Valores entendidos

Por Guillermo Robles Ramírez

No es un problema viejo, lo que sí que es un hecho que se lo han venido heredando o echando encima, administración municipal tras administración municipal y lo que sí es una verdad es que hay valores entendidos. De eso no hay duda y los hechos, valga la redundancia, demuestra que además de valores entendidos, existe complicidad.

Me refiero a los dimes y diretes que se lanzan instituciones bancarias y autoridades municipales de Saltillo, en particular en el caso de estas últimas, los mandos policiacos y de vialidad, al exigir los primeros una mayor vigilancia para que no les roben más los dineros de sus clientes y los segundos contestan que si quieren cuidar su negocio que contraten vigilancia privada y establezcan sistemas y métodos de alarma modernos, así como sistemas de cámaras inteligentes y botones de pánicos en sus cajas y cajeros automáticos enlazadas con las autoridades municipales.

Cada vez que se trata de solucionar esta situación existe una gran resistencia por parte de las instituciones bancarias, ya que en respuesta los banqueros contestan que no tienen por qué invertir en ese renglón, porque para eso pagan impuestos, aunque eso sea mentira, pues el impuesto lo pagan los propios cuenta habientes a quienes se les carga el IVA en sus intereses, comisiones por servicios, por inversiones y por otros muchos conceptos, pero que a final de cuentas se trata de un impuesto que no pagan los bancos, sino que se les descuenta a sus clientes, convirtiéndose en retenedores.

Ni una parte ni la otra resuelven, pero eso sí, los bancos reciben canonjías, facilidades e impunidad de las autoridades policiacas y de vialidad, cuyos elementos por órdenes de sus superiores no molestan a los clientes de los bancos que estacionan sus vehículos en lugares prohibidos, carriles de circulación continúa y paradas de carga y descarga de valores.

Este desorden de los clientes de los bancos, al menos en Saltillo, provoca problemas en el tráfico vehicular, anomalías que se suscitan frente a las narices y cara de los mismos uniformados y aun cuando los automovilistas que se ven afectados con la invasión y obstrucción de carriles normales escandalizan con sus cláxones, los agentes de tránsito o policías, incluyendo a los de bicicleta, no intervienen.

Según el decir de los mismos elementos policiacos y de vialidad, tienen órdenes superiores de no molestar a los clientes de los bancos, lo que confirma la complicidad y venta de impunidad que se da a los bancos, porque este tipo de privilegios no es gratuito.

Lo mismo sucede en Torreón, Monclova, Piedras Negras y algunos otros municipios de tamaño mediano.

Así que los coahuilenses deben acostumbrarse a la descarada impunidad que se da a los banqueros y que cualquier otro conductor que no sea cliente de banco alguno, sí será infraccionado hasta por ver feo al agente de tránsito o por no traer lavado su vehículo, al menos es lo que se ve a leguas y frente a los hechos no hay forma de desmentir, porque es más que suficiente hacer un pequeño recorrido por las principales calles de cada cabecera municipal y en el caso de la capital de Coahuila, con solo pasar por su avenida Allende que es donde más bancos hay, al menos de los que reciben la impunidad de las autoridades de vialidad. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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