A tiro de piedra: La balanza turística

Los bolsillos de los gobernantes deben ser de cristal
Enrique Tierno Galván

Terminar las llamadas “temporadas bajas” de arribo de turistas a Quintana Roo y lograr el establecimiento de poco más de una decena de vuelos internacionales con arribo a Cancún, costó al empresariado quintanarroense casi dos mil millones de pesos, fideicomisos en quiebra, la promoción turística y la recuperación de playas de los próximos años en total incertidumbre. Eso es lo que, por supuesto, no dirá el discurso oficial, no por los próximos tres meses.

Pero además, aunque en el discurso del gobierno federal el turismo se convirtió en una “prioridad” nacional, lo único que hasta la fecha ha tenido es un recorte constante en la cantidad de recursos que se asigna para el desarrollo de infraestructura, a grado tal que la obra más importante que el gobierno de Enrique Peña Nieto anunció para el sureste mexicano, fue cancelada desde la primera contracción presupuestal de 2014; el llamado tren transpeninsular, sin contar la pendiente construcción del puente sobre el sistema lagunar Nichupté, en Cancún, por donde circularían diariamente unos 58 mil vehículos, y cuya primera etapa, según se informó, sería licitada en este 2016, pero las obras tampoco terminan por llegar.

Y entonces resulta que durante los años del panismo en el gobierno federal, cuando tanto se criticaba la falta de coordinación administrativa con el gobierno quintanarroense, fue cuando más obras se hicieron, cuando la recuperación de playa fue una realidad, y no precisamente por la acción de gobernadores como Félix González Canto, acusado recientemente de desviar más de 400 millones de pesos, tan sólo en el rubro referido a la señalada recuperación de playas.

Es innegable el incremento del turismo en el país, México se ubicó en la décima posición del ranking mundial de la Organización Mundial de Turismo (OMT) de los países con mayor captación de turistas extranjeros durante el 2014, avanzando cinco lugares; al recibir más de 29 millones de turistas, pero mientras eso ocurría y Quintana Roo recibía a más de 18 millones de visitantes, las arcas de los fideicomisos de promoción eran vaciadas, los gastos en publicidad eran contratados a crédito, mismos que nunca se pagaron y el adeudo tan sólo en este último rubro supera a la fecha los 345 millones de pesos. Muchos turistas, mucha imagen, pocos recursos y muchos desfalcos, ese es el balance inmediato; pero que no se olvide que además existen faltantes por más de mil 464 millones de pesos, provenientes del Impuesto al Hospedaje que se recaudaron entre 2014 y 2015, que debieron entregarse también a los fideicomisos y que simplemente no ingresaron.

LA INFRAESTRUCTURA
Desde hace por lo menos diez años, las autoridades locales y federales han reconocido lo insuficiente que resulta el actual puente sobre el sistema lagunar Nichupté, que conduce del centro de Cancún a la zona hotelera, ante ello el Fondo Nacional del Turismo (Fonatur) en su delegación estatal solicitó y logró la aprobación, en enero del 2015, de la Manifestación de Impacto Ambiental, por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

De acuerdo al estudio realizado por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), por esa carretera circulan en promedio 72 mil vehículos diariamente, por ello la obra proyectada, cuyas características principales es que contará con mil 206.6 metros (1.2km) de longitud y conectará desde el kilómetro 7 al 9 del Boulevard Kukulcán; y que, se supone, iniciaría desde el año pasado; pero los anuncios de recortes presupuestales han generado un retraso tras otro En la licitación que debió realizarse, y a menos de tres meses de que Roberto Borge Angulo deje el encargo simplemente nada ocurre.

A principios de 2015 la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), anunció un recorte presupuestal por más de 124 mil millones de pesos, derivado de la marcada reducción en los ingresos petroleros. Por ello, a la Sectur le recortaron 500 millones de pesos de su presupuesto. El puente sobre la Nichupté requería para su construcción –en el proyecto de 2015-, por lo menos 800 millones de inversión.

El tiempo para la conclusión del puente, contando los del proceso de licitación, es de por lo menos 20 meses; es decir, si este mes de julio de 2016 anunciara Fonatur el inicio de los trabajos, la obra concluiría aproximadamente en marzo de 2018; por tanto, la obra queda como un pendiente para la administración de Roberto Borge Angulo y muy probablemente hasta para la de Enrique Peña Nieto; dependerá entonces de los esfuerzos de Carlos Joaquín González.

¿Y LAS PLAYAS?
La última recuperación de playas en Quintana Roo ocurrió en 2010, durante la administración de Felipe Calderón Hinojosa; y desde entonces se han perdido unos 800 metros de playa, según reportaron medios locales en abril del 2015, puntualizando que los estudios sobre dicha erosión estaban en marcha y se tendrían listos para el mes de junio de ese año, por parte de la Secretaría de Infraestructura y Transporte (Sintra).

Desde 2013 los hoteleros han solicitado la reactivación del Fideicomiso para la Restauración, Recuperación, Sostenimiento y Mantenimiento de la Zona Federal Marítimo Terrestre, para tener un fondo monetario para atender la pérdida de arenales en los litorales del destino turístico más importante de México; y en este 2015 ya han hecho la demanda en varias ocasiones; y fue hasta abril de 2016 que el ex presidente de los hoteleros de Cancún y Puerto Morelos, José Chapur Zahoul, denunció el desvío de por lo menos 400 millones de pesos, desde la administración de Félix González Canto, que debieron ser usados para pagar la deuda del fideicomiso, pero nada de eso ocurrió, así que no hay recursos, no habrá recuperación de playas; y faltará ver entonces si, por lo menos, hay sancionados.

Cabe señalar que la Sectur tenía entre las acciones a realizar desde el 2015, la recuperación de 16 playas del país, en ocho estados de la República, entre las que se encuentra Quintana Roo, pero hasta ahora, así como nada ha dicho sobre el puente sobre la Laguna Nichupté, tampoco lo ha hecho con respecto a la recuperación de playas.

LOS PUEBLOS MÁGICOS
Hasta 2015, Quintana Roo contaba tan sólo con un pueblo mágico, Bacalar, pero a finales de septiembre de ese año, Isla Mujeres y Tulum obtuvieron el distintivo; y aunque el gobierno federal anunció que los recortes presupuestales federales no afectaría el desarrollo de este tipo de localidades en todo el país –son cien en total-, lo cierto es que de los 400 millones de pesos asignados para atenderlos poco se ha sabido por los rumbos quintanarroenses.

Ahora bien, entre las nuevas reglas de operación aprobadas para los pueblos mágicos, cuando el actual gobernador electo de Quintana Roo aún se desempeñaba como subsecretario de Planeación y Política Turística, están las que exigen que las entidades federativas destinen recursos de su presupuesto para el desarrollo de infraestructura. Tal vez ahí se encuentre la explicación por la cual en los nuevos pueblos mágicos de la entidad no hay diferencia de cuando no tenían distintivo alguno.

Así, la actividad turística de los últimos años ha sido fortalecida, la cantidad de turistas se ha incrementado y la promoción es mucho más efectiva; la problemática del sector existe, en todo caso, en la mala –o dolosa- administración de los recursos que deben ser entregados a los fideicomisos; unos dos mil millones de pesos detectados hasta ahora, lo que pone en riesgo justamente los logros alcanzados, a menos que lo desviado sea regresado a las arcas públicas, pero para que eso ocurra tendrán que señalarse –y preferentemente sancionarse- a los responsables de tales desvíos; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima. Sígame en Twitter @julianisaac77

Como siempre, le dejo notas que fundamentan lo expresado:

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