DICHO SEA DE PASO: EL CLUB DE LOS MEDIOCRES

Para Claudia.

Felicidades por alcanzar un éxito más en tu vida.

 

El escritor francés Joseph Joubert decía que «La mediocridad es excelente en los ojos de los mediocres», solo viéndolo de esta manera, pueden parecer sinceros los últimos discursos del presidente Peña Nieto.

 

Y es que después de los pésimos resultados que se ven después de dos años de gestión de este gobierno, pareciera incomprensible que se echen las campanas al vuelo y se festejen resultados que a un gobernante sensato, cuando menos, le darían vergüenza.

 

Basta una reflexión acerca de los datos económicos, dados a conocer por el INEGI el pasado viernes 20, para entender que el estado de la economía no es para presumirse ni para celebrarse.

 

El crecimiento del 2.1% que se tuvo en todo el 2014, dista mucho de aquel de 3.9%, que se dijo que se tendría si es que las reformas estructurales eran aprobadas, lo que nos muestra que el gobierno, otra vez y como tantas veces, nos llevó al aceptar sus propuestas, presentando escenarios falsos e improbables.

 

No sólo no se creció a los niveles que se nos habían dicho sino que, después de muchos recortes en la expectativa de crecimiento, lo que llevo a un cambio en la metodología y a fijar las metas, no es datos concretos sino en rangos, nos quedamos en la parte baja del rango establecido.

 

Al alardear el presidente de resultados mediocres, sólo  se evidencia la mediocridad del propio presidente.

 

Enrique Peña Nieto celebra los resultados, y los compara con los de otros países, que en su mayoría son mucho peores que los del nuestro. Lejos de aspirar a compararnos con nuestro principal socio comercial, los Estados Unidos, se mantiene la costumbre de querer sentirnos mejor, porque otros están peor. Aún no entiendo que se olvide que mal de muchos, es consuelo de pendejos.

 

Y es que, se omiten los comparativos con países como Perú, Chile, Panamá o nuestro vecino del norte, que tuvieron un mucho mejor crecimiento, que tienen unos sistemas democráticos mas consolidados y que han logrado que el alcance en la economía, se vea replicado con el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes.

 

El crecimiento de la economía del país, en gran medida debe su aceleramiento a que el dinamismo económico de los Estados Unidos impulsa a México, pues es nuestro principal destino de exportación, sector que también se ve favorecido por una moneda devaluada. El crecimiento de nuestros socios comerciales, coloca cuesta abajo el reto económico del país y el gobierno apuesta a ello, pues al final de cuentas, de bajada, hasta las piedras ruedan. Ya se vio que el gobierno, no tiene un programa adecuado para generar por sí, el crecimiento prometido.

 

El ejecutivo no para de presumir lo poco, como si fuera mucho. Cegados por su soberbia, se resiste a ver la realidad del país y hace del discurso, una compilación de verdades a medias.

 

Basta ver que el presidente Peña Nieto se vanagloria de los números del empleo, que suenan interesantes, pero que nos desilusionan y nos vuelven a la realidad cuando datos, como los del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, nos hacen ver la mediocridad en la que nos estamos sumiendo.

 

De acuerdo a este Centro, los trabajadores con ingresos mayores a tres salarios mínimos, disminuyeron en 1 millón 64,515, mientras que los que ganan menos de tres salarios mínimos, aumentaron 894,689. Es decir, de los que trabajan, cada vez más, lo hacen por menos.

 

Y lejos de las muy optimistas previsiones del gobierno, quien se resiste a ajustar su perspectiva de crecimiento para este año, la realidad es que las cosas no pintan mejor. El dinamismo que ve el presidente, sólo parece estar presente en su imaginación, pues en verdad estamos en un estancamiento, con empleos mal pagados y amenazados por la informalidad. Un estudio de Salles Saiz Grant Thornton, una consultoría bastante seria, refiere que en 2015 solo un tercio de las empresas del país, tiene contemplado realizar nuevas contrataciones de personal.

 

Y es que es hora de que se dé cuenta el ejecutivo, que las palabras se las lleva el viento y sólo quedaran la evidencias de su fracaso.

 

La mediocridad diaria del país, es consecuencia del actuar miedoso de un gobierno que, aunque promueve muchos cambios, no ha cambiado nada.

 

De las encuestas que periódicamente se realizan entre especialistas, para conocer las perspectivas de crecimiento del país, se advierte que el sector privado comienza a ajustar a la baja sus previsiones, al igual que el Banco de México, y entre las principales causas se considera, la nula vigencia del Estado de Derecho. Hemos regresado a los tiempos donde una legislación se negocia para después negociar con la ley.

 

El presidente vive en un constante fracaso, ocasionado por una curiosa mezcla de genética política y mediocridad personal. Ha sido incapaz de imponer la generalidad de las normas, permitiendo continuos casos de excepción.

 

En el caso de la reforma educativa, Oaxaca se ha convertido en la muestra de la escasa fuerza del estado para hacer valer la ley. Los niños son instruidos por un grupo de pandilleros que, mediante el vandalismo, el chantaje y la extorsión política, siguen gozando de los beneficios de un sistema generado durante décadas, que les ha permitido cobrar sin trabajar y que su progreso personal, en el colmo de los absurdos, dependa de estar fastidiando la vida de los que sí trabajan.

 

El gobierno mexicano optó por la negociación y con ello ha iniciado su degradación política. No solo permite el caos administrativo en el área educativa, sino que, al tomarle la medida, los movimientos magisteriales se han colgado de otras banderas, haciendo de la protesta su negocio. Se han apoderado, ante la complacencia de la autoridad, de vehículos, presupuestos y carreteras que explotan sólo para su beneficio, aun cuando son propiedad de todos los mexicanos.

 

Es inconcebible que la fuerza pública, incluyendo a las fuerzas armadas, participen ahora en la negociación de la ley, entrando en un peligroso juego de intercambio de detenidos, por rehenes.

 

En el caso del ejercito, es deprimente, que escuchemos sus amargos lamentos por ser acusados, como dice el secretario de la defensa, sin pruebas. Es triste que suceda, pero lo más triste es que no se den cuenta de que si cae sobre ellos, la sombra de la sospecha, es porque en los casos donde si hubo pruebas, ellos se negaron a resolver el problema que generó más de una tragedia.

 

Y es que de este gobierno ya no se puede esperar nada diferente, pues ha demostrado que las marcas del pasado son el sello de su gestión.

 

No se puede combatir la corrupción, mientras el presidente no reconozca la maraña de corrupción en que está envuelto. No se puede hablar de la aplicación de la ley, mientras su camarilla, política y económica, siga siendo beneficiaria de la anarquía y la ilegalidad.la nominación de Medina Mora en la terna de la que saldrá el siguiente ministro de la Corte, más que una vacilada, por el historial del hoy embajador, es una peligrosa intentona del ejecutivo por extender sus tentáculos en el poder judicial, que mas allá de todo, preserva cierto grado de autonomía y goza de alguna credibilidad.

 

Es el momento de dar paso a las nuevas ideas. Es necesario el generar crecimiento y no sentirnos orgullosos simplemente porque hay otros más jodidos que nosotros. Es momento de quitarle un poco de poder, a ese club de mediocres a los que por alguna razón, se lo dimos hace tres años.

 

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