Francisco Tomas Gonzalez

Esquizodemocracia

Por Francisco Tomás González Cabañas.

“Al contrario que el psicoanálisis los autores de El Anti edipo sostienen que la producción social y la producción deseante no pueden ser separadas, sino que son dos caras de un mismo proceso: toda organización social, incluso aquella más contraria a los intereses del sujeto, está cargada de deseo; y todo deseo individual y supuestamente íntimo está marcado por la sociedad en la que se engendra. No es cierto que el ámbito propio del deseo sea una esfera íntima o privada, situada más acá de una esfera pública en la que tendría lugar el proceso productivo social de  objetos.  La única diferencia es la diferencia del tamaño del nivel en el que operan. Partiendo  de  estas  premisas, la propuesta terapéutica de Deleuze y Guattari pasaría  no  tanto  por  interpretar  y redirigir el deseo de un sujeto sino por permitirle descubrir su potencial una vez liberado de las cadenas psicoanalíticas y sociales mediante las que la sociedad lo apresa. En vez de un psicoanálisis proponen un esquizoanálisis” (Conde Soto, F. “El Objeto del deseo”. U. Santiago de Compostela). 

Ante las próximas elecciones (convengamos que lo democrático lo único constatable que puede ofrecer es la periodicidad de la convocatoria a sufragar, siempre la promesa que no se cumplirá) consideramos, que desde nuestra dominio ciudadano, debemos, constituir el próximo paso democrático (metodológicamente muy a tono de la actualidad, de nuestra cotidianeidad, o epocalidad, de “postiempo”) que consiste en realizar un llamado, una convocatoria, un exhorto, a todos y cada uno de los que se sientan interpelados, es decir parte de una comunidad que se crea, se sienta, o desee ser democrática, para proponerse, como posible gobernante  o representante de su pueblo, localidad, villa, ciudad o provincia. Se sugiere que la candidatura, que la postulación, posea al menos un número de cinco (es el medio entre los extremos de los dígitos) propuestas, proyectos o definiciones que el oferente, pretenda llevar a cabo en caso de tener aceptación. No se trata de ganar absolutamente nada. Esta imposición por el número (vaya algo tan inexistente e irreal como los números, necesarios para un mínimo de entendimiento pero no para hacer razón o finalidad de tal entendimiento) debe ser desterrada de la nueva concepción de lo democrático.

La partícula elemental a contrario de lo que se nos hace creer, mediante los lazos estructurales con los que nos hacen pervivir en la realidad, que conforma lo democrático, no es el momento de la elección general. Siquiera de las primarias, de las internas o de cómo se eligen los candidatos, sino que precisamente, todos los ciudadanos que nos preciamos de tales, lo debemos ser en un inicio y más luego, a partir de esta premisa democrática, se debiera organizar sistémica y estructuralmente las formas y las maneras para que la esquizodemocracia no quede entrampada en una primera significación negativa, como tampoco encorsetada en las realidades que de un tiempo a esta parte no pueden guardar los sueños de muchos en las pequeñas urnas electorales de muy pocos.

Es decir no se necesita, que los postulantes, tengan que presentarse ordenadamente en un mismo sitio virtual, dominio, red social o espacio determinado. Tampoco que sean instados a conseguir numéricamente votos, me gusta, o hacer mostrable o traducible que son apoyados y como. La propuesta es que una marea, un viento, una andanada, un alud, de ciudadanos referenciados en este llamado de construir una democracia posible, se propongan, primero ante sí, más luego ante los otros, como gobernantes de la comunidad en donde viven, en donde se desarrollan o también, porque no, donde les gustaría vivir o desarrollarse.Esta escenografía de múltiples candidatos, de diversas ideas, de un torbellino de proyectos, de planteos, de iniciativas, dibujaría, trazaría, decoraría, las calles, las casas, los árboles, las plazas, los mercados, situaría nuestra ciudadaneidad en otro lugar, cambiándonos de eje, de plano, gestaríamos una ruptura de lo establecido, sin dar cuenta de ello y por ende, privandonos de lo traumático de la experiencia.Todos quiénes así lo sientan y lo pretendan, deben constituirse en posibles gobernantes y representantes en potenciales mandantes, en seres políticos-públicos que compartan, en todas y cada una de las formas de comunicar que tengan a su alcance, esta decisión de trabajar por la democracia, de redefinirla, de salvarla de su implosión, de rescatarla del presidio en donde la tienen reducida y recluida, a la que sólo podemos ver un solo día, cada cierto tiempo, en modo o modalidad, de sufragio condicionado.

Que todos los que podamos y queramos, seamos candidatos, ofertando o exhibiendo nuestras propuestas, sea en formato de expresión de deseo, de anteproyecto de ley, decreto o cualquier otra formalidad normativa, pero que reúna un mínimo de coherencia y cohesión para que sea entendido, alcanzará y bastará. Esta suerte de estado asambleario, consensual, en grado virtual, que alcanzaremos mediante el desarrollo de este accionar, nos llevará a que podamos entendernos mejor, a pensarnos desde lo colectivo, a que pongamos la prioridad en donde realmente está y que podamos prescindir de todo aquello que ocluye nuestra posibilidad de desarrollarnos en nuestra condición de seres humanos facultados a razonar en un ámbito de libertad.En nombre de la política se ha encerrado a la democracia. La llave para que la podamos liberar, está en todos y cada uno de nosotros, cuando nos convenzamos de esto mismo, actuaremos en consecuencia, iremos a su rescate y liberación, manifestándonos como los políticos que la soltaron de su reclusión, para que esta finalmente nos brinde lo mejor que tiene; la posibilidad de que nos podamos entender y comprender en nuestras diferencias, sin necesidad de que ni por la violencia del hecho o del número nos tengamos que imponer nada.

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