Obra de Torrijos vigente a 46 años del inicio de su revolución

Panamá, 11 oct (PL) A 46 años de un golpe de Estado inédito perpetrado el 11 octubre de 1968 por un grupo de militares panameños contra la corrupción, el pensamiento nacionalista y la obra revolucionaria del general Omar Torrijos siguen vigentes.
Impresiona cómo aquel movimiento golpista con oficiales ideológicamente heterogéneos fue evolucionando hacia posiciones marcadamente nacionalistas de la mano de Torrijos que controló de forma magistral las pugnas entre las distintas facciones de la cúpula militar de aquella primera generación.
A pesar de la acción abierta o encubierta de Estados Unidos y la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el uniformado logró imponer criterios verdaderamente revolucionarios en las condiciones específicas de Panamá con la mira puesta en lograr la verdadera independencia del país luchando por la nacionalización del Canal y su Zona.
Para el éxito de la gran batalla de Torrijos, definir que la democracia panameña era un fraude encubierto por lo que llamaba un Estado mediatizado dada la presencia de una potencia extrajera en su territorio, fue decisivo para sentar las bases de un nuevo orden que acabara con gobiernos de las oligarquías autocráticas, corruptas, ambiciosas y sobre todo, antinacionalista.
Esa visión tan clara ideológicamente, lamentablemente fue tergiversada por aquellos quienes malintencionadamente tratan aún de identificar el pensamiento revolucionario y nacionalista de Torrijos con el período dictatorial de Manuel Antonio Noriega, a pesar de las diferencias abismales entre uno y otro.
El sentido revolucionario, patriótico y nacionalista del general Torrijos quedó en evidencias desde el primer momento de su gobierno al congelar los cánones de arrendamiento en beneficio de los sectores más pobres del país y en otras muchas decisiones de ese corte.
Precisamente en octubre de 1971 aprobó un nuevo Código de Trabajo con el fin de regular las relaciones laborales y fortalecer el sindicalismo con figuras jurídicas como negociación colectiva, derecho a huelga, y cierre de empresas si las huelgas eran legales. Fue Torrijos quien creó el popular décimo tercer mes, un pago adicional de fin de año al trabajador, y el plan de urgencia para subsidiar a desempleados con la obligación de trabajar en las oficinas públicas, por lo cual no se puede decir que el plan actual de 100 dólares o 120 a los 70 años es primigenio.
Entre sus grandes logros nacionales está la reforma agraria que incentiva la producción a niveles empresariales y del productor, y promueve la participación del pobre y mediano campesino en los procesos de producción a partir del modelo de ligas campesinas, además de la entrega de decenas de miles de títulos de propiedad.
También fue Torrijos quien, en función de los objetivos trazados por su revolución, creó la Asamblea Nacional de Representantes de Corregimientos, estructura administrativa de carácter comunitario con poderes legislativos, y fundó el Partido Revolucionario Democrático (PRD).
Además, construyó el aeropuerto de Tocumen, el Centro de Convenciones Atlapa, el Puerto de Vacamonte, la Biblioteca Nacional, el Banco Hipotecario, las hidroeléctricas de Bayano, La Estrella y Los Valles, nacionalizó el sector eléctrico, y en especial el Centro Financiero Internacional entre muchísimas obras más.
Pero su logro histórico que Panamá y América Latina le agradecerán toda la vida fue recuperar para su pueblo la soberanía sobre el Canal y la Zona mediante la firma de los Tratados Torrijos-Carter de 1977 por los cuales la vía interoceánica fue entregada a la nación en el año 1999, base de la actual integración del Estado nacional.
La prematura muerte de Torrijos -que la mayoría de los panameños consideran magnicidio a manos de la CIA- privó al pueblo panameño de un líder que no solamente logró que una sola bandera flameara soberana en la zona, sino que enrumbó al país hacia una prosperidad económica y social jamás imaginada.
Por eso su obra mantiene una gran vigencia 46 años después de aquel inédito golpe y su radical viraje a favor de los intereses del pueblo.

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