Reino Unido: la elección de los dispares

La Habana (PL) Las elecciones generales del 7 de mayo próximo serán una prueba del binomio tradicional británico de conservadores y laboristas para formar gobierno en solitario y los llevará al dilema de los dispares: buscar coaliciones con pequeños partidos.
El camino de los sondeos de los primeros meses de este año dieron casi un empate técnico en la preferencia popular entre conservadores y laboristas, cercano al 34 por ciento, lo cual llevó a una agudización de la polémica proselitista entre los partidos tradicionales del Reino Unido.
Aunque los conservadores debieron formar en mayo de 2010 la primera alianza en el poder desde 1975, están lejos de querer repetir esa experiencia por otros cinco años, sobre todo después que sus socios menores en el Gobierno, los liberal-demócratas (LDP), perdieron respaldo en las encuestas.
Ello también está relacionado con los propósitos del LDP de presentarse como una organización que aboga por mantener al Reino Unido dentro de la Unión Europea (UE), en contra de medidas drásticas contra la inmigración y de aumentar los gastos de defensa.
Los conservadores del primer ministro David Cameron nada más sonar la campana del inicio de la campaña electoral el pasado 30 de marzo hicieron un aparte a las posiciones del viceprimer ministro liberal-demoćrata Nick Clegg, quien reforzó, a su vez, su papel como figura política independiente.
Pero los «enemigos» a destruir por los conservadores, sin dudas, son los laboristas de Edward Miliband, quien mucho antes de iniciarse la etapa oficial del proselitismo electoral introdujo un delicado tema en el debate político: el Sistema Nacional de Salud (NHS).
Desde el pasado año, el laborismo inició sus ataques contra el ejecutivo por el asunto del NHS y denunció los intentos de su posible privatización, lo cual ya provocó más de una protesta de médicos y otro tipo de personal de salud.
El NHS, la joya de la corona del sistema de bienestar del estado británico, figura entre los tres temas de mayor atención de los electores del Reino Unido que en mayo eligen a 650 diputados para la Cámara de los Comunes, de ellos 533 en Inglaterra, 59 en Escocia, 40 en Gales y 18 en Irlanda del Norte.
Los laboristas también utilizaron como estrategia para intentar ponerse al frente de la preferencia de los británicos, como lo estuvieron en los sondeos durante casi todo 2014, la denuncia de planes de los conservadores (tories) de realizar profundos recortes en el venidero quinquenio a los gastos sociales.
En ese sentido, los seguidores de Miliband recuerdan a los ciudadanos las reducciones efectuadas en los últimos cinco años en la esfera social por el binomio de conservadores y liberal-demócratas.
De acuerdo con fuentes partidistas citadas por The Guardian, las reducciones en los desembolsos sociales puede superar los siete mil millones de libras esterlinas (más de 10 mil millones de euros), antes de 2020.
George Osborne, ministro de Economía, se encargó de explicar las reducciones a que estará llamado su Gobierno con el anunciado fin de mantener la eficiencia económica.
De su lado, los conservadores atacan a los laboristas, al considerarlos incapaces de asumir el reto de mantener los avances de la economía logrados durante el mandato de los tories y denuncian que las diferencias de recortes sociales son mínimas en los planes de ambos partidos tradicionales.
Pero a tenor con los indicadores de las encuestas, conservadores y laboristas se verán obligados a dibujar alianzas con otras agrupaciones pequeñas como el Partido Nacional Escocés (SNP), el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), los Verdes o el galés Plaid Cymru.
Aunque los laboristas lo niegan, la prensa británica se encargó de adelantar esquemas de alianza de éstos con el SNP, pues pese a que a nivel del país éste último apenas llega al seis por ciento de apoyo, los nacionalistas puede disputarle en serio la posición actual en la Cámara de los Comunes.
De acuerdo con recientes sondeos, el SNP, que es mayoría en el legislativo escocés, podría pasar de seis a más de 40 diputados de los elegidos por la cuota escocesa en la Cámara de los Comunes, con lo cual aumentaría su peso en las negociaciones para formar un gabinete mayoritario.
En el caso de los conservadores, aunque públicamente se muestran irreconciliables, los hechos demuestran el caso de partidarios y exdiputados tories a las filas del UKIP, cuyo discurso euroescéptico y antiinmigrante quebranta la unidad del partido gubernamental.
Los conservadores debieron emplearse a fondo para refutar las versiones de su posible alianza con el UKIP, dirigido por Nigger Farage.
El diputado laborista Andy Burnham envió una carta pública a Cameron, en la que le exige una aclaración sobre lo referido por el jefe de la bancada tory, Michael Gore, quien evitó desestimar la mencionada coalición con los seguidores de Farage.
Burnham estimó que la unión de los conservadores con el UKIP significaría el fin del NHS, pues en el tiempo de la reforma de salud del Gobierno, un tercio de los contratos para suministros de medicamentos y servicios se adjudicaron a proveedores privados.
