Guillermo Robles

Si no se cae, no te pares

Por Guillermo Robles Ramírez

            La moda no solo es una tendencia de la ropa, o bien de la tecnología, sino también está presente para cometer actos ilícitos, que muchas de las veces son cíclicas regresando después de mucho tiempo atrás.

            Es difícil determinar el motivo real del por qué los amantes de lo ajeno han cambiado su preferencia en el robo de automóviles por el de motocicletas. Sin importar de dónde son robadas, es decir, desde afuera de un negocio, estacionamiento o domicilio son sustraídas.

            Son unidades que además de tener una gran demanda por las ratas de dos patas, son más difíciles de localizar pues la mayoría de ellas carecen de placas y por ende no hay información en el registro único vehicular. Una decisión por los dueños de sus unidades para evadir el pago de impuesto. Lo mismo sucede con aquellas unidades que bajo el argumento de ser deportivas tampoco son registradas, ni pagan impuestos.

            Pero regresando al tema de las modas, también los rateros han regresado a ciertas modus operandi, puesto que una hipótesis de dónde terminan las motos robadas, son para cometer otros actos ilícitos que les permitan no solo moverse más rápido sino hasta para engañar a sus víctimas.

            Esta nueva forma de robar la están llevando los maleantes que tripulando una motocicleta seleccionan específicamente a mujeres conductoras a las que tras seguirlas durante un trecho de la arteria por donde van transitando la víctima escogida para repentinamente emparejarse y reclamarle que acaba de chocarle o golpearle uno de los fanales laterales de su moto, reclamando y exigiendo el pago del daño causado.

            Bajo este engaño o treta el motociclista ratero busca y pretende que la conductora se alarme, detenga su vehículo y se estacione para verificar si es verdad sobre el supuesto “rozón” o ligero, fingido o simulado choque del vehículo conducido por la fémina que es normal que alarmada por lo que le dicen que hizo, pero que no lo hizo, detenga su marcha.

            Es en ese mismo momento, en que una vez que la dama conductora detiene su camino y se estaciona para ver el engañoso daño material causado a la moto, en ocasiones llega un tercero que encañona a la mujer conductora para arrebatarle las llaves del vehículo o bien su bolsa, para luego ambas ratas de dos patas, emprender la huida con el producto del hurto, aunque comúnmente el delincuente motorizado “trabaja” solo.

            Esta modalidad de los amantes de lo ajeno, hará cosa de unos diez años, se puso en práctica en las principales ciudades de Coahuila, regresando ahora y en este momento está sucediendo con más frecuencia en los municipios más grandes de la entidad y obviamente aquellas ciudades en donde se registra un alto tráfico.

            Siendo incipiente, por ahora, este nuevo estilo de robar, por ahora son pocas las denuncias hechas en las oficinas de la procuración de la justicia, conductas que, al cruzarse en su camino a una patrulla policiaca, piden se detenga para comentarles que un individuo quiso exigirle el pago de una colisión que no existió.

            Este método de robar por parte de los delincuentes “modernos” y motorizados, ha dado origen a que las corporaciones policiacas hagan extensivas algunas recomendaciones para orientar y asesorar a la o el conductor que en cierto momento se le pretenda hacer víctima de un asalto en la forma descrita.

            Entre las recomendaciones hechas para no caer en una de esas trampas o engaños, está la de no detenerse cuando haya esos falsos reclamos y procurar denunciar cuando se vea la presencia de una patrulla de seguridad pública.

            Jamás, automóvil, camioneta o unidad motriz alguna, alcanzará a causar daño a una motocicleta sin derribarla al piso junto con su tripulante y que entre los aparentes hechos y reclamos que como falsos argumentos esgrimen los delincuentes para que se detenga la o el conductor con el sobado pretexto de que le chocaron un fanal de su moto, eso es imposible considerando que los fanales direccionales sean delanteros o traseros, van “remetidos” en el cuerpo de la motocicleta sobresaliendo los manubrios o “cuernos” de la moto de tal manera que cualquier rozón o acercamiento al también llamado “caballo de acero”, ocasionaría indudablemente la caída de ese vehículo junto con su tripulante y sería notable el golpe que se diera la moto.

            Por ello se está insistiendo que, ante esta situación, se aconseja que más vale seguir tranquilamente el camino o su tráfico aquellas personas a quienes se busca engañar para detenerse y ser despojados de su unidad o de pertenencias de valor.

            Y, ya que hablamos de nuevas formas de robar, aunque nada tiene de nuevo, ha regresado entre los rateros el viejo y sobado engaño de ellos mismos bajar el aire o presión del vehículo de la víctima escogida, funcionando esto en los estacionamientos de supermercados, bancos y tiendas departamentales.

            Con ese truco de que las llantas están bajas o se “desinflaron” y “acomedirse” los asaltantes en dizque ayudar para cambiar la llanta, así es que hay que estar a la expectativa y desconfiar hasta de nuestra propia sombra. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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