El cimarrón, símbolo de rebeldía contra la esclavitud
La Habana, (PL) En el siglo XV Portugal se convirtió en el primer país de Europa con presencia en África cuando sus navegantes arribaron a las costas de la región, que abrió uno de los capítulos más tristes y humillantes para
los pueblos del continente.
En el siglo siguiente traficantes portugueses asociados a la Corona
lusitana iniciaron la caza y envío de hombres y mujeres de las regiones occidentales africanas a la colonia de Brasil para trabajar en régimen de explotación esclavista en plantaciones de caña de azúcar.
Más tarde la trata se intensificó. Traficantes ingleses, franceses,
holandeses y españoles imitaron a los portugueses, debido a que esas naciones europeas habían afirmado su dominio colonial en América y el Caribe donde aplicaban igualmente el sistema esclavista en haciendas de caña de azúcar, algodón y otros cultivos, y también en la minería.
La mano de obra aborigen sometida a crueles abusos no era suficiente, y los dueños de plantaciones demandaban más fuerza de trabajo. En las zonas occidentales africanas se multiplicó la cacería de nativos que eran llevados a centros como Gore para posteriormente embarcarlos en buques negreros con destino al llamado Nuevo Mundo.
Acuciosos investigadores han calculado en más de 20 millones los africanos que llegaron a América y el Caribe, otra cifra considerable, aunque desconocida, pereció en el trayecto al no poder soportar los rigores de la travesía.
En casi todas las naciones americanas y caribeñas los amos sometían a los africanos a abusivos sistemas de trabajo y les aplicaban castigos que parecían salidos de mentes diabólicas, lo que motivó que desde el mismo siglo XVI se produjeran las primeras resistencias de los esclavos que tuvieron su expresión más notable en el cimarronaje.
Con el trabajo esclavista se construyó la riqueza y el bienestar de la clase dominante blanca de ascendencia mayoritariamente europea en las naciones donde floreció ese sistema, pero en la medida en que los explotadores se enriquecían aumentaba la rebeldía de los esclavos.
Estos huían de las haciendas hacia el monte, las montañas o la selva,
según los países, y constituían poblados, los denominados palenques, donde hacían vida comunitaria, y debían defenderse de las persecuciones organizadas por los amos y ejecutadas por sus implacables capataces y bandas armadas.
En las colonias caribeñas de Gran Bretaña, Francia, Holanda y España, la resistencia de los esclavos adoptó proporciones que alarmó a los propietarios de plantaciones, pero la bárbara represión de los esclavistas no pudo contener el desarrollo continuo del cimarronaje.
ZUMBI, EL REBELDE
Un ejemplo paradigmático fue el de Zumbi en Brasil. Muy joven Zumbi asumió el mando del palenque Palmares, que esclavos fugitivos formaron a fines del siglo XVI en una zona alejada y selvática del actual estado de Alagoas, y desde allí condujo la resistencia contra numerosas embestidas del ejército colonial y grupos mercenarios.
En la región dominada por esclavos fugitivos existían varios poblados en medio de la selva. El mayor de ellos era una villa bautizada como Macaco, tenía unas mil 500 casas y más de ocho mil habitantes que se dedicaban a una agricultura básica y una metalurgia rudimentaria.
Bajo el mando de Zumbi, los «palmarinos» se organizaron para atacar sorpresivamente las enormes plantaciones de caña de azúcar y liberar a más esclavos que huían en dirección al palenque de Palmares llevándose las herramientas de sus antiguos dueños. El 20 de noviembre de 1695 murió Zumbi en desigual combate, pero grupos armados resistieron en la zona hasta 1730.
En Haití, La revolución de 1791 protagonizada por los esclavos haitianos bajo la dirección de Toussaint Louverture, no sólo marcó la independencia
de la nación caribeña, la primera en emanciparse del yugo colonial europeo en el hemisferio occidental, sino que fue punto de partida para las guerras de independencia en América Latina y el Caribe.
En 1834 Gran Bretaña, pionera de la Revolución industrial, no estaba
interesada ya en la trata de esclavos y la declaró ilegal, al mismo tiempo prohibió la esclavitud en sus colonias de América y Africa. Sin embargo, su acatamiento encontró tenaz resistencia en las colonias dominadas por los europeos.
El rechazo a la norma británica por los dueños de plantaciones que se beneficiaban con el trabajo esclavista, determinó que su aplicación no se hiciera efectiva de inmediato y la esclavitud continuó en numerosos países durante varias décadas a lo largo del siglo XIX.
Incluso, la Corona británica estableció una base naval en la bahía de
Freetown, en su Colonia africana de Sierra Leona, para perseguir a los
violadores de la decisión de Londres.
Pero nada podría detener el curso de la historia a pesar de la oposición de los esclavistas. No sin luchas o presiones de los abolicionistas, progresivamente el infamante flagelo de la esclavitud fue abolido en las naciones de América y el Caribe.
Monumentos en homenaje a la rebeldía esclava, considerada como precursora de la independencia de América, se han levantado en varios países.
En Brasil, la primera nación en recibir esclavos en el siglo XVI y la última en abolir la esclavitud el 13 de mayo de 1888, cada 20 de noviembre se le rinde tributo a Zumbi, símbolo de los africanos esclavizados, y se erigió en su honor un busto de bronce en la ciudad de Río de Janeiro.
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