Y les repiten la misma receta
Por Guillermo Robles Ramírez
El atraso de la temporada de lluvia no solo sucedió en nuestra Entidad sino también en el resto del país. Siendo tan notorio no solo por las grandes inundaciones de nuestras principales vías de tránsito y colonias que han sufrido las deficientes planeaciones de drenaje pluvial e incluso la falta de ella en muchos sectores derivado no solo de una administración local sino de décadas atrás en cada cabecera municipal.
Un problema que seguramente tendrán que arreglar por secciones o etapas algunos alcaldes actuales cuando en realidad eso debió de haberse hecho en su momento.
Pero las inundaciones no es lo único que ha traído las lluvias, aparte de pérdidas de bienes inmuebles tanto de particulares como públicas, sino también trajo consigo el crecimiento de aquellas áreas que antes se veían secos, ahora pintan de verde, aunque sean matorrales silvestres y me refiero específicamente aquellos terrenos abandonados en el área urbana de cada municipio del país.
Un problema que seguramente tampoco es nuevo, sino que ha sido de casi toda la vida un dolor de cabeza para los municipios y más para quienes habitan en su alrededor porque no solo sirven como tiraderos clandestinos de basura de todo tipo, incluyendo los talleres mecánicos de los barrios y colonias populares, nido de animales peligrosos, y un foco de infección que atenta la salud de la ciudadanía.
No es una obligación de las autoridades municipales el tener que limpiar esa basura acumulada, como tampoco limpiarla de escombros y vegetación silvestre que crece cada vez que llueve.
En teoría existe un padrón de esos lotes abandonados que tienen nombre y apellidos, tan simple que es como sacarlo con el registro de pago de predial, o bien la lista de los morosos de la misma.
La principal razón para este tipo de espacios territoriales y abandono dentro de las ciudades se le conoce como, la avaricia. El ochenta por ciento de esas propiedades “abandonadas” corresponde a dueños que no rebasa una lista de diez personas o familias que durante años se han aprovechado de los beneficios e infraestructura que el municipio ha invertido para hacer crecer la ciudad dentro de sus proyectos de planeación y urbanización del municipio.
Cuando la ciudad crece tiende por lógica a expandirse centros comerciales, industrialización, hoteles, restaurantes, etc., creciendo también la demanda de la tierra aumentando los precios rápidamente.
Al ver esto los dueños se aferran a ella como una inversión para el futuro, esperando que su precio suba aún más antes de vender o rentar el predio a empresas comerciales, fraccionadoras, o en su defecto en espera a que un programa de casas de Infonavit o cualquier otro tipo de infraestructura con recurso de gobierno se desarrolle ahí.
Estas familias en tiempos de inflación, las adquieren como una manera de protección contra la pérdida cuando el dinero pierde su valor; pero incluso en tiempos de recesión, los que tienen los medios para hacerlo los compran como el medio más seguro de los bienes, porque no pueden ser destruidos o no sufren deterioro, ni causa mantenimiento sino todo lo contrario; con el tiempo se une a una gran demanda.
Los muy tramposos dueños de estos terrenos ociosos lo único que provocan es el aumento del costo de los servicios públicos, entre ellos, urbanización, limpieza pública en todos los sentidos, porque hay que quitar los matorrales o limpiar aquellos que son convertidos en basureros clandestinos; también se invierte en seguridad, alumbrado, agua potable entubada y drenaje.
La mayoría de estos casualmente quedan en avenidas principales haciendo más grande su cotización al momento de comercializarlos, pero no existiendo estas condiciones, los dejan sin uso mientras que las diferentes autoridades se encarguen de invertirle, convirtiéndose en puntos clave de venta para sacarle una jugosa cantidad de dinero en aquellos casos haciendo difícil de adquirir por los desarrolladores de vivienda cuando se trata de hogares populares.
No hay autoridad alguna que acabe con esos elefantes blancos, sino sucede todo lo contrario, en donde pueden pasar administraciones por años y estos terratenientes siguen repitiendo la misma historia causando un problema social de salud porque se han convertido en verdaderos basureros de la gente y foco de infección. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org
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