Poseídos por las redes

Por Guillermo Robles

Alguna vez han escuchado expresiones como, “¡ahí voy!”; “¡ahorita!”; “¡sí está bien!”; “¡ya te dije, que ya voy!”; seguramente para quienes tienen hijos es el pan nuestro de cada día. Lo mismo sucede para los docentes quienes con el batallar de día a día con los alumnos, reciben como respuesta.

¿Qué es más importante para estos jóvenes, que les impide reaccionar rápido ante cualquier indicación, o instrucción?

Muy apenas se les ven los rostros a donde quiera que uno voltee a verlos. Es como si fuera sacado de una de las mejores películas de terror o thriller, es decir, nadie habla, todos encorvados, cabezas hacia abajo, la vista perdida, caminan en automático sin importar quién viene en frente de ellos, tampoco se fijan si hay obstáculos en su pasar, pozos, personas y hasta carros.

No se trata de ninguna película de ciencia ficción sino de una realidad. Tal parece que toda la juventud estuviera en un modo de “zombie-on”, es decir, en un estado de poseídos por sus celulares, en donde su mundo son las redes sociales. A lo que ahora se le llama “scroleando” la pantalla. Algo que solo era posible con los celulares de alta gama denominados como teléfonos inteligentes, quedando en el pasado el termino porque ahora es posible con cualquier celular con pantalla táctil.

A cualquier parte a donde voltees a ver, podrás ser testigo que toda la juventud se encuentra en “zombie-on”, en la cual caminan por las calles o plazas comerciales con la cabeza hacia el celular y texteando, sin fijarse que hay en frente, es decir, tienes que sacarle la vuelta porque si no ellos no se mueven en su trayectoria siendo fácil de chocar con ellos.

Cuántos accidentes ha escuchado o simplemente publicado como noticias que muchos de estos jóvenes han caído en pozos o pisaron mal algún bache y hasta han chocado con postes, o cables de luz por estar texteando, wasapeando, scroleando y caminando a la vez.

Gracias a ese nuevo mundo virtual en donde no deja de ser un ambiente frio; se ha dejado de escuchar el bullicio de los jóvenes al bromear, al platicar en grupos y hasta aislados de sus familiares cada vez que “dizque” conviven en una comida.  Solo basta con pisar una preparatoria pública o privada, realmente no importa, porque encontraras lo mismo, grupos de jóvenes agachados en sus dispositivos inteligentes compartiendo videos o imágenes, pero todos con el cerebro secos y absorbidos por las redes sociales que brindan éstos celulares.

Y lo mismo sucede a la hora de comer en familia. Antes o al menos yo recuerdo que la comida era un lugar que servía para convivir en familia, platicar entre cada uno de los miembros que compartían el mismo techo, es decir, era un espacio de unión familiar en donde los papás y los hijos tenían un momento para platicar sus anécdotas, contar sus problemas o bien compartir sus logros.

Ahora se ha convertido en un espacio más de aislamiento, en donde cada uno se sumerge en el silencio con sus propios celulares, leyendo el WhatsApp, Facebook, Instagram, Ticktockcomo las redes sociales más populares. Y si cree que estoy exagerando los invito a que vayan a cualquier restaurant, siéntese y suba su mirada para que voltee a ver las mesas llenas de familia y ninguno interactúa entre ellos más que sus dispositivos inteligentes. Hasta los menores de edad de 5 años de edad se encuentran ocupados con sus tabletas viendo su película infantil.

A eso me refiero que la juventud se encuentra sometida a un estado de “zombie-on”, en donde ni siquiera ellos saben quiénes son, qué está pasando a su alrededor, y en donde la comunicación interpersonal está siendo sustituido simplemente por un dispositivo llamado celular.

A qué grado han llegado los papás que para poder comunicarse con sus hijos dentro de la casa porque están tan enajenados “texteando”, en sus grupos sociales, que la única manera para poderse comunicar con ellos es enviándoles un mensaje por WhatsApp para avisarles que ya está lista la comida, o que se metan a bañar o hacer la tarea, siendo éste el único modo para que hagan caso. Pero como dice el dicho, “no tiene la culpa el indio, sino quien lo hace compadre”. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org

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