EL HOYO NUESTRO DE CADA DIA
por Claudio Adrián Montaño Mier
«Hay en cada uno de nosotros, incluso aquellos que parecen ser los más moderados, un tipo de deseo que es terrible, salvaje y sin ley». Platón
La película española “El hoyo” del director Galder Gaztelu-Urrutia distribuida en una plataforma de entretenimiento por streaming, relata la situación de presos que son organizados en niveles verticales, en cuyo centro, una plataforma desciende llevando la comida para los reos, la novedad es que la comida va perdiendo calidad y cantidad conforme baja y, en este proceso, cada uno de ellos reacciona en un afán de sobrevivir.
La situación extrae de cada uno lo peor, o lo mejor y conforme avanza la trama la situación no se pone mejor.
La situación de hoy día es muy similar a lo que sucede en el filme, una situación que rompe nuestra cotidianidad, que nos obliga a salir de nuestra zona de confort y que genera un efecto invasor en las redes: culpar a alguien, criticar a alguien, atacar a alguien o desmentir a alguien. Y ese alguien se ve personificado en el presidente, el gobernador, el secretario de salud, el alcalde, el vecino que anda en la calle, el de la tienda que ya no tiene huevo, el que opina diferente de mí, el que aplaude a “X” partido político, el que no se lava las manos, el que se las lava mucho, el que comparte una receta que no me gusta, el que no la comparte, etc.
Durante estos días vemos desfilar frente a nosotros toda una colección de oportunistas que sacan agua para su molino, desinformando, confundiendo y queriendo sacar su tajada política en torno a las elecciones intermedias que se realizarán el próximo año. Artistas que con sacar un tutorial de “Como lavarse las manos”, critican y reclaman a las autoridades por no apegarse a su opinión, comparativos entre las cifras de España e Italia con las de México sin detenerse a pensar en que nuestro país es completamente diferente, nuestro genoma, alimentación, entorno geográfico, hábitos, cultura, e idiosincrasia es totalmente diferente. Esto no quiere decir que no tomemos precauciones, por el contrario, pero también requerimos paz en nuestras vidas, que empleemos un lenguaje solidario.
Caímos al bache para repensar en si lo que estamos haciendo esta bien, si mi negocio tiene la fortaleza para sobrevivir o si requiere adaptarse a nuevas circunstancias, reaprender a lavarse las manos no hoy, siempre, a comer sano, a hacer ejercicio, a que aquellos que pueden darse el beneficio de pasar la cuarentena encerrados valoren su trabajo y a que aquellos que están obligados a trabajar al dia comiencen a ahorrar para un futuro que aún no está escrito.
Es precisamente el hoyo que nosotros hemos cavado en nuestras vidas y que no nos permite apreciar que a pesar de todo lo “malo” que hay en estos dias, tambien hay cosas buenas: la oportunidad de estar en familia, el tiempo para concluir un proyecto, el espacio para aprender cosas nuevas, es un momento de construir al nuevo mexicano, aquel que ve en la adversidad la oportunidad para reconstruirse, de poner todo de su parte para salir adelante. Es la oportunidad de reescribir nuestro futuro, aprender de los errores y, sobre todo, fortalecer el sentido de responsabilidad colectiva para aprender a cuidarnos entre todos. El mexicano debe aprender a cuidar a su familia, a su comunidad porque es la única forma de mantenernos a salvo como individuos.
“Lo peor de la peste no es lo que mata los cuerpos, sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso.” Albert Camus
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