EE.UU.: Leer a Katrina 10 años después
La Habana (PL) A 10 años del azote del huracán Katrina, el presidente estadounidense, Barack Obama, alabó el resurgimiento de Nueva Orleans, reconoció el esfuerzo de autoridades y residentes, pero también señaló el desafío que suponen problemas como la desigualdad y el racismo.
El mandatario recorrió zonas fuertemente afectadas hace una década -como los barrios de Treme y Lower Ninth Ward- por un fenómeno atmosférico que dejó bajo las aguas al 80 por ciento de la urbe y legó una estela de desgracia humana (mil 833 muertos) y caos material (unos 151 mil millones de dólares en pérdidas).
«Ustedes me inspiran», aseguró Obama, mostrando su complacencia por la «extraordinaria resiliencia» de la ciudad de Jazz, llamada la Big Easy.
En su discurso de ocasión, Obama elogió a funcionarios locales y a su propia administración, y dio gracias a «la gente de Nueva Orleans, que trabajan juntas» en una ciudad que ahora «se mueve en la dirección correcta…».
Opinó que Katrina -categoría cinco en la escala Saffir-Simpson- comenzó «como un desastre natural» pero se convirtió en «un desastre provocado por el hombre, (…) un fracaso del Gobierno por no atender a sus propios ciudadanos».
«Si Katrina fue un ejemplo de lo que sucede cuando el gobierno falla, la recuperación ha sido un ejemplo de lo que sucede cuando el gobierno trabaja en conjunto», enfatizó Obama, aludiendo a la inoperancia demostrada en los días de la catástrofe por el gobierno republicano de George W. Bush.
A regañadientes, Bush mismo reconoció al final de su mandato que algunas cosas pudieron hacerse de otro modo y se recriminó de alguna manera por solo sobrevolar las zonas golpeadas y no plantar pie en tierra tras el paso del meteoro.
Luego de una década Obama no dejó de apuntar lo obvio: la reconstrucción de Nueva Orleans aún no está completa y es preciso no solo resolver los problemas directamente atribuibles a Katrina -que desplazó en su momento a cientos de miles de personas y destruyó infraestructura pública y unas 250 mil viviendas-, sino también otras taras mucho más profundas.
«Lo que hizo el huracán -estableció Obama- fue poner al desnudo todo lo que ignoramos todos los días, y es que hay comunidades enteras que son pobres, que no tienen oportunidades significativas, que no tienen esperanza y que quedan en el olvido».
«Nueva Orleans ha estado durante mucho tiempo plagada por una desigualdad estructural que dejó a mucha gente, especialmente a los pobres y a las personas de color, sin puestos de trabajo de calidad o una cobertura sanitaria asequible o una vivienda digna», estableció el jefe de la Casa Blanca, quien últimamente ha puesto énfasis en estas ideas ante el aumento de tensiones sociales y raciales.
Con perspectiva histórica, el primer Presidente negro de Estados Unidos insistió en su descripción de una situación que precedió Katrina y que todavía perdura, pues Nueva Orleans -con una gran población afroamericana- mantiene índices de desigualdad superiores a la media nacional.
«Demasiados niños crecieron rodeados de delitos violentos, y asistían a escuelas de baja calidad donde pocos tenían una oportunidad de salir de la pobreza. Y así, como contra un cuerpo ya débil y desnutrido, la tormenta golpeó», recordó.
En buena medida, Obama sorteó el peligro de trasmitir solo un mensaje celebratorio y de autocomplacencia, ya que según una encuesta de Louisiana State University la gran mayoría de blancos en Nueva Orleans creen que la región ya se recuperó de la catástrofe, pero alrededor del 60 por ciento de negros opina lo contrario.
Medios de prensa como The New York Times (NYT) confirmaron que quedan cuentas pendientes en Nueva Orleans, pero también que ha mejorado el panorama económico y se ha invertido en infraestructuras gracias a un gasto alrededor de 71 mil millones de dólares (provisto por las administraciones de Bush y Obama).
Con motivo de la conmemoración, la Casa Blanca promocionó la entrega de 6,5 mil millones de dólares en ayuda federal desde 2009 para proyectos de obras públicas y de 102 millones gastados en el mejoramiento del sistema escolar en las zonas golpeadas por Katrina.
Según el diario neoyorquino, se ha logrado al menos revertir algunas tendencias negativas: la gran recesión de 2008 a 2010 solo disolvió el uno por ciento de los empleos en la región, mientras a nivel nacional desaparecía el cinco por ciento de los puestos de trabajo; desde entonces, también ha crecido la ocupación laboral a un mayor ritmo que en el resto del país.
Ahora, florecen en la zona nuevas empresas y empleos en sectores como tecnología, medios de comunicación y generación de electricidad; el turismo tiene una dinámica positiva, y se ha elevado la inversión en capitales de riesgo.
