Obama, un año para olvidar de su historia en la Casa Blanca
La Habana (PL) El presidente estadounidense, Barack Obama, despide 2013 acorralado por la polarización en el Congreso, el fracaso en la aplicación de la ley de Salud y sacudido por escándalos, como el provocado por el espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).
No cabe dudas de que a Obama le gustaría finalizar el año como parte de la historia pasada de la Casa Blanca y tratar de quitarse de encima la imagen deteriorada alcanzada por la caída vertiginosa de su popularidad y de los índices de aceptación de su labor.
Analistas estiman que los últimos 12 meses colocaron al ocupante de la Casa Blanca en niveles de aceptación muy similares a los del expresidente George W. Bush durante su segundo mandato (2005-2009), una etapa donde la crisis económica del país alcanzó niveles inimaginados.
El fiasco de la página web de Obamacare (La Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible) afectó notablemente al mandatario y propició a sus críticos republicanos un escenario envidiable para atacar al gobierno en todos los frentes.
Tanto es así que expertos políticos estiman que la malograda Obamacare será la bandera que enarbolarán los republicanos durante la campaña de las elecciones de medio término, las cuales se celebrarán en noviembre de 2014.
Existen consideraciones de que dicho fracaso develó la incapacidad del Poder Ejecutivo para emprender una reforma de las leyes migratorias, asunto complicado con varias aristas que retan la imaginación de los hacedores de política.
Las actividades de espionaje y vigilancia filtradas por el excontratista de la NSA, Edward Snowden, golpearon la popularidad del gobernante y su política exterior, entre otras cosas, por la evidente violación de derechos ciudadanos, algo que incluso un juez federal estuvo cerca de afirmar. En el plano externo, las revelaciones de espionaje telefónico contra la canciller alemana, Angela Merkel y contra la presidenta de Brasil, Dilma Rouseff, sin descontar a otros líderes y pueblos del mundo, disminuyeron la influencia estadounidense y sobre Obama pesa no haberlo evitado.
En el penoso año de Obama en la Casa Blanca, también incidió el estancamiento en los planes para establecer un mayor control de las armas, asunto que los republicanos y algunos demócratas bloquearon en el Capitolio, pese al recurrente aumento de hