Desafío: Herencias Podridas

  • Herencias Podridas
  • ¿Necesario un Paro?
  • “Milagro” en Morelos

La efeméride de hoy no tiene que ver con nuestra pretendida libertad sino es recordatorio de una hegemonía, la estadounidense, que nos ata sin remedio. Por allí alegan sobre cuánto ha robado la Unión Americana aprovechando la corrupción de sus vecinos y el creciente temor de sus aliados; es tanto, insisten, que si regresaran todo cuanto arrebataron se quedarían tan solo con la Estatua de la Libertad, faro de peregrinos y espejismo de emigrantes, un regalo de Francia para la gran Babilonia de nuestro tiempo, Nueva York.

Por desgracia, el poderío del vecino es tanto que sus decisiones unilaterales nos afectan sin remedio; incluso, perdidas las rectorías sociales, económicas y hasta políticas, no es desconocida la injerencia de la Casa Blanca en el derrotero de nuestro país y su deleznable sistema político, indeseable ya para buena parte de los mexicanos. Romper esta estructura no es sólo cuestión de votar por alguna de las opciones de la partidocracia, cuya fusión con el presidencialismo ha sido devastadora, sino entraña el desafío tremendo de construir una estructura paralela en la cual, de entrada, la corrupción sea sólo referente menor porque extinguirla es, sencillamente, una lejana utopía en un pueblo formado, casi de manera natural, en la práctica inmoral de obtener recursos malsanos, dineros sucios y carteras ajenas.

La terrible deformación, por desgracia, no se supera en unos cuantos meses por mil proclamas que lancen los demagogos de siempre, deseosos de conquistar voluntades a punta de palabras tantas veces huecas cuyo cauce es, nada menos, la traición. ¿O acaso no se sintieron defraudados, amables lectores, cuando el cambio ofertado por los fox, devino en un continuismo degradante y paralizante? ¿Y la oferta de empleos de calderón acaso no fue llevada hacia los campos de batallas en donde las mafias, la estatal y la criminal que carcome a la primera y la coopta, se encontraron sin remedio?

En la misma línea, los “compromisos de campaña” de señor peña han resultado una triste parábola para justificar la corrupción bajo el alegato de emergencias generadas, obviamente, por el propio gobierno devastador en una extraña mezcla de irresponsabilidad y nulo patriotismo, de traiciones que salen a la luz ya, con un objetivo execrable: el incendio nacional para así posibilitar el mantenimiento del estado de cosas frente a las exigencias de la ciudadanía de cambiar, de plano, no sólo al gobierno lacerante y tramposo sino al sistema mismo que lo prohijó lo mismo al actual que a sus predecesores.

Falló la derecha; lo mismo que el falso centro ofrecido para el retorno del partido sostenedor de una dictadura disfrazada de democracia –cuando la aristocracia vuela graciosa y manipuladora por todos los rincones del país-, y hasta en la izquierda perdida, sin remedio, por los mesianismos y otras patrañas destinadas a dividirla y así hacerle el juego a quienes, obviamente, detestan a quienes combaten la inmoral relación enferma entre los capitales multimillonarios y la pobreza creciente. Bien sabemos que las “crisis” periódicas enriquecen más a los multimillonarios y depauperan al colectivo.

Pese a ello, en el último traspiés financiero, como efecto del célebre “Brexit” británico y el abandono de Gran Bretaña de la Unión Europea –si bien hay voces, desde Escocia, Irlanda y Londres, que reclaman un nuevo plebiscito acaso “arrepentidos” de la catástrofe creada oficiosamente-, produjo una pérdida sustantiva en las fortunas de los grandes capitales. Carlos Slim Helú, la joya de la corona mexicana –la política, no la cervecera que también pesa-, dejó en la ruta algo así como dos mil 700 millones de dólares mientras el millonario criminal, Germán Larrea, botó más de cuatrocientos millones de dólares que hubiesen servido para mejorar las condiciones infrahumanas a las cuales sujeta a sus mineros de corta existencia. Viven menos, sufren más y posibilitan la exagerada riqueza de sus explotadores.

Pero para lograr lo anterior se necesitan, claro, de grandes cómplices instalados dentro de la clase política, sean gobernadores, titulares de alguna secretaría clave o parte del andamiaje de Los Pinos, la residencia oficial plagada de buitres y componendas de alto bagaje. No es sólo peña sino cuantos, junto a él, han edificado los muros más altos -¿por qué preocuparse por las irrisorias y fantasmales “bardas” de Trump, el “pato” Donald a quien detesta el mundo –para efectos interiores cómo podría gobernar cuando ha perdido toda opción de liderazgo en el “mundo libre” como alegan los pretenciosos estadounidenses?-, entre la sociedad y la clase gobernante, ahíta y descontrolada. Por ello, la casa presidencial es el punto de no inflexión entre el esquema corruptor y las llamadas a la liberación de la comunidad mexicana tantas veces afrentada.

Porque si se pretende cambiar de sistema debemos empezar con las puertas hacia el inframundo político, es decir las de Los Pinos, que dan paso hacia una imitación de la “ciudad perdida” en Beijing, la capital china que tiene muchos rasgos en común con México; también se hunde, diez centímetros por cada período, como el centro neurálgico de la República; aterra asomarse al Palacio de las Bellas Artes y encontrarse con los escalones que todavía sobresalen a su estructura por decenas de peldaños desaparecidos aunque a un ritmo menor a los asesinatos de inocentes y activistas.

Todo esto aflora, sin remedio, cuando repasamos las cobardías de los gobernadores en trance de retirarse del poder cuya desesperación raya en el ridículo. Primero, el veracruzano Javier Duarte de Ochoa, un represor quien creyó eterno su poder, pretendió blindarse extendiendo la mano, de manera por demás grotesca, a su virtual sucesos, Miguel Ángel Yunes, pederasta y ladrón por decir lo menos justificado por un pequeño grupúsculo de veracruzanos apoyados por cuatro gatos mercenarios para quienes es válido votar por un criminal con tal de castigar a otro. Una perogrullada monumental. La democracia no puede ser escondite de mafiosos… a menos que quieran repetir las experiencias de Argentina, Perú, Bolivia, Venezuela y hasta Brasil.

Y si miramos al Mar Caribe, allí estará pesando la abyecta figura de Roberto Borge Angulo, quintanarroense desquiciado, quien en su nepotismo exacerbado ha puesto en riesgo a los grandes atractivos de Quintana Roo y destruido manglares cubiertos por la bienaventuranza de una fauna riquísima. Pero no es sólo eso, no. Con el trauma de los grandes ladrones usó a su putrefacto Congreso para emitir leyes –igual que se hizo en Veracruz- destinadas a evitar auditorías so pretexto de no frenar con pesquisas “el desarrollo” y designar a un operador, como una derivación de los fiscales generales derruidos en Chiapas con buen criterio luego de la devastación institucional de Pablo Salazar Mendiguchía –hoy uno de los personeros, o perrunos, bajo los pantalones del veterano Andrés Manuel quien ya está cerca de los sesenta y tres años de edad, contemporáneo de este columnista quien no se siente viejo ni lo es aunque algunos me estigmaticen por ello si bien no he sufrido infarto alguno por fortuna-, con la misión clarísima de no perseguir a los políticos corruptos para “no distraerse” con minucias. Fatal.

¿Cómo van a reaccionar los quintanarroenses y veracruzanos ante tales afrentas –en el segundo de los casos la burda imposición de Yunes-? ¿Y los mexicanos, hastiados de tanta simulación para mantener, a fuego lento, el continuismo de un sistema y un gobierno adherentes a los predadores todavía no juzgados debidamente por la historia? Porque la línea del oprobio es ya muy larga y de ella no se salvan las dos alternancias vacías, deplorables, insostenibles e indefendibles.
Lo de Borge en Quintana Roo y lo de Duarte en Veracruz –lo mismo que en otras entidades federales como Chihuahua, Coahuila, Sonora, Sinaloa y un largo etcétera-, es señal de que se está experimentando con la resistencia de un pueblo ominosamente resignado. Y es esto lo que está en nuestra mano combatir con #cerocobardía.

Debate
Me llegan voces –no una infinidad pero sí muy significativas-, en el sentido de realizar un nuevo esfuerzo para proponer un nuevo Paro Nacional el 14 de octubre, la misma fecha que en 2015 motivó a no pocos mexicanos valientes a desafiar al poder aunque en Los Pinos, acordonado por varios retenes de seguridad, no hubiese el número de personas necesario para hacer temblar al sistema. Intentarlo de nuevo no se trata de una convocatoria en singular sino de una protesta colectiva.

Este columnista se opone, lo digo de verdad, a quienes usan los movimientos civiles para promover a su partido y a su propia candidatura como se observó el pasado domingo 26 de junio en la Ciudad de México, cuando los maestros disidentes se deslindaron de los “morenos” si bien la manifestación fue una muestra de fortaleza cívica indiscutible aunque hubiesen tratado de desvirtuarla sembrando, como siembre, a un centenar de vándalos para desprestigiar la causa central: el apoyo al magisterio.

En un enfrentamiento desigual entre la fuerza del Estado y el gremio de profesores disidentes, siempre estaré al lado del segundo. Lo hago por convicción, por memoria y, sobre todo, por cuanto me ha formado como mexicano enfrentado al absolutismo del poder desde hace ya medio siglo.

(Esto me da oportunidad, vanidosa si se quiere, para recordar que el próximo año cumplo cincuenta años desde que escribí mi primera crónica con catorce años de edad. No sé dónde se me perdieron tantas décadas pero me siento hondamente satisfecho de haber llegado hasta aquí sin haber claudicado a pesar de amenazas, golpes arteros y traiciones mayores. La efeméride se cumple en febrero de 2017).

Lo mismo va para quienes, en ejercicio del periodismo, son perseguidos desde el poder público; siempre estaré al lado de éstos aunque no sea coincidente con sus opiniones, muy pocas veces, conociendo las entrañas de la clase política dominante y la abominación de cuantos se sienten intocables y detestan la verdad porque los exhibe.

¡Muera el mal gobierno! ¡Muera el periodismo mercenario! ¡Viva la libertad!

La Anécdota
Los “milagros”, en México, son inducidos. Fíjense: el deplorable gobernador de Morelos, Graco Ramírez Garrido Abreu, señalado por represor, cambió sus momios, de la noche a la mañana, en la triste prensa mal llamada nacional o en casi toda ella. De pronto surgió con índices de aprobación mayoritarios entre los morelenses sin que los consultados por esta columna hayan cambiado de parecer. Un antológico acto de malabarismo político.

-Graco es una trucha; ahora su objetivo es responderle y desnudar a Andrés Manuel para surgir como quien puede unificar a la izquierda… fuera de Morena.

Para incongruencias las de este sector.

Nadie respeta al gobierno de México.
Cada salida del señor Peña es una oportunidad de desfogue para la comunidad internacional.
Así ha sucedido, siempre, con los dictadores que han poblado alguna nación del orbe.
¿No entenderá el mensaje?

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