En la práctica se queda en papel
Por Guillermo Robles Ramírez
Las leyes de México, incluyendo la Constitución General de la República y la propia de cada Entidad, en papel son magníficas; podemos afirmar que son únicas, históricas y sorprendentes, comparativamente a otras naciones del mundo. Aunque en la práctica lo que tenemos en papel y sean admirables al momento de leerlas, es lo más lejos que podremos llegar; porque ni las ejercemos, ni aplicamos. Es decir, se convierten como otras muchas cosas en este país, en “elefantes blancos”.
Un ejemplo más claro que el agua, son los derechos de protección a los ancianos, es decir, los adultos mayores y muy mayores que son cada vez más vapuleados por la vida y no hay quien ni quienes procuren algo para ellos, empezando por los familiares más cercanos y no se diga por nuestras leyes y Constitución.
Vaya, hasta a nivel internacional se protege en papel a los viejos, particularmente por la Organización de Naciones Unidas, que establece que las personas de edad deberán recibir un trato digno, independientemente de su sexo, raza o procedencia étnica, discapacidad u otras condiciones, además de ser valoradas al margen de su contribución económica.
Hay situaciones tan comunes en las que los ancianos de estos años, ni siquiera son merecedores a que un joven y ni un adulto, le ceda el paso a un viejo a la entrada de cualquier oficina, banco, restaurante, escuela, etc., donde es común y normal que el más joven y casi adulto y no se diga de niños, en vez de demostrar una consideración en esos casos, se dejan ir como “burros sin mecate” al entrar a algún establecimiento.
Los chavos y adultos me refiero a estos últimos cuando son menores de 45 años, no saben dar el asiento a un anciano cuando se viaja en autobús, siendo en ocasiones hasta objeto de burlas por el “bailoteo” que lleva ese adulto mayor para no caer por los bruscos y repentinos arranques, velocidad y tumbos que va dando el camión de pasajeros.
Circunstancias tan sencillas como las largas filas que hacen los adultos mayores pensionados para retirar su dinero de los bancos cuyos gerentes no se dignan tan siquiera de ofrecer áreas de espera con la mínima protección de la lluvia o rayos del sol o igual las largas esperas que hacen cuando acuden a hacer sus compras a los supermercados donde tampoco se tibian por crear filas preferenciales para esos abuelos que por años entregaron en la mayoría de los casos toda su vida para conquistar muchos privilegios que en la actualidad disfrutamos los mexicanos; la ausencia de áreas recreativas públicas para ancianos y nos faltaría espacio para describir otras muchas faltas de consideración y respeto que se tiene para los abuelos que también fueron jóvenes pero siempre dando su lugar a los viejos de sus épocas.
La Comisión de Derechos Humanos en Coahuila, cuenta con una ley donde se establecen los derechos de los ancianos, pero está en papel y poco se conoce de su difusión a excepción de que el o la titular en turno llega a comentarlo, pero a como dicen los franceses a “petit”, del comité; es decir, en voz baja y sin hacer ruido.
¿Sabía usted que el anciano tiene el ineludible el derecho y obligación de recibir la protección de sus hijos?. Empero, las cosas no pasan de ahí porque lo único que reciben muchos de esos adultos mayores es el abandono de su propia sangre, eso cuando le va bien, porque sobran los casos de maltrato físico y hasta agravantes de violencia con golpes ¿y qué se hace al respecto?.
Cuántos casos que se hacen público por medio de los medios de comunicación la detención y encarcelamiento de un hombre o una mujer de la tercera edad cuando son acusados por una hija o hijo, según el caso, que pelea cuestiones inmobiliarias a quien le dio la vida como si esa hija que no tiene madre, haya participado económicamente en ese patrimonio que bien pudo haber dejado el jefe de la familia. Esas son las ingratitudes de no pocos hijos, se oye mal, pero es una verdad cien por ciento, sino observen la gran cantidad de viejos que pululan por las calles de las ciudades porque no son tolerados en su propio hogar por sus hijos o hijas.
Claro que también hay hijos buenos, nobles y comprometidos con sus papás o mamás, pero se cuentan con los dedos de una mano y es un hecho que sobran.
Han sido pocos tribunales federales, que después de encarcelado esas personas de la tercera y cuarta edad, los ponen en libertad, invocando inconstitucional el arresto dando como razonamiento vulnerabilidad de la dignidad humana, derecho impregnado en nuestra propia Constitución.
La Organización de las Naciones Unidas, pugna porque los adultos mayores, sean de la tercera o cuarta edad, deben recibir un trato digno sin que exista argumento o pretexto alguno por determinadas circunstancias, es decir, sexo, raza, origen étnico, discapacidad, condición económica o discapacidad.
Esto es tan solo un simple y sencillo ejemplo de que las leyes y reglamentos que supuestamente deben regir a todos los ciudadanos mexicanos, se hicieron y muy bien en papel, pero en la vida misma no se aplican ni hay los más ligeros visos de que en un futuro cercano o mediano se cumplan. Ya no más leyes y reglamentos de papel, mejor actuar.
¿Qué se puede esperarse de un hijo u otro pariente cercano de un anciano, cuando nuestras autoridades sean municipales, estatales o federales, siendo lo peor que hasta las judiciales como son jueces, ministeriales, etc., no conocen los derechos del adulto mayor? Hay algún centro educativo sea de kínder, primaria, secundaria, ¿etc., donde se impartan pláticas y orientación para proteger a los adultos mayores?
Si los hay, que me digan para corroborarlo porque fuera de esos lugares donde se asegura que, si se enseña el respeto a los viejos, estos, los abuelos y abuelas siguen siendo maltratados, vejados, insultados y rechazados porque son un estorbo. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org
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