Tal como hiciera durante su campaña de 2008 -cuando prometió que si llegaba al despacho Oval no le fallaría a Nueva Orleans y a la Costa del Golfo-, Obama aseguró que el trabajo continuará «hasta que todo el mundo que quiera regresar a casa, pueda hacerlo».
NYT aclaró que el mérito corresponde solo en parte al gobierno federal pues ha sido liderado igualmente por funcionarios locales, estatales y legisladores.
De cualquier manera, el propio alcalde Mitch Landrieu afirmó recientemente que «este Presidente ha sido espectacular en su asociación conmigo y el resto del pueblo de Nueva Orleans en la reconstrucción de esta gran ciudad estadounidense».
Obama aprovechó para condensar en una idea sus promesas cumplidas y pendientes, los avances visibles y los lastres que aún desafían a los habitantes de Nueva Orleans.
«El proyecto de reconstrucción aquí no fue simplemente para restaurar la ciudad tal como había sido; fue para construir una ciudad como debe ser -una ciudad donde todo el mundo, sin importar quiénes son o cómo se ven o cuánto dinero tienen- tenga una oportunidad…», dijo.
En octubre de 2012, la Casa Blanca también debió hacer frente a los desastrosos efectos de la supertormenta Sandy, que castigó la Costa Este y dejó 132 norteamericanos muertos y pérdidas estimadas en más de 60 mil millones de dólares (incluidas cientos de miles de edificaciones afectadas en Nueva York y Nueva Jersey).
También en esa ocasión fue cuestionada la rapidez y efectividad de la respuesta gubernamental inmediatamente después del paso destructor de ese ciclón postropical.
EL CAMBIO CLIMÁTICO COMO AMENAZA
Un tema que rodeó la conmemoración por los 10 años del Katrina fue la campaña que impulsa Obama para generar conciencia sobre la responsabilidad humana en el cambio climático.
En su visita a Nueva Orleans, el dignatario no puso demasiado énfasis en el vínculo entre fenómenos climatológicos como Katrina o Sandy -cada vez más potentes y frecuentes- y el calentamiento global.
Sin embargo, no dejó de advertir que «vamos a ver más eventos extremos como resultado del cambio climático».
El sábado último -en exacta coincidencia con el décimo aniversario del paso de Katrina por Nueva Orleans (29 de agosto de 2005)-, Obama reiteró su llamado a luchar contra el cambio climático, que en su opinión constituye una amenaza de primer orden para la seguridad nacional.
Poco antes de su visita a Alaska, el jefe de Estado comentó que el gobernador Bill Walker le ha informado sobre el «peligro inminente» que significa el aumento del nivel del océano para algunas poblaciones de ese territorio.
«Ya el aumento de los niveles del mar están empezando a tragar una comunidad isleña», indicó Obama, quien agregó que Alaska sufre ahora «incendios forestales más frecuentes y extensos», mientras que «tormentas más grande surgen a medida que se derrite más rápido el hielo».
«Si otro país -reflexionó- amenazara con acabar con una ciudad estadounidense, haríamos todo lo posible para protegernos. El cambio climático plantea la misma amenaza, ahora mismo».
En agosto, Obama propuso una regulación federal para reducir las emisiones de metano por la industria petrolera y de gas natural en el país: el objetivo es reducir los gases de efecto invernadero entre un 40 y un 45 por ciento en la próxima década a partir de los niveles de 2012.
También lanzó un Plan de Energía Limpia que busca disminuir para 2030 las emisiones de carbono en centrales termoeléctricas en un 32 por ciento con respecto a los niveles de 2005.
«Esta es nuestro llamado de atención. Y mientras yo sea presidente, Estados Unidos liderará el mundo para enfrentar la amenaza del cambio climático antes de que sea demasiado tarde», afirmó a pocos meses para la conferencia de Naciones Unidas sobre el clima, fijada para el próximo diciembre en París.
Mientras enormes incendios devoran hectáreas de vegetación en este país, gran parte de los políticos republicanos -quienes controlan el Congreso- se mantienen escépticos o abiertamente opuestos a las advertencias de la comunidad científica sobre la influencia humana en el calentamiento global y sus adversos efectos para el presente y futuro de las sociedades.
Para quien sepa leerlas, el trauma de Katrina dejó valiosas enseñanzas: que la ineficiencia de la respuesta ante catástrofes no solo es cosa de naciones subdesarrolladas; que la potencia letal de un desastre natural se maximiza cuando existe un sustrato de pobreza, desigualdad y segregación; que la acción contaminante del hombre moderno suele generar aterradores «efectos boomerang».
Para quien sepa leerlas…
Deja un comentario