Siguen sin aprender
Por Guillermo Robles Ramírez
De las tragedias hay que aprender, aunque esto no va con muchas autoridades del país, incluyendo a las de municipios de Coahuila, las causadas por la naturaleza, que se agravan por la apatía e indiferencia de las autoridades.
Y no me refiero precisamente a la que se vive actualmente en Acapulco; con el paso del huracán Otis. Este fin de semana entro el frente frío número 9, con intensa lluvia, siendo Coahuila; una de las seis entidades federativas que tendría mayor impacto sobre este fenómeno meteorológico.
Todos los coahuilenses se vieron afectados por las prolongadas e intensas lluvias registradas este fin de semana pasada, aunque unas cabeceras municipales sufrieron más que otras, como fue el caso de Torreón.
Es muy lamentable que cada vez que sucede este tipo de lluvias sean atípicas o no, siempre sale a luz pública una gran cantidad de irregularidades que solaparon y fueron cómplices los responsables de las áreas de las Direcciones Municipales de Desarrollo Urbano y de Obras Públicas, al conceder permisos y autorizar la construcción de viviendas en terrenos de los márgenes del río que cada vez que recibe grandes caudales, se desborda y arrasa con lo que encuentra a su paso.
En otros casos, siendo más frecuente, la deficiente o carencia de obras pluviales, son expuestos no solo en calles, avenidas y bulevares principales, sino también en colonias populares, y residenciales; afectados por las inundaciones debido a que la cantidad de agua rebasa el inoperante drenaje pluvial, en donde a simple vista se duda de la existencia de esta importante infraestructura que debería tener cada ciudad.
Por un lado, es inaceptable la justificación mediocre que puede dar cualquier edil o autoridad municipal al culpar la suciedad de la ciudadanía, aunque este sea cierto, pero, aun así, si se tuviera una buena planificación y características suficientes de un drenaje pluvial, seguramente las inundaciones no sucederían, ni con la mínima gota de lluvia.
Un ejemplo contundente está la capital de Coahuila, cuando su entonces alcalde, Jericó Abramo Masso; cuya Administración municipal del 2010-2013, solucionaron las inundaciones al poniente de Saltillo. La construcción de cuatro colectores fue desde cero, es decir, no existía en el mercado el tamaño que se requería, así que Abramo Masso, mandó hacer un colector pluvial con un diámetro tan grande que cabe una persona parada y brazos extendidos hacia arriba. Desde entonces, una vez concluida esa obra, los sectores mencionados dejaron de ser un problema cada vez que llovía.
La lluvia es el peor enemigo de cualquier político, y más tratándose de un alcalde o gobernador, porque pone en evidencia las omisiones, favoritismos y hasta por qué no, corrupción entre constructoras; y si no es ninguna de las anteriores, entonces se trata de la ineptitud de funcionarios públicos responsables del crecimiento y planeación de la ciudad. No solo se trata de inundaciones, ya que también destruye construcciones, levanta el pavimento, y daña infraestructura que en teoría no debería de suceder, si las cosas se hubieran hecho bien y a la primera.
Cómo es posible que las autoridades de Desarrollo Urbano y Obras Públicas hayan tenido la osadía de aprobar permisos de construcción en condiciones totalmente fuera de la ley, no solo por su ubicación riesgosa en los márgenes de arroyos o en colonias en donde no hicieron un estudio de impacto ambiental, y en el caso de haberse hecho, entonces por qué salen mal las cosas.
Tan antiguo como la misma ciudad, son los vicios y violaciones a los reglamentos de construcción, muestran de los titulares de esas Direcciones una falta de responsabilidad en sus funciones, además de traicionar la confianza que el alcalde les otorgó para cumplir dentro de las normativas todo lo concerniente a su área.
Un problema que sucede cada vez que llueve, y que sufren tanto colonias viejas o antiguas, así como nuevas, es por ello deducir fácilmente las omisiones o ineptitudes, así como la carencia de inspección domiciliaria a todo tipo de construcción y la complicidad que hay al tolerar y cerrar los ojos ante esas irregulares situaciones, no son exclusivas ni privativas de Torreón, ya que lo vivieron hace cinco años en Piedras Negras, y se repitió tres años atrás.
En el año 2014 esa cabecera municipal fronteriza de Coahuila, el Río Escondido, en el municipio de Piedras Negras, se desbordó acabando con casas que desaparecieron, por la falta de cimiento y en fraccionamientos como “Río Escondido” se “taponearon”, arroyos que eternamente fueron cauces o rutas hidráulicas complementarias de arroyos, lo que motivó que el agua recobrara su cauce natural, pero por desgracia, se llevó construcciones, además de toda la infraestructura de un parque recreativo que se había levantado encima de ese “desaparecido” cauce.
El levantamiento de bardas en varias casas de distintas colonias que en este caso sirvieron de contención del agua para anegar otros sectores, hacia donde se fue el líquido elemento producido por las precipitaciones pluviales.
El caso de la colonia “Río Escondido”, fraccionamiento de reciente creación en el año 2014, fue solo un ejemplo de lo que sucedió en otras de las más de 40 colonias que fueron afectadas por las lluvias.
Nuestros políticos siguen sin aprender cada vez que pasa alguna desgracia provocada por la Madre Naturaleza, ya sea en su propia entidad o en otras comunidades, que lo ven ajeno y distante, creyendo que no va a pasar en su propia localidad. Prefieren voltearse, o ser indiferentes, apostándole a la suerte porque son obras que no se ven y que una vez tapadas piensan que no serán recordados, aunque estén muy equivocados sobre esta última apreciación. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org
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