Desafío: Nuestras Carcajadas

  • Nuestras Carcajadas
  • La Oscuridad del PAN
    Por Rafael Loret de Mola

Es de carcajada. Los señores Fox, sobre todo él durante su campaña, asumieron que encabezarían un cambio estructural y no hicieron otra cosa que proclamar el continuismo arguyendo ignorancia sobre los avances logrados por el zedillismo, la era de la mayor simulación de cuantas recordemos, y elevado al señor Ernesto a la posición de adalid de la democracia por haber prohijado, con sus acciones empobrecedoras, el clamor contra el estado de cosas y luego procediendo con los consejos de la Casa Blanca para llevar adelante una transición sin sobresaltos; y esto, como sabemos, fue su mayor aportación.

Y, desde entonces, el continuismo, antítesis del cambio, se convirtió en el único proyecto de una derecha cortada a la medida del sistema, esto es del engendro priista que impide las transformaciones sociales y decide cuanto le viene en gana contrariando, de esta manera y muchas otras, la soberanía popular. Esto es, aunque se nieguen a aceptarlo, la clase política le ha dado a los mexicanos un golpe de Estado técnico con innumerables consecuencias, entre ellas la fusión ignominiosa de dos males que han carcomido a la estructura política nacional: el presidencialismo, mal antiguo, y la partidocracia, desenlace de la fútil pluralidad pretendida para fines de exhibición con vista hacia el exterior; por dentro bien sabemos que extender el número de curules y escaños en el Congreso sólo ha servido para vulgares acuerdos de las dirigencias con sabor profundo a chantajes.

Por todo ello es inadmisible que el señor López Obrador insista en lavarse las manos, diciendo que sus cifras son halagüeñas, encumbrado ya como uno de los mandatarios menos eficaces y deshonestos de la posrevolución. Además de MENTIROSO.

En materia de cifras, por desgracia, el mandante-mandatario cae en el mismo vicio de sus predecesores: mentir y así no advertir sobre las tormentas que se avecinan luego de la pandemia maldita, la recesión y, sobre todo, el encumbramiento de los grandes capos tras los brutales sucesos de Culiacán, el jueves 17 de octubre de 2019.

¿Unidad para alcanzar el cambio, como dijo alguna vez Enrique, el deplorable gran simulador? Tenemos a una nación brutalmente lastimada por la reiteración de las ofertas incumplidas y la irreverencia contra un colectivo mancillado por la demagogia, siempre al alza, que pretende hacernos creer, una vez más, en la solidez nacional para “concretar los cambios” cuando ya está el señor Peña muy alejado del gobierno sin haber sido capaz de demostrar resultado alguno salvo la cada vez mayor descomposición del tejido social y político. Pero, eso sí, no cae sobre él la guillotina.

Por cierto, la política bamboleante de AMLO con la caravana de migrantes es otra guinda en el pastel podrido de la 4T.

Y ahora nos dicen que se “protege a las familias” cuando se provocan masacres, como las de Sinaloa, Michoacán, Guanajuato, Chihuahua, Tamaulipas, Durango y medio país. Y las ciudades que no están incendiadas, como Mérida la blanca, es porque están sucias con la presencia de las protegidas familias, estas sí… de los narcos.

La Anécdota

Durante la larga oscuridad panista, extendida a doce años desde el 2000, los gobernadores de extracción priista, entonces la mayoría de los treinta y uno sin considerar al jefe de gobierno del Distrito Federal –perredista desee 1997-, se sentían muy a gusto porque hasta se daban el lujo de darle la espalda al presidente de la República, como en el caso, sobre todo, de Calderón y sus colaboradores. En alguna ocasión le pregunté a Humberto Moreira Valdés, el primero en visualizar un cacicazgo de hermanos enfrentado a las normas morales y políticas contra el nepotismo y famoso por sus revires al señor Calderón a quien dejaba con la boca abierta solicitando, a gritos, su presencia, si actuaría de la misma manera si el mandatario federal fuera priista como él; y me respondió, seguro:

–No, eso sería otra cosa. Y fíjate esta posibilidad constituye un riesgo para los gobernadores: el retorno del PRI a la Presidencia –que llegaría en diciembre de 2012 ara desgracia de este partido-, nos obligaría a retornar al antiguo esquema de la disciplina con todas sus consecuencias. Con la CONAGO –Conferencia Nacional de Gobernadores-, servimos de contrapeso –a falta de una oposición seria en el Congreso-, y podemos defender mejor a nuestras entidades. (Obviamente pretendió hablar de los gobiernos regionales que actuaban a sus anchas… y lo siguen haciendo por la vía de las complicidades con el gobierno central y los favoritos de Andrés).

Por eso pareciera, entonces y todavía hoy, que los gobernadores son pequeños presidentes a quienes no se puede tocar; y ahora la oscuridad les rodea y acusa. Y, por supuesto, la CONAGO se tambalea, no tiene razón de ser y diez gobernadores de la supuesta posición abogan por cerrar el breve ciclo de su existencia.


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