Ese maldito vicio

Por Guillermo Robles Ramírez
En la vida hay y sobreviven frases coloquiales o pueblerinas como la expresión de “maldito vicio” aplicado cuando algún familiar cercano o lejano, también un amigo o conocido, se entrega al vicio de la droga, del juego, la bebida, el cigarro, etc.

En nuestro país uno de estos “maldito vicio”, llegó para quedarse teniendo registro desde el siglo XIX y aunque con el paso de los años fue creciendo tanto que también en Coahuila, tuvo su época en donde estas casas de apuestas se establecieron, sin embargo, por motivos de inseguridad con la delincuencia organizada se tomó la medida de prohibirlas en el año 2012.

Lo mismo sucedió con algunos otros estados de la república mexicana, pero no por ello significo su caída o desaparición de los casinos, sino continuaron prosperando las casas mal llamadas casinos que no son otra cosa más que “desplumaderos” de aquellos ingenuos que piensan, están convencidos y obsesionados de que el jugar en las “maquinitas” los van a sacar de pobres.

No hay que olvidar que los casinos son buenos negocios, porque de lo contrario, es decir, sino no fueran, no existirán tantos ni tampoco se multiplicarían como está ocurriendo en la actualidad, ya que existen un poco más de 400 en el país, sin embargo, su evolución brincó a las plataformas digitales, siendo cada vez más populares que hasta se puede jugar y apostar dinero en los teléfonos celulares.

Su problema no fue la legalización en nuestro país tanto en esos edificios que tan solo entrar se notaba su modernización en las famosas traga monedas en donde su digitalización en sus monitores y música te transportaba a cualquier lugar del mundo, artista favorito y hasta un mundo de fantasía. Así como tampoco hubo problema con la legalización en nuestro país para el uso de los juegos de apuesta o casinos virtuales ya sea en la web o por medio de aplicaciones para celulares tanto para Android y iOS.

El problema es que la jugada sea de “maquinitas”, de barajas, de a “maicito”, “frijolito” o “coscorrón”, tienen sus consecuencias y esa se llama adicción, compulsión o vicio, que para el caso es lo mismo.

Pues bien, una muestra de las consecuencias de esos negocios mal llamados casinos, ya se está presentando cuando amas de casa, aunque resulte inverosímil, así como se duermen y levantan con los pelos parados, media piyama, en pants como si salieran a correr y despintadas o medio embarradas de los cosméticos que a las mamás les hace ver un poco “mejorcito”, tardan más en llevar a los niños a la guardería, al kínder o  primaria sea oficial o privada, que ellas en estar sentadas en una de esas “despelucaderas” maquinitas.

Aunque reitero en aquellas entidades federativas en donde no están prohibidos los casinos, aunque por medio de vía web o celulares no está limitado, es decir, se puede jugar en todo México.

Y también haciendo la aclaración que no se trata solo del sexo femenino, sino también los hay entre los hombres, que con el cuento de que van a entrevistarse con un cliente, no dejan ni pierden el tiempo en llegar y echarse una “sentadita” para recuperar lo que perdieron un día o varios días anteriores, pero triste realidad, que esos adictos siguen esperando su “día de la suerte”.

Ese maldito vicio, ha sido el causante de escenarios como aquella ama de casa pretendió suicidarse dizque porque peleó con su marido. Oh sorpresa, la mujer el único lugar que encontró para huir por la puerta falsa, fue un casino.

La discusión de la fémina y el “intento de suicidio” fue precisamente porque la dama no dejaba de acudir a esas indefensas “maquinitas”.

Ese maldito vicio ha arrastrado a compulsivas jugadoras y jugadores a cometer pecados imperdonables como fue el caso registrado en donde una madre y abuela de un pequeño de 5 años de edad, fue dejado en el interior del automóvil que la primera lo estacionó afuera de un casino para junto con la madre, de la mala madre, meterse y jugar en las “maquinitas”.

El pequeño desesperado porque su mamá y abuela no regresaban lloró tanto que lo escucharon unos policías quienes entraron al casino para identificar no al o la dueña del coche, sino a los familiares del pequeño, pretextando ante la autoridad haber entrado al casino solo hacer “pipi”. Sí cómo no, dijo el ranchero y ¿tú nieve de que la quieres?

Hágame usted el favor, hasta qué grado nos está llevando el vicio de la jugada y aunque como en todo, el vicioso se defiende y no faltan mujer y hombre que se disculpe con que “hay peores vicios” o la clásica expresión de es mejor jugar que beber alcohol, como si esas excusas perdonaran el maldito vicio de la jugada. Aunque con la modernidad de poder jugar en los celulares, esas encerronas dentro de los baños que duran horas bajo el pretexto de cualquier índole hacen que se pierdan en el sanitario sino también ocupan los baños públicos, y tiendas departamentales en donde sus trabajadores toman su descanso encerrados en el retrete.  (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org

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