El Victor que nos hizo menos miserables

La Habana (PL).- Cuando hace exactamente 213 años la francesa Sophie Trébuchet traía a este mundo a su cría, jamás soñó que aquel niño, a quien nombró Victor, se convertiría en el más grande de todos los Hugo.
Aquel 26 de febrero de 1802 pasará a la historia como el día en que nació uno de los máximos exponentes de la etapa Romántica que le tocó vivir y para muchos podría estar ubicado entre los más grandes artífices de las letras, sin distinción de época o estilo.
Su obra Los miserables (1862) se convirtió en un paradigma para los que no tienen nada, o casi nada, los oprimidos de este planeta que el propio autor llamó parias, desamparados… en fin, los que viven en la absoluta miseria.
Los orígenes de Victor Hugo, hijo de un general imperial y protegido del rey Luis XVIII, no tienen mucho que ver con el importunado prófugo Jean Valjean de su libro, pero tal fue la afinidad y sentimiento vertidos por el escritor en su prosa que pocos podrían discutir ese sentimiento de conocimiento de causa y sensibilidad que nos transmite el nacido en la región de Besanzón aquel lejano 26 de febrero.
El paulatino progreso de Valjean tanto en lo material como en lo espiritual dejan un sonado contraste con la caída moral de la también humilde Fantine, devenida prostituta con tal de mantenerse ella y a su hija Cosette, quizás el más emblemático de los personajes pues es la cara y portada de esta excepcional obra. La imagen de una chica en la más cruda pobreza, barriendo un inundado suelo y cubierta con harapos, es probablemente una de las más reconocibles que el mundo literario nos ha regalado, equiparable a otras memorables como la del furibundo Quijote cargando contra una horda de molinos.
Más allá de vacíos mensajes inspiradores o cuentos de hadas trasladados a las mugrientas calles de Digne y demás locaciones del relato, el mérito principal de Hugo recae en su hiriente capacidad de hurgar en la psiquis humana y retratarnos tal y como somos: con nuestras virtudes y defectos. De ahí que su mensaje pueda traspolarse a cualquier lugar del planeta.
Tal es el impacto global de su obra maestra que ha sido llevada al cine, al teatro, a la música y la televisión en una multitud de ocasiones en países como la propia Francia, España, Estados Unidos, Inglaterra o México, siempre con ese aire romántico e inspirador inicial.

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