*Manipulación Colectiva
*Último de los Infames
Por Rafael Loret de Mola

En todos los tiempos, entre tiranos y dictadores, autoritarios y dinastías, aristócratas y especuladores, la tendencia, siempre, ha sido la de mantener en sosiego a la población con artilugios manipuladores que cunden y pegan mejor en los cerebros poco desarrollados por el hambre, la miseria y el explicable rencor hacia las clases mal llamadas superiores donde debiera prevalecer la igualdad.

En la ominosa época de Hitler, Mussolini, Franco, Hirohito y demás, quienes condujeron a la Segunda Guerra Mundial, los pueblos se sentían atraídos por los caudillos –también ocurrió así en México durante la posrevolución-, aquellos líderes tenían imantadas a sus masas arrodilladas enfebrecidas por los cantos a su propia superioridad de raza o de credo, bajo un nacionalismo desbordante, que los hacían sacrificarlo todo, sus vidas, con tal de servir hasta el último capricho de los fascistas. Hasta que los pueblos abrieron los ojos, bajo la humillación de las derrotas, y precipitaron los sangrientos fines de los dos primeros y la larga agonía de los otros dos que se sostuvieron, sobre todo, en loor a la cobardía que engendra la sumisión.

Si Hitler fue capaz de llegar a la Cancillería y luego al mando supremo de Alemania, pese a las condiciones del Tratado de Versalles que le prohibían desarrollar ejércitos y armamentos, mintiendo descaradamente hasta elevar su potencial sobre todo los demás países de Europa en apenas dieciocho años –los que transcurrieron entre la primera y la segunda conflagración universal-, uniendo a los alemanas con su histrionismo manipulador, Mussolini hizo otro tanto con os italianos quienes lo reverenciaban a pesar de ser un esbirro del primero en un tumultuario intercambio de engaños.

En los tiempos actuales las monarquías decadentes, la de la vieja España en primer lugar, sólo se sostienen sin gobernar, dejando las tareas de la administración pública, incluyendo sus propios estipendios, a falsos demócratas que no pueden convencer a sus gobernados y exaltan las divisiones de todo tipo como en el reciente caso del parlamento británico y del primer ministro Boris Johnson recién designado el 24 de julio pasado y con sus pares en descanso forzado.

A esto lleva el autoritarismo disfrazado de democracia. Ta no existe ni puede prevalecer porque, sencillamente, los engaños salen a flote como la falsa austeridad del presidente de México en la controvertida ceremonia de “El Grito”, hace casi un año, cuando tuvo a bien mostrarse austero mientras en el patio central de Palacio se daban vuelos los embajadores, el gabinete en pleno –con todo y los miserables intocables, empresarios y funcionarios-, manipulando sin escrúpulos a un pueblo fervoroso y leal.

De allí las odiosas comparaciones; dolorosas también que dejan mal cubierta a la pretendida 4T de la que, por desgracia, nos alejamos más cada día para seguir haciendo brotar los peores vicios del pasado. ¡Ah! Por cierto, lo de los antojitos y las aguas frescas fue idea, hace ya medio siglo, de Luis Echeverria el rey del populismo a la mexicana.

La Anécdota

El dictador que murió en su cama, sin exilio ni rebeliones, fue Francisco Franco Bahamonde, quien se decía “caudillo de España por gracia de Dios”. El gallego –nació en El Ferrol, un pueblo marinero-, tuvo la enorme habilidad para detener el avance de Hitler hacia Madrid en Hendaya cuando caminaron por los andenes donde estacionó su ferrocarril el füerher y luego dentro del tremendo armatoste blindado en donde éste viajaba de manera oculta, soterrada.

Dicen que el “generalísimo” apeló a Hitler de que no avanzara más sin otros argumentos que su propia presencia. Dicen que éste, al final de las conversaciones, y de regreso a París, comentó a sus grotescos colaboradores:

–Media hora más… y me hubiera convencido de entregarle Berlín. ¡Qué labia la de este tipo!

Y la palabra embrujada sigue haciendo efectos en las masas ignorantes y febriles. En México sobre todo.

E-Mail: loretdemol.rafael@yahoo.com
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