Viacrucis del “moche”

La nostalgia puede ser tan doloroso como si fuera una jaqueca. Este sentimiento puede dar por muchas razones y aunque no lo crean para aquellas personas que se vieron obligadas a salir no solo de sus hogares sino de su localidad de origen en busca de una oportunidad de tener un ingreso que le permita vivir si no de manera digna al menos solventar carencias y otros ahorran para su vejez; pero sin importar el motivo todo aquel migrante una vez que se estabiliza un poco dentro de su economía sufren una nostalgia por su lugar de origen.

Es fácil pensar que aquellas ciudades que viven a la cercanía de la zona fronteriza con los Estados Unidos, que se tiene una vida muy cómoda para cumplir el famoso sueño americano.

Durante muchas generaciones así se ha pensado y Coahuila es considerada como el estado más importante de tráfico comercial por su cercanía con el vecino país y sus excelentes vías de comunicación ferrarías, carretero y aire. En caso muy particular lo que son los municipios de Piedras Negras y Acuña son los únicos con los que cuentan puente fronterizo que existen otros como Hidalgo y Jiménez que su paso se hace de manera ilegal y a pie.

El famoso “sueño”, nace en cada uno de los mexicanos que tienen las intenciones de mejorar sus condiciones de vida y calidad para los integrantes de sus hogares y poder llevar a su familia el sustento diario.

En la gran mayoría de los casos debido a la crisis que se vive en el país no es posible encontrar una oportunidad de trabajo que permita ganar lo indispensable y sin recurrir al crimen organizado en busca de nuevos horizontes.

Es de ésta manera que se emprenden largos viajes de diferentes partes del país y Latinoamérica, para llegar a los diferentes puntos fronterizos o que colindan con los EU, para pasarse de mojado al otro lado.

No es nada nuevo si tan solo basta con visitar algunas centrales de autobuses, pero muy en particular la de San Juan de los Lagos, siendo común observar grandes cantidades de personas comprando sus boletos para trasladarse hasta Ciudad Juárez u otra frontera como la de Piedras Negras y Acuña.

El viacrucis de éstas personas comienza durante su viaje porque son interceptados por retenes de malos elementos de seguridad que con el objeto de brindarles mayor seguridad a los pasajeros son sometidos a una revisión para verificar si no portan armas o explosivos, pero con la verdadera y única intención de ver si tienen algo de dinero o valores para la práctica más antigua de los mexicanos, o sea el moche.

Una vez llegado a su destino es cuando se la juegan para pasar de mojados por la falta de un pasaporte o una mica laser autorizada por la embajada americana.

La situación de los paisanos no es nada fácil porque en la mayoría de los casos los medios de comunicación publican las detenciones por autoridades americanas, muertos, otros abandonados a su suerte por los famosos polleros, en los últimos casos en donde son objeto de cacería humana por los dueños de las vastas tierras de los tejanos que se divierten jugando tiro al blanco, quedando impune ante las autoridades norteamericanas por invadir su propiedad privada.

Muy lejos del sueño americano es la que sufren no solamente los paisanos sino muchos centroamericanos y aunque el gobierno federal ha hecho mucho para protegerlos contra los abusos del país vecino, pero se hace muy poco por no decir nulo para protegerlos desde el interior de la república.

El trato que reciben desde su camino por México a los Estados Unidos está muy remoto al sueño americano, pero tampoco al mexicano, ya que en ambos países existe el desempleo y el mal trato físico.

Lo cierto es que existen instituciones de gobierno, sociedades civiles, que de una u otra manera ayudan a los paisanos, pero lo que requieren no son migajas de limosna sino una reactivación en la economía formal e informal para que éstos últimos dejen de andar en la oscuridad de lo ilícito, para generar empleo estable y bien remunerado evitando o cuando menos disminuyendo el fenómeno migratorio para que no anden de aquí para allá o bien dejando moches por todos lados, siendo éstos el mejor panorama que el tener que enfrentarse a la muerte.

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