Sangre para ser atendidas

Por Guillermo Robles Ramírez

Bien se ha dicho de manera coloquial que la educación se mama y con esto solamente se trata de decir que hay que enseñar a los hijos desde que son pequeños tener una buena educación, así como los valores familiares e inclusive hasta civiles, así como aquellos buenos comportamientos que se debe de tener ante la sociedad.

En nuestro país está muy marcada y desafortunadamente como una sociedad en donde predomina el machismo, en pocas palabras, en donde el dizque hombre está por encima de las mujeres en todos los sentidos, en donde indebidamente no solamente se pisan sus derechos y no siendo suficiente con ello hasta golpea a sus cónyuges, esposas, y ahora hasta las novias.

Son las mujeres las víctimas no perfectas de la violencia doméstica; con golpes en la cara y moretones en el cuerpo y más aún en el alma, y como si fuese poco son objeto de morbo y burla al pedir ayuda.

Cuando son golpeadas o maltratadas, atraen frases como: «si has aguantado tanto tiempo, qué prisa tienes en quejarte ahora», o bien «qué hiciste para que tu marido te dejara así»; igual «si te pegan es porque te dejas» y también «yo que tú ya lo hubiera dejado».

Según las expectativas de la sociedad, hablar de la violencia hacia la mujer es un tema aburrido que causa impacto únicamente cuando ésta muere a consecuencia del maltrato, o bien cuando las féminas se defienden ante los golpes que les dan los hombres terminan matándolo y solo así, es cuando el tema impacta para que tanto la sociedad como las autoridades volteen a ver.

Según estimaciones del INEGI, cada año incrementa dentro de los hogares mexicanas la violencia intrafamiliar, sin embargo, las cifras son aproximadas porque es un problema que queda reportado a medias o que no se le da continuidad y que cuya respuesta social es exageradamente lenta lo que ocasiona que ni siquiera a nivel municipal se lleve un registro de las víctimas de la violencia familiar.

Por lo tanto, se especula sobre el problema y se trata en un nivel de prevención muy bajo en donde se escatiman recursos para la investigación y el propio funcionamiento de las instituciones asistenciales.

Diferentes encuestas arrojan los mismos porcentajes, donde el 39 por ciento de ellos carecía de educación, el 29 por ciento solo había cursado la primaria, el 14 la secundaria, casi un 16 por ciento la preparatoria y menos de un dos por ciento la educación superior.

De ahí que muchos especialistas han insistido en la prevención temprana de la violencia a través de la detección masiva de futuros padres extremadamente agresivos durante los años escolares, así como en la etapa de cuidados prenatales que ofrecen las clínicas de salud a las mujeres embarazadas.

Una tercera etapa simultánea es desarrollar una respuesta de alarma ante la violencia consistente en no tolerar el maltrato y enseñar las destrezas necesarias para resolver los problemas sociales; para finalmente promover la cultura de la denuncia ante conductas abusivas. Esa respuesta de alarma, que puede aplicarse tanto en la niñez como en la adolescencia, hará que los niños y las adolescentes que se enfrentan a novios violentos hagan que la primera vez que sean víctimas de la violencia sea la última.

Pueden existir muchas soluciones preventivas, pero estas no deben ir aisladas porque ninguna tendrá éxito y para poder triunfar sobre cualquier campaña de prevención, también las mismas autoridades tienen que trabajar en sinergia con cualquier programa, ya que también existe la violencia institucional.

En otras palabras, el sistema judicial insiste que culpar a las mujeres, se socava cualquier esfuerzo por dejar que los hombres dejen de ser violentos cuando los Agentes del Ministerio Público violan la información confidencial y exhiben a las mujeres maltratadas, se trivializa el asunto, no se toma en serio el miedo de la víctima, se culpa a la demandante de lo que le ocurre y la tratan como si ella fuese el problema, además de «recetarle» el divorcio como la solución.

La intervención policiaca en un asunto de violencia doméstica garantiza una seguridad momentánea que da pie a eventos más agresivos de maltrato, en asuntos de violencia intrafamiliar, porque se tiene un concepto equivocado en donde se dice que, si no hay sangre no hay problema.

En tanto, el sistema judicial no proteja a las víctimas del delito, les ayude a planear su seguridad futura a través del acceso a servicios comunitarios o refugio. La mujer seguirá creyendo que el abuso es natural y continuará siendo una parte del problema y no de la solución.

Aunque la solución ante este problema con las instituciones, se ve imposible porque esto implicaría una rotación de personal, tiempos más largos de descanso y una mayor capacitación; nada más alejado de la realidad en las instituciones asistenciales en donde hay una carga de trabajo excesivo, bajo presupuesto y en general poco personal. Es una pena muy grande que se tenga la mentalidad de que, si no hay sangre, no hay problema. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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