Guillermo Robles Ramírez

Estar “chonchito” es estar de moda

Por Guillermo Robles Ramírez

En el 2011 la Secretaría de Educación Pública y Cultura en Coahuila, se propuso un compromiso para disciplinar a los niños y niñas de las escuelas públicas de la Entidad a comer alimentos sanos.

Entre las principales medidas que se tomaron hace nueve años atrás, fue principalmente la de retirar de las cercanías de los planteles educativos a todos los vendedores ambulantes que ofrecían alimentos chatarra. Lo mismo iba a suceder en el interior de los planteles tanto en las instituciones públicas y privadas en donde por años funcionaban estanquillos con la venta de churritos, papitas, palomitas, chamoy y cuanto alimento chatarra había disponible en esos años. Una medida que nunca se pudo cumplir porque no hubo autoridad alguna que se hiciera cargo del retiro de los vendedores ambulantes e incluso en algunas escuelas fueron defendidos por la sociedad de padres de familia, ya que en el fondo algunas de estas ventas pertenecían a miembros activos de la misma asociación.

Posteriormente las mismas autoridades de Salud y Educación acordaron en exhortar a los proveedores de tienditas del interior de las escuelas a racionalizar la presentación de sus productos en cantidades más pequeñas. Algo que a primera vista fue algo muy positivo, pero tampoco sirvió ya que la exigencia de los alumnos a sus papás sobre tal situación, fue solucionada rápidamente con la autorización de darles dinero para que compraran más productos y/o comida hasta completar la porción acostumbrada de la ingesta que ha causado el aumento de peso.

Todas estas medidas tomadas en el pasado, ha tenido la única finalidad para combatir la obesidad infantil que se ha considerado un problema social, forzando al Instituto Mexicano de Seguro Social a crear programas para combatir el sobre peso y obesidad.

Las recomendaciones por parte de las diferentes autoridades de salud son llevar a cabo una dieta alta en fibra, verduras, frutas y legumbres siendo esto último lo más importante, ya que ahí radica el 60 por ciento de su éxito y el cuarenta en la activación física. Sin embargo, para poder llevar a cabo ese programa alimenticio, su costo es muy elevado, resultando más económico comprar carne y refresco en lugar de sustituirlo con agua de sabor.

Muy a pesar de que se han hecho campañas para una cultura de buenos alimentos y activación física, no se puede negar que existe un país; con un gran índice de pobreza que supera más del 50 por ciento de la población en México y como resultado de ello, también un alto índice de desnutrición en niños, jóvenes, adultos y ancianos que su mal hábito de consumir comida alta en grasas es debido a tener que comprar lo que más les alcance en los bolsillos de sus hogares.

También en un pasado se creo un impuesto en refrescos y bebidas azucaradas con la finalidad de bajar el índice de obesidad en nuestra población en general, esto en el año 2014 y en teoría aquello recaudado se utilizaría en programas para la lucha en contra de la obesidad; algo que nunca se pudo comprobar sobre el destino de esa recaudación.

El tema del sobrepeso en los menores de edad, así como el resto de la población ha sido más que preocupante por parte de las autoridades locales, estatales y federales. Ahora han sido consideradas alarmantes y ante el nulo interés de la población para combatir la obesidad, se está tomando otro tipo de medidas más agresivas que también a primera vista aparentan ser buenas y un poco radical.

Entidades federativas han tomado decisiones en los congresos estatales, para prohibir la venta, distribución, donación y regalo de alimentos calóricos y refrescos y bebidas azucaradas a menores de 18 años de edad, como sucedió en días pasados en Oaxaca y Tabasco. La desesperación ha sido tanto que muy a pesar de que el tema de salud son primeramente facultades de ámbito federales, pero aun así las medidas han sido tomadas por las autoridades locales y estatales de algunas zonas del país. Próximamente mismas iniciativas están siendo valoradas en los congresos estatales de Chihuahua, Colima, Jalisco, Hidalgo y Estado de México.

Cualquiera pudiera cuestionarse el por qué tanto interés del sector salud en combatir la obesidad, usando diferentes instancias. Su respuesta es muy sencilla, ya que esto está representando una erogación muy fuerte a las instituciones de salud pública, ya que la obesidad más allá de lo estético trae consigo problemas como presión arterial alta, enfermedades cardíacas, derrame cerebral, enfermedades del hígado graso, problemas renales y glucosa, son los principales.

Si bien es cierto que actualmente las clases no serán de manera presenciales en las que evitarán el consumo de la venta de las tienditas dentro de las escuelas, y así como los vendedores ambulantes en las afueras de las instalaciones educativas. El riesgo sigue latente en el tema de obesidad.

El confinamiento obligado dentro de los hogares para evitar la propagación del Covid-19, así como la “nueva normalidad”, de actividades económicas y educativa ha obligado a que los mexicanos pasemos más tiempo enfrente de una computadora, así también como a los menores de edad que al llevar los estudios ya sea en línea o por medio de los canales asignados por la federación. En ambas situaciones existe una falta de actividad física y en cuanto a la educación no hay un programa para impartir la educación física en casa, orillando al mexicano en caer en el sedentarismo y por ende a un aumento de peso corporal.

No hay un interés verdadero entre la población para combatir la obesidad, y por otro lado es más barato comer comida chatarra que buenos alimentos, y esto nos lleva a un vicio cíclico en donde el estar “chonchito” es estar de moda y feliz. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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