PRD, haciendo aguas y perdiendo el rumbo

México (PL) Si el XIV Congreso del Partido de la Revolución Democrática (PRD) de México pretendió darle una nueva imagen a esa fuerza de izquierda, los resultados expusieron las fisuras y dejaron poco claro el rumbo del perredismo.
Al evento, de carácter extraordinario, llegó el PRD disminuido tras los sucesos de Iguala el 26 de septiembre de 2014, cuando la policía municipal reprimió a estudiantes de la escuela rural normal de Ayotzinapa, con saldo de varios asesinados y otros 43 desaparecidos.
Por su responsabilidad en ese crimen, en contubernio con el cartel Guerreros Unidos, guarda prisión el exalcalde de Iguala, José Luis Abarca, quien accedió a ese puesto público con el apoyo del llamado partido del sol azteca.
ÂíJusticia!, ÂíJusticia! se dejó escuchar en el  congreso cuando fue aprobada una resolución sobre el caso Iguala, por la cual se determinó llamar a cuentas a dirigentes y militantes del PRD involucrados en la postulación de Abarca.
A casi un año de la desaparición de los normalistas, Jesús Zambrano, expresidente del partido, negó su responsabilidad en la designación de Abarca. Además, demandó que los integrantes de la comisión de candidaturas de 2012 «den la cara».
El foro también estuvo marcado por la anunciada renuncia de Carlos Navarrete, presidente nacional de la organización, que tuvo sus peores resultados electorales en los comicios parciales del 7 junio pasado.
Durante esa jornada se renovó la Cámara de Diputados, nueve gobernaciones, alcaldías y otros cargos, incluso en el Distrito Federal, donde el PRD perdió la hegemonía que mantuvo durante los tres últimos lustros.
Pero el XIV Congreso, que sesionó del 17 al 20 de septiembre, no fue el del cambio y sí el del continuismo, a tenor con varios de los acuerdos y reformas aprobadas, muchas entre cúpulas y en medio incluso de forcejeos entre representantes de las corrientes o tribus que hacen vida en el partido.
El PRD acordó permitir en su comisión de estatutos el acceso a la presidencia de la agrupación a militantes de reciente ingreso. A primera vista pareciera una medida muy democrática, pero varios de los congresistas denunciaron la intención de fomentar la candidatura del diputado Agustín Basave, nuevo en esa tolda.
Basave ingresó hace pocas semanas en el PRD y viene del Partido Revolucionario Institucional (PRI en el gobierno). ¿Dónde estaba cuando nos mataron a nuestros 600 perredistas?, preguntó el delegado Saúl Vázquez. «En el PRI», sentenció.
Tras aprobada la reforma a los estatutos, Basave afirmó que pasó la primera prueba y adelantó que no será rehén de ninguna de las corrientes de la organización. Aunque a continuación rectificó: «la verdad es que si no tienes corriente, tu vida política está mermada al interior».
En los documentos del evento quedó registrado el propósito de conseguir «la mayor unidad posible de la izquierda», aunque sin especificar cómo se cumplirá ese precepto en los comicios parciales del año próximo y las presidenciales de 2018.
Sobre todo cuando el Partido del Trabajo, que ha sido aliado del PRD en otras ocasiones, perdió su registro político luego de no alcanzar el tres por ciento mínimo de votación exigido por la ley electoral en los comicios de junio.
Y en particular la bandera de la izquierda está siendo esgrimida por el emergente Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que encabeza el experredista y excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador.
Las críticas de Obrador a la dirigencia del PRD coinciden con la de no pocos militantes perredistas que la tildan de colaboracionista con el gobierno a través del Pacto de México, que aseguró la aprobación en el Congreso de las reformas estructurales impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto.
Si bien los documentos del Congreso no citan a Morena, sí lo hacen con el derechista Partido de Acción Nacional (PAN), con el que mantendrá alianzas coyunturales a despecho de las críticas de congresistas que clamaron porque el PRD enrumbe hacia sus objetivos fundacionales de izquierda.
No en balde una caricatura del diario La Jornada muestra al presidente saliente Carlos Navarrete, micrófono en mano, diciendo: «Nos presidirá un priista, haremos alianzas con el PAN y nos llamaremos Partido de la Revolución Verde Ecologista, en referencia al Partido Verde Ecologista Mexicano (PVEM), un aliado y comodín del PRI.
La Jornada concluye que el cierre del Congreso «no fue satisfactorio, pues quedó la sensación de que hubo gatopardismo (cambios cosméticos para que todo siga igual)».
Así las cosas, el foro fue incapaz de articular una estrategia renovadora del partido, más allá de definir los cauces para elegir nuevas autoridades, aprobar la aplicación de paridad de géneros en todos los cargos y puestos de elección popular, así como la intención de sumar a los jóvenes en todos los niveles partidarios.
Pero el PRD sigue apareciendo como un barco sin rumbo definido, que hace aguas y va perdiendo tripulantes en favor de Morena, que ahora clama: La izquierda soy yo.