ZAPATERO, A TUS ZAPATOS

Famosos historiadores como Plinio el Viejo y Valerio el Máximo refieren que el pintor griego Apeles, consentido de Alejandro Magno, obedeció la crítica que hizo un zapatero a una de sus pinturas. Envanecido, el zapatero hizo otra observación, a lo que el artista contestó con la frase sintetizada en el sabio refrán que sirve de cabeza a esta columna y que recomienda opinar solamente sobre las materias que se conocen bien y a usar las cosas según su naturaleza y propiedades.

Sin embargo, en la actualidad todo se entremezcla y confunde con resultados generalmente caóticos o desastrosos, como ocurre con el uso de edificios y espacios públicos o en el funcionamiento de las dependencias gubernamentales.

Instalaciones costosas y funcionales, diseñadas y construidas especialmente para competencias deportivas, espectáculos artísticos, labores culturales y educativas, exhibiciones museográficas o tratamientos hospitalarios permanecen desperdiciadas y en el abandono, mientras que calles, monumentos, plazas y jardines son aberrantemente utilizadas para esos fines.

Así, con demasiada frecuencia se entorpece el tránsito en importantes avenidas sólo porque algún funcionario populista y poderoso decide convertirlas en velódromo, en mercado público, en alberca de clavados, en sala de conciertos, en pista de hielo o en playa artificial.

En cuanto al desarrollo de funciones ajenas y alejadas del objetivo original basta con observar el trabajo de los seiscientos veintiocho individuos que forman el Poder Legislativo federal. Muy lejos de los principios contenidos en el derecho parlamentario, que debiera ser su especialidad, y de la defensa de los intereses sociales y económicos de sus representados, dedican la mayor parte de su tiempo y de sus actividades a la gestoría a favor de grupos y empresas que los contratan para redactar o modificar leyes a su conveniencia. Así, diputados y senadores despilfarran alegremente el cuantioso presupuesto para organizar viajes, conferencias, reuniones, exposiciones artísticas, edición y presentación de libros, entrega de preseas y reconocimientos, y muchas otras actividades totalmente distintas a las detalladas en la Constitución.

Ejemplo verdaderamente incomprensible por extravagante y zafio es el informe proporcionado a la Comisión Especial de Juegos y Sorteos de la Cámara de Diputados respecto a la existencia de casinos en todo el país.

En vez de cumplir con su obligación y utilizar todos los recursos y todo el poder de que disponen la Secretaría de Gobernación y el Ministerio Público Federal, únicos responsables de esa actividad ilícita, se conforman con reportar que han sancionado a tres funcionarios públicos y que han clausurado siete de cincuenta establecimientos ilegales.

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