Shaka y la obra del imperio zulú
La Habana (PL) Mientras que las metrópolis europeas transitaban las rutas del comercio esclavo en el África central, bien al sur del continente ocurría un avanzado proceso de construcción social, la creación del imperio zulú.
Corría el siglo XVIII, cuando ya aparecen las bases de esa comunidad bantú que llegó a imponer su influencia por convencimiento o por la fuerza en la región nororiental de la actual Sudáfrica.
Al principio los zulúes eran tan solo un pequeño clan que habitaba al norte del río Tugela, pero llegaron a ser más de cinco millones en la parte de la República Sudafricana conocida como Zululandia, donde está la provincia de Natal.
Originariamente los zulúes se dedicaban al pastoreo, pero en la actualidad son sobre todo agricultores, pero poseen un largo historial guerrero, que muchos estudiosos centran en Shaka, nacido en 1787 y jefe del clan.
La formación del imperio zulú es un proceso de centralización y fortalecimiento, y de un constante perfeccionamiento en su adaptación al medio y de expansión territorial, en cuyo análisis se debe incluir a Shaka.
LA HISTORIA Y EL MITO
Todas las fuentes de la tradición oral zulu conceden mucha importancia a la genealogía de la comunidad, establecida en una región poblada por muchos cacicazgos nguni independientes.
En la sociedad tribal de Shaka hubo creencias en ritos mágicos y religiosos que los zulúes realizaban en todos los ámbitos de su vida, y que los textos extranjeros deformaron siempre para imponer sellos racistas a la verdad histórica.
Estudiar el desarrollo zulú equivale a hacer justicia sobre la base de una meticulosa evaluación acerca de un imperio en formación, cuya cultura era una de las más avanzadas de su tiempo.
Están las críticas a la cosmovisión africana de los siglos XVIII-XIX zulú, cuando comienza a participar en la historia Shaka, hijo de Senzangakhona, jefe de un cacicazgo, y de Nandi, hija de un jefe de la comunidad Langeni.
Shaka Zulu (1787-22 de septiembre de 1828) fue el jefe que inició la transformación de la tribu zulú en la nación guerrera más poderosa de África, que luego enfrentó exitosamente el avance del imperio británico.
A medida que creció, Shaka descubrió nuevos talentos y facultades.
Era alto y fornido, y su habilidad y audacia le dio dominio sobre los jóvenes de su edad ; interiormente poseía sed de poder. Tenía unos 20 años cuando lo reclutó uno de los regimientos Mthethwa, donde satisfizo su pasión bélica.
Cuando llegó al poder, Shaka tenía como seguidores a los mil 500 miembros del clan de su padre, Senzangakhona, de los cuales alrededor de 500 eran guerreros, pero cuando murió en 1828, siendo rey, esas cifras se habían multiplicado significativamente.
Rastrear los detalles del rey zulú, lo dificultan todas las distorsiones acumuladas sobre el acervo sociocultural de la comunidad que lideró, porque la mayor parte de los textos se remiten al perfil del guerrero.
Hay argumentos suficientes para reconocer la existencia de su talento natural y su condición de estratega militar, una categoría que debieron admitir los colonizadores europeos cuando igualaban al joven zulu con Napoleón.
Aunque lo más reiterado sobre este jefe tribal es su personalidad temible, se reconoce su genialidad al transformar «una tribu pequeña, en una nación» defensora de su territorio en guerras por ganado o para conquistar áreas.
UN EJÉRCITO
Una nación es entendida como una comunidad cuyos integrantes tienen intereses afines, formas psicológicas similares y otros componentes que los unen entre sí y los diferencian de otros grupos humanos. Generalmente poseen criterios iguales respecto a la supervivencia.
En el caso del pueblo zulú eso se vincula directamente con su estirpe guerrera, tras la muerte de su antecesor dinástico, Dingiswayo, en 1816. Shaka asume el trono e impone su percepción en cuanto a la defensa armada de su comunidad.
Estableció nuevas dinámicas en los combates, pues además de reforzar los escuadrones de lo que sería -conceptualmente- su infantería, la entrenó en el empleo de la azagaya o lanza corta, más eficaz para el combate cuerpo a cuerpo.
La azagaya no se podía arrojar contra el enemigo, ya que de hacerlo el combatiente quedaba desarmado, una condición desventajosa ante el rival.
En cuanto a la estructura y movimiento de sus guerreros en el combate, el rey diseñó una suerte de movimiento envolvente (al estilo de cuernos encorvados) alrededor del enemigo, lo cual posibilitaba entrar en acción, en una segunda fase, a fuerzas frescas.
Prohibió usar sandalias a sus guerreros y, por el contrario, endureció sus pies al hacer que ejecutaran sus acciones descalzos sobre terrenos espinosos y en bruto, para así asegurar su movilidad.
Entrenó a sus hombres para enfrentar con escudos de cuero de vaca, endurecidos y colocados en una barrera casi impenetrable, a fin de evitar al guerrero ser blanco de cualquier cosa que le arrojaran a la formación.
Asimismo, el rey también se proyectó hacia la instalación de comunidades militares, sin desatender las funciones tradicionales, de modo que los asientos castrenses tuvieran asignado un rebaño de ganado para el suministro de carne y pieles.
El reinado de Shaka fue de 12 años (1816-1828), pero forjó una nación que originó un imperio en el sureste africano en el siglo XIX, el zulú, al que aportó valores y tradiciones que perduran hasta hoy, cuando aún existen como comunidades en Lesotho y Swazilandia.
En 1818 emprendió una gran expansión de sus dominios en la actual provincia sudafricana de KwaZulu-Natal, sometiendo a diversos pueblos, como los nguni, entre los ríos Tugela y Pongola, donde creó un reino militar.
Según las cronologías, que destacan la maquinaria militar de Shaka (Sistema Amabuho) en 1889 lanzó la campaña de Mhlatuze y en 1825 brilló en la batalla de Ndolowane.
LA HORA DE LA NACION
El centro de la estructura social y de las tradiciones zulúes era la aldea, y su estructura correspondía a las necesidades de reproducción de la población. Todas las labores necesitadas para la subsistencia se encontraban en el círculo de chozas que formaban el caserío.
«La choza del marido siempre se erguía en el lado opuesto a la entrada del cerco. Y la choza de sus esposas estaba dispuesta a los lados, según su importancia», añaden recuentos históricos.
Era una sociedad rígidamente reglamentada y asignaba a hombres y mujeres cargos muy bien definidos. Ellas aceptaban su papel desde la infancia y se les instruía en los que se considerabas deberes femeninos: trabajar en los campos y en lo domestico.
No obstante, ellas disfrutaban derechos definidos. «Los padres estaban obligados a mantener a las hijas solteras, los esposos debían cuidar de sus esposas y los hijos eran responsables del bienestar de las madres cuando enviudaban».
Una reforma importante fue integrar a clanes derrotados en el zulú, en condiciones de igualdad. Se destaca que las promociones entre los guerreros y la administración pública eran por méritos y no propiamente por linaje.
También el rey debió vencer a la dirección espiritual, brujos, de la comunidad para garantizar la sumisión de la iglesia zulú al poder, lo cual da un sentido de unidad a la nación, ya convertida en imperio.
En la construcción del mando zulú Shaka eliminó a todo aquel que amenazara el trono, pero en septiembre de 1828, dos hermanastros, Dingane y Mhlangane, lo acuchillaron mortalmente.
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