Farage, a su vez, es partidario de un sistema de seguro médico similar al existente en Estados Unidos, tan criticado por la población británica.

DEBATES DE LOS PARTIDOS
Cameron presentó todo tipo de argumentos para escapar de un debate televisivo directo con Miliband y sumó tantos dirigentes partidistas a esos encuentros que pequeñas formaciones como el SNP, el UKIP, los Verdes o el Plaid Cymru, de dimensión regional, ahora se benefician de su participación en esos eventos, destacan especialistas.
Así, en un debate realizado a principios de abril de este año, la dirigente del SNP, Nicole Sturgeon, pareció dar la gran sorpresa al encabezar los sondeos realizados por varias firmas de opinión como Yougov,  aunque otras como ICM consideran que no hubo un claro ganador.
Yougov estimó que Sturgeon  se ganó el 20 por ciento del afecto del público, seguida de Cameron, con 18, Miliband, con 15, Clegg, con 10, Natalie Bennet (Verdes), con cinco, y Leanne Wood, de Plaid Cymru, con cuatro.
Sin embargo, el estudio de ICM señala que el dirigente laborista cuenta con 25 por ciento de apoyo y Cameron con 24.
El avance de Sturgeon pareció basarse, entre otros aspectos, en su facilidad para explicar al público las razones de su oposición a las medidas de austeridad, tanto las aplicadas por el gobierno de Cameron como las del futuro ejecutivo.
A esa posición se sumaron Bennett y Wood, lo cual benefició su aceptación entre los televidentes y le dio más visibilidad a sus partidos.  Los Verdes, con filiales en Inglaterra y Gales, en Escocia y en Irlanda del Norte, cuentan con solo un diputado en el Palacio de Westminster (sede del legislativo) y cuatro el galés Plaid Cymru.
Los conservadores ganaron una mayoría de 306 bancas de 650 en mayo de 2010 y perdieron dos que fueron a parar a manos del UKIP el pasado año, mientras los laboristas ganaron 258, pero también cedieron dos en este lustro, mientras el LDP, con 57, quedó con uno menos.
El SNP cuenta con seis bancas, aunque podría quedar con más de 40 tras los comicios, según pronósticos, el Partido Democrático Unionista (DUP) retiene ocho, el republicano Sin Feinn cinco y el Plaid Cymru tres.
Algunos de los partidos presentan puntos en común como el apoyo a mantener al Reino Unido dentro de la UE, por lo cual se pronuncian por igual los laboristas, el SNP, el LDP, los Verdes y Plaid Cymru.
Mientras, los nacionalistas escoceses, los galeses y los verdes se pronuncian contra los planes de austeridad, en tanto los conservadores y el UKIP favorecen un referendo sobre la salida británica de la UE.
Por supuesto, para las elecciones se registran y participan mucho más partidos. En la lista de septiembre de 2010 existían 392 formaciones políticas. De ellas, solo ocho entraron al edificio de Westminster y dos a la oficina de Downing Street 10.
En las elecciones de hace cinco año, se emplearon 31 millones 100 mil libras esterlinas (algo más de 42 mil 600 millones de dólares), de los cuales el 53 por ciento benefició a los conservadores, el 25 a los laboristas y el 15 al LDP.
La escalada de los partidos pequeños podría amenazar un sistema bipartidista de sucesión en el poder de conservadores y laboristas iniciado en 1922.
De ello habla el hecho de que una formación como el UKIP se situara en las elecciones por encima de los partidos tradicionales en 2014, por primera vez desde 1906.
El partido euroescéptico y antiinmigrante de Farage pasó de un tres por ciento en 2003 a 27,95 en los comicios de finales de mayo del pasado año para elegir a la Eurocámara.
Pero en los debates, Cameron parte con cierta ventaja o, al menos, puede presentar cifras que influirían en la opinión pública, con una tasa de desempleo muy baja de 5,7 por ciento el pasado año, la mitad de la media en la UE.
Ahora, sus propuestas de realizar un referendo sobre la permanencia en el bloque comunitario, la insistencia en mantener los planes para renovar el programa de submarinos Trident a fin de mantener el estatus de potencia nuclear y la continuidad de las reducciones de gastos pueden restarle votos en mayo venidero.
Entre las principales prioridades de los británicos, el asunto de la UE no está ni por mucho entre las cinco primeras, donde sí se menciona la sanidad o la inmigración como preocupaciones claves, mientras temas como el avance de la economía o las relaciones con la UE están casi fuera de los primeros 10 asuntos prioritarios.
La explotación por el UKIP de los sentimientos euroescépticos, cuyo concepto se empleó por primera vez en la década de 1980 por el diario The Times, podría tener menores dividendos que los esperados, considera el NatCen Social Research.
