Hasta cuándo aprenderemos
No cabe duda que el cambio climatológico se ha dado en todo el mundo siendo nuestra entidad testigo de lo que para muchos pueden considerar que la madre naturaleza está enojada con el hombre por el maltrato que le ha dado a sus propio hábitat.
Para los científicos, al menos algunos, consideran que es algo cíclico que la misma Tierra repite cada determinado tiempo. Pero también hay quienes ni piensan ni una cosa, ni otra, simplemente es algo que tiene que pasar.
Se dice que el hombre aprende de los errores o al menos eso en teoría y aun así viendo que cada vez que llueve algo malo siempre pasa en las ciudades no siendo normal que cada vez que se presenta un fenómeno climatológico con presencia de agua en las colonias que más sufren de inundación son de clase media baja y aquellas colonias populares; situación alarmante no solamente para la sociedad sino también para las autoridades.
En apariencia aunque las ciudades cambien de rostros haciendo aparecer como municipios en donde el desarrollo de la ciudad dieron pasos agigantados proveyéndolos de las necesidades básicas con la infraestructura para el desarrollo de comercio y vivienda, es un hecho que las autoridades siempre se les olvida un pequeño detalle como es el factor de la lluvia y sus consecuencias, porque cada vez éste problema pone en riesgo no solo la vida de los ciudadanos sino también el único patrimonio con el que cuentan cada vez que los caudales buscan una salida.
Mientras son olvidadas las obras hidráulicas en las ciudades en donde las autoridades siempre le restan importancia porque son obras que no se ven y al tenerse contempladas son insuficientes, pero la madre de la naturaleza siempre le hace recordar al hombre que por ahí era el cauce fluvial que estaba antes del crecimiento desmesurado de la población que estaba antes que el ser humano por millones de años.
Su reclamo siempre llega con una feroz exigencia por haber compactado terrenos, mutilado arroyos para después borrar el escenario del crimen tapándolos con tierra, pero el agua tiene memoria y ninguna obra, que no sea una presa, podrá ser capaz de detener su sendero cuando se presentan las precipitaciones y donde unas construcciones habrán de sucumbir porque el agua habrá pasado su factura a quienes construyeron en terrenos de su propiedad y que al no medir la consecuencias osaron desafiar su fuerza con los resultados que han vivido nuestros hermanos en el mes de septiembre.
Hay voces de sectores populares que advierten sobre la nula actuación de las autoridades que más bien buscan enturbiar el agua con asuntos distintos a posibles soluciones como una justificación a su negligencia oscureciendo su error descubierto por las tormentas insistiendo en que se tratan de fenómenos naturales que han roto récords.
No obstante, la verdad es elocuente, el ansia de crecer como ciudad ha dejado de lado un aspecto muy importante, los cauces naturales que ahora les está reclamando el agua y pese a todo ello nunca aparece un responsable que dé la cara.
No han sido pocas las advertencias que ha hecho la naturaleza a las autoridades, en incluso ha dejado en evidencia que se ha atentado contra sus cauces al fracturar porciones de arroyos que en casos extremos como los que han registrado últimamente significaban una alternativa para desaguar las extraordinarias corrientes.
No le tenga miedo al agua, ésta es una bendición, porque es preferible tenerla, pero bien encauzada o filtrarla a sólo verla pasar y después de una década estar con las mismas lamentaciones por la falta del vital líquido.
Hay que tenerle miedo a la ineficiencia de las autoridades que no han sabido cómo soportar las corrientes con obras expresamente construidas para ello, antes de bloquear sus salidas, con las consecuencias ya vistas. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org
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