Guillermo Robles

La creatividad los “cuacos”

Por Guillermo Robles Ramírez

Es común escuchar que la ociosidad es mala consejera, aunque no siempre ocurre así, porque al menos no es aplicable en el caso de los rateros, “cuacos”, malhechores, delincuentes, malos o comúnmente señalados como ratas de dos patas, que de ociosos nada tienen y sí mucho de creativos e ingeniosos para llevarse lo ajeno.

Por largos años se escuchó distintas formas y esquemas de robar, por ejemplo, el llamado “coscorrón” que consistía en hacer un agujero o abertura en el techo de la casa o negocio que sería robado, utilizándose para hacer el “hoyo” de las raterías, un talache, barra u otros objetos con punta fuerte.

Se dio luego nacimiento a la figura rateril del “enjaulado” que era aquel que con sigilo y en los últimos minutos de abierto el establecimiento comercial a robar, el o los rateros se ocultaban en el sanitario interior del negocio o bien en los probadores tratándose de un giro dedicado a la venta de prendas de vestir.

Con los años fueron surgiendo otros sistemas y modalidades por parte de los amantes de lo ajeno, existiendo aquellos que daban el “pacazo” a quien salía del banco tras cambiar un cheque por dinero en efectivo.

Ahora bien, tampoco se escapaban aquellas casas de sectores conocidos como residenciales en donde sus bardas altas o bien aquellos ubicados en fraccionamientos con el concepto de caseta de seguridad; ya que están aquellos rateros que llegan con un camión de mudanza, se estacionan en revesa a una barda del inmueble para hacer un gran boquete, y ahora sí literalmente vacían toda la casa a plena luz del día.

Surgió en un momento dado, por cierto, está regresando a la actual generación, la utilización de menores para entrar a casas habitación y en los años del pasado fue para que se metieran por una pequeña ventana exterior del local, casa o negocio, para luego abrir la puerta principal o bien pasar lo que se podía por alguna ventana de mayor dimensión que la usada para penetrar al lugar.

Los hubo también aquellos que engañaban a clientes de bancos o negocios con el pretexto de que deseaban cambiar tal o cual billete y en garantía dejaban un maletín que simulaban llevaba objetos personales o de más valor que el “favor” que estaban pidiendo.

En la actualidad, los rateros han dado vida a un nuevo método y sistema que es ocupar a un niño que es adiestrado para que vaya a la casa víctima del latrocinio para que ese chavito lleve una tina u otro tipo de recipiente, toque la puerta y pida a quien abra, “un poco de agua por favor”.

El argumento es indistinto, pues el pequeño en ocasiones dice que es para echarle al radiador de un vehículo, otras para calmar la sed y hasta se hacen pasar como el vecino de la “otra cuadra” a quien su mamá lo mandó porque les cortaron el suministro del citado liquido.

Una vez que el confiado habitante de la casa a robar pide al chaval que espere ahí afuera y estando junto a la puerta, que lamentablemente no es cerrada, la víctima va a cargar de agua el reciente, lo que eso es aprovechado por la rata de dos patas, mayor que el menor, y falso “pediche”, para colarse a la vivienda y sorprender al o los que habitan en ese lugar para asaltarlos.

Eso, sea malo o no, es realmente el clásico ingenio, creatividad e inteligencia de las ratas de dos patas, para quienes mis respetos y reconocimiento, porque si bien es cierto que la creatividad que tienen para apoderarse de lo ajeno no la emplean para trabajar, no deja de aceptar que hay “sesos o cacumen” para hacer sus “travesuras”.

En la vida hay que reconocer lo mismo el ingenio e inteligencia buena que la mala, porque a final de cuentas todo es válido en esta vida que se transforma en algo que ya no es vida, valga la redundancia, pues los mexicanos y en especial los coahuilenses, ya no nos cuidamos de la extorsión de un servidor público, sea policía o agente de tránsito, sin ofender la comparación, sino la alerta y prevención que debe tomarse es ya en todo porque para hacer maldades ya no hay límites, no por algo, los delincuentes están ya empleando como “instrumentos” de trabajo a menores de edad.

Uno de los razonamientos del porque recurrir con menores de edad es porque supuestamente inspiran más confianza por su ingenuidad, y la otra porque conforme a nuestras muy placenteras, benéficas y nobles leyes, los menores de 18 años no pueden ser llevados a un penal y menos tratándose de niños, aunque actúen como adultos.

Así son nuestras leyes y no hay otro camino más que el aguantar y tolerar, no solo a los delincuentes de todo tipo y especialidad, sino a nuestras autoridades legislativas que duerme la modorra al no tener iniciativa o no querer presentar reformas para reducir el calificativo de menor de edad, porque hablar de un “pelado” o “peleada” de 18 años de edad tenga tratamiento de menor de edad, como que no es justo y menos cuadra en estos tiempos en que menores de 18 años, se meten en todo, bueno y malo. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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