Para el profesor Dadow Oliver, de la Universidad de Chichester, la UE es incompatible con los británicos, quienes parecen ver el Tratado de Lisboa firmado en 2010 como un mal negocio, después que en 1975 el 64,5 de ellos aprobó el ingreso al mercado común europeo.
La celebración en 2017 de un referendo como el propuesto por Cameron, aunque Farage lo exige para este mismo año,  coincidiría con las elecciones en Alemania y Francia, donde existen formaciones con posiciones en contra de la UE similares a las del UKIP.
En el caso de los alemanes, cuentan con el Alternative fur Deutschland y en el de los franceses, con el Frente Nacional, el partido ultraderechista mejor situado en Europa.
Los resultados de los comicios en el Reino Unido son esperados con cierta expectación en el resto de la UE, pues de mantenerse los conservadores en el poder, aún cuando deban formar alianzas, aumentan las probabilidades de un cambio de política respecto al bloque comunitario.

LOS PROGRAMAS
Cada uno de los principales partidos presentó su respectivo manifiesto electoral con decenas de promesas que el tiempo dirá si realmente son posibles.
Los conservadores, además del desarrollo del programa Trident y el plebiscito sobre la UE, proponen una derogación de ocho mil millones de libras esterlinas (más de 11 mil millones de euros) para el NHS y cinco mil médicos adicionales.
Pero el ministro de Economía en la sombra de la oposición laborista Chris Leslie se pregunta de dónde podrían sacar los conservadores el dinero para reforzar la sanidad.
Los laboristas proponen dos mil 500 millones de libras esterlinas (unos tres mil 375 millones de euros), la contratación de 20 mil nuevas enfermeras, ocho mil médicos, cinco mil trabajadores sociales y tres mil comadronas.
Además, los conservadores defienden la necesidad de mantener sin reducciones el pago de beneficios para desempleados en edad laboral durante dos años y de erradicar la ayuda por la vivienda a personas de entre 18 y 21 años de edad.
Los laboristas, por su lado, proponen aumentar el salario mínimo hasta las ocho libras esterlinas por hora (11 euros) y erradicar los contratos abusivos como el llamado contrato de cero horas y reforzar con mil empleos el trabajo de control de fronteras.
Igualmente, sugiere un órgano para casos de acoso sexual y de género y una ley para la lucha contra el extremismo, ilegalizar la discriminación o abuso en las fuerzas armadas y garantizar empleos para menores de 25 años con tiempo de desempleo por más de un año, entre otras.
Los liberal-demócratas se pronuncian por eliminar el déficit presupuestario entre 2017 y 2018, reducir los gastos y subir los impuestos, ingresar mil millones de libras esterlinas (mil 367 millones de euros) en impuestos de sociedades para la banca.
Además, el LDP aboga por restablecer los controles de entrada y salida al Reino Unido, eliminar el encarcelamiento por posesión de drogas para uso personal, reclutar más policías, permanecer en la UE y aumentar mercados, así como eliminar la política de disuasión nuclear.
El UKIP promete reducir la deuda nacional, revisar directivas de la UE y eliminar las que perjudiquen la competitividad británica, crear un sistema de puntos para seleccionar a inmigrantes por capacidades laborales y necesidades de mercado.
Los partidarios de Farage se pronuncian por limitar hasta 50 mil el número de trabajadores calificados foráneos con permiso a ingresar en el Reino Unido,  por un referendo sobre la UE en 2015, fin de las intervenciones militares en el extranjero y la retirada de pasaportes a británicos involucrados en actividades de grupos terroristas.
En cambio, los nacionalistas escoceses buscan transferir prerrogativas de Londres a Edimburgo en competencia económica y para creación de empleos.
El SNP desea una reforma migratoria acorde a los intereses de Escocia, contar con una decisión ejecutiva para determinar la posesión de armas, eliminar la presencia de submarinos en bases escocesas, mantener la ayuda exterior británica en siete por ciento del Producto Interno Bruto.
Los Verdes prometen aumentar el salario mínimo hasta 10 libras esterlinas (13,8 euros), erradicar las medidas de austeridad, reformar los derechos de solicitud de asilo, legalizar el uso de cannabis y tratar la adicción a las drogas como un asunto sanitario, efectuar el referendo de la UE, y como prioridad de política exterior la firma de un acuerdo global sobre cambio climático.
Asimismo, los seguidores de Bennet favorecen la creación de una renta básica para todos los ciudadanos.
En su programa, los nacionalistas galeses abogan por el fin de las prácticas de austeridad y por el aumento de gastos de infraestructura, una propuesta de necesidades laborales a cubrir con el empleo de inmigrantes, y la transferencia al gobierno autónomo de prerrogativas en materia judicial y policial.
De esa forma y en consideración de las diferencias entre los partidos y la poca capacidad de alguno de ellos de lograr un voto mayoritario, en mayo de este año, se abren las posibilidades de un ejecutivo de coalición de organizaciones políticas dispares para poder gobernar en el Reino Unido, por segunda ocasión en más de medio siglo.

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