolsillo, desde las sopas instantáneas con salsa valentina y limón, hasta las tradicionales papitas y chicharrones, dulces, chicles y demás están a su alcance.

En las escuelas primarias las cooperativas escolares o estanquillos son los lugares donde se venden los alimentos, son administrados por los padres de familia que participan en las asociaciones y son quienes deciden los productos que se manejan a la venta.

En la secundarias las cafeterías están dentro de los planteles educativos, en su mayoría se encuentran concesionados a particulares y entregan una comisión para beneficio del plantel educativo; pero son los particulares quienes a su libre decisión deciden el consumo de los productos que se venden a los jóvenes.

Mientras no se cambien los malos hábitos alimenticios desde muy temprana edad, seguiremos en México siendo un país donde los gordos son mayoría y los programas de prevención en la salud no tendrán el alcance que se pretende. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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