Veneno Puro: Cauda de Cangrejos

  • Cauda de Cangrejos
  • Sin Entrada a USA

Por Rafael Loret de Mola


Algunos quisieran ir para atrás acaso con el propósito imposible de mantener el sino de la ya vieja victoria de Andrés Manuel en 2018; otros, sin embargo, también quieren volver al pasado integrados a las filas del presidente –a quien está anclando un partido que le apoyó fuera de ideologías, el mugrero llamado PES-, exaltando el monopartidismo –esto es sólo valen MORENA y sus calculadores aliados como el PT-, porque no pueden concebir ni la mayor equivocación por parte del líder real y único del partido que ha sido mayoritario, en sendas Cámaras, a partir del primer día de septiembre de 2018… aunque cambiaron las cosas apenas recientemente. Ya vamos por dos años y medio.

Estoy convencido de que el miserable partido del presidente, con liderazgos hondamente contaminados y pueriles, no puede sobrevivir sin una reforma hasta los cimientos despejando, precisamente, a la horda de bandidos y sus títeres apropiados de su estructura. No es sólo cambiar de siglas sino modificar la rutina de la corrupción y tal resulta imposible porque ha sido ésta la ruta inexorable de los millonarios-políticos cuyas complicidades nacen del núcleo fuerte del narcotráfico y permanecen asidos al mismo con un cinismo inequívoco.

De cualquier manera, quiérase o no, el viejo priismo derrotado, ahora más morenista, logró acumular nueve millones doscientos ochenta mil sufragantes en el filo del abismo en 2018. Es curioso que sean casi el mismo número de votos que obtuvo, mediante un fraude escandaloso, Carlos Salinas en 1988; entonces se le acreditaron nueve millones 687 mil si bien, como todos sabemos, la intervención del miserable Manuel Bartlett, entonces secretario de Gobernación en funciones de presidente del Consejo Nacional Electoral, fue fundamental para asegurar con ello apenas una mayoría fingida de 50.7 por ciento.

Tiempo después me diría el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el mayor damnificado político de aquellos comicios, que lo peor fue el hecho de no contabilizar 45 mil casillas a lo largo del país –que marcaban, ampliamente, la diferencia-, cerrando los escrutinios groseramente hasta el punto de incendiar el Palacio de San Lázaro con tal de llevarse a la hoguera las evidencias… como ya había solicitado el cómplice de Bartlett, Diego Fernández de Cevallos, el panista más devastador de la era porque, según dijo, era demasiado costoso mantener el almacén repleto de boletas.

Pese a todo, no podemos menospreciar a los partidos políticos si queremos andar en democracia. Ya el pueblo sabe lo que puede lograr cuando se decanta a favor del cambio, más ahora que nunca, cuando el porcentaje alcanzado por el vencedor marcó una mayoría indiscutible y no una parodia como la de 1988. Este es el gran desafío del presente en la hora en la que debe determinarse cómo combatir a la dañina partidocracia –incluyendo a MORENA que pretende gobernar sola, sin alianzas como aquel burdo “pacto de México” con cauce hacia la ruptura de la izquierda-, sin acabar con el único modelo conocido para llevar adelante a la democracia: el régimen de partidos. En México es peor que una pandemia.

MORENA pudo lograrlo si en el Legislativo –de allí mi temor ante la escasa preparación de algunas decenas de parlamentarios-, se hubiese alejado del presidencialismo sin significar con ello una ruptura con quien los llevó a sus curules y escaños. Simplemente, la sana autonomía de la que nos habla la Carta Magna es aplicable para no caer en el coro de las alabanzas ni en la riesgosa actitud incondicional de algunos fanáticos.

El mejor bien que podrían hacerle a México los diputados y senadores de MORENA sería vindicar al Legislativo como poder supremo, como marca la Constitución por cuanto a la representación de la soberanía popular.

La Anécdota

En alguna ocasión, la colega Flor Berenguer, injustamente relegada de los medios –me identifico con ella por razones obvias-, invitó a Manuel Bartlett y le preguntó:

–Sabemos que usted no puede entrar a los Estados Unidos por las denuncias que hay en su contra por parte de la DEA –con relación a sus nexos con el narcotráfico y al asesinato del agente Enrique “Kiki” Camarena Salazar…

Tardó unos segundos el miserable para responder con un sarcasmo:

–¡Claro que puedo entrar! Lo difícil, en todo caso, será salir de allí.

¿Será la protección a este personaje execrable parte de las negociaciones del actual gobierno con el nuevo inquilino de la Casa Blanca?


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