Todo por servir, se acaba

Hay un dicho muy coloquial que dice “todo por servir se acaba”, muy usado esta frase sobre todo cuando se trata hablar en doble sentido. Pero sin referirnos al doble sentido, es muy cierto, todo por servir se acaba y más aún cuando la gente abusa de ella.

Esto es muy común en aquellos programas que sacan las instituciones gubernamentales, ya sea locales, estatales o federales, en donde, el abuso de la gente por querer pasarse de listos y la avaricia por la que nos distinguen a los mexicanos que cuando no cuidamos las cosas o beneficios de gobierno, éstos son cancelados y después ahí andamos lamentándonos.

Un ejemplo de ello son aquellos monederos de gobierno que ya no se ven por ninguna parte del país, siendo éste un programa que de buena fe e intenciones se les otorgó a muchos ciudadanos, pero más tardó en llegar a cualquier localidad del país, porque el que entró antes que el programa fue uno de los siete pecados capitales, es decir, “amor desordenado de las riquezas”, como lo explicaría la teología cristiana, es decir, la avaricia.

En Coahuila en la administración pasada también tuvimos una probadita de éste programa tan noble y que benefició a mucha gente, pero tuvo que ser reestructurado por el abuso de los avariciosos que no bastándoles una sola tarjeta por familia, llegaron a tener varias en donde se encontraron que una persona llegó a tener beneficio entre ochocientos y mil doscientos pesos cuando la finalidad de las tarjetas o monedero electrónico  eran ayudar a los que menos tienen para que pudieran comprar artículos de la canasta básica, dichos programas similares a los de Estados Unidos o Cuba.

El monedero electrónico tuvo que ser cancelado en nuestra entidad y reestructurado nuevamente con un nuevo padrón en donde se tuviera un control más estricto para los avariciosos que tenían más de una sola tarjeta y ordeñaron el dinero de sus tarjetas, sin ninguna sensibilidad para las familias que, si lo necesitaban, pero al final terminaron por cancelarlas porque esos avariciosos encontraban siempre alguna otra manera para sacarle provecho.

Eso solo es un ejemplo de cómo un buen programa puede la misma gente acabárselo, ahora bien, los programas de gobierno no son los únicos que se pueden acabar, sino también instituciones gubernamentales, por ejemplo, ahí está el tan golpeado Seguro Social, en donde la misma gente se lo acaba maltratando las mismas instalaciones.

También existen proyectos como la creación del Hospital General como también las clínicas de urgencias creadas durante la administración de gobierno estatal anterior a la de ahorita, siendo buenos proyectos funcionales, como también bien intencionados; el único defecto es la misma gente.

La falta de conciencia y avaricia de muchas personas son la causa de que muchos programas se conviertan en un fracaso o simplemente provoquen el cierre de éstos mismos por el mal uso y abuso de la inconsciencia de muchos ciudadanos que nada más piensan en sí mismo.

Lo mismo está ocurriendo con el Hospital General y sus clínicas ambulatorias o de emergencias construidas desde la edificación y equipamiento nuevo que muchos hospitales privados ya hubieran deseado tener en donde sus buenas intenciones son acabadas por la misma gente y también por el Seguro Social.

La creación de estos centros de salud fue destinado principalmente para todos aquellos que no tuvieran un seguro médico privado e inscritos al Seguro Social, ya sea porque quedaron desempleados por la dura situación económica por la que está pasando  el país por la mala administración del gobierno federal y también para aquella gente que trabajaba como independiente o sea trabajadores informales o laboristas que se les  son negado dicha prestación como todos los taxistas o choferes del transporte público.

En el caso del Hospital General, así como sus clínicas ambulatorias, no solamente están siendo acabadas por la misma ciudadanía, sino también por el personal del Instituto del Seguro Social, en particular la número 89, que por  pereza del personal de la clínica del IMSS cercano al “Parque Maravilla”, pero no siendo la excepción porque lo mismo sucede con las otras, porque se encuentra a unas pocas cuadras cercano al Hospital General, ha incentivado la flojera tanto de las “secretarias” de consultas como del personal médico de los consultorios de lo familiar, porque cada vez es más común encontrarse en la plena “chorcha” a los trabajadores de esta clínica que es motivo de molestia cuando son interrumpidos para preguntar si pueden ser atendidos hasta para las campañas de vacunación que tiene dicha institución o para solicitarles la cartilla nacional de salud de las cuales están escasas por más de cuatro meses sin podérselas entregar a los derecho habientes y con una gran facilidad son enviados al Hospital General argumentando que son los mismos y que están obligados a entregar tanto la cartilla así  como las vacunas.

Para muchos derechohabientes del Seguro Social, no lo ven justo porque dentro de su pago de nómina se les está cobrando un impuesto para tener derecho a los servicios de salud, pues esta institución federal prefiere que se acaben los recursos y trabaje el personal del Hospital General a que se pongan hacer su chamba.

Por otro lado, la gente que asiste a estos centros de salud que no tienen derecho de recibir la atención por el Seguro Social, también se han ido acabando el Hospital de Salud, así como las clínicas existentes en todo el estado de Coahuila, con todos los embarazos que han asistido ya que con la mentalidad mexicana de que acabo es gratis y no cuesta, pues hay que aprovechar.

Es necesario que la cultura y conciencia se tenga que cobrar para que ésta nazca porque de lo contrario la gente nunca tendrá una iniciativa. Lamentablemente se necesita cobrar cuando menos una cantidad simbólica de estos servicios para que la gente valore y cuide más las instalaciones y para que el Gobierno de Coahuila no esté subsidiando la totalidad de los gastos directos e indirectos, como la luz, agua, personal administrativo, médicos, medicamentos y sobre todo gastos de salas de operación.

Por otro lado, el gobierno federal debería de concursar o hacer una revaloración cada determinado tiempo para que desde personal más arriba del organigrama al más bajo, sean evaluados por su desempeño y no estén haciendo concha por el simple hecho de haber entrado a una institución federal echar la hueva y no queriendo atender a sus derechohabientes que gracias al cobro de sus impuestos les pagan sus sueldos y las gorditas que comen en horarios laborales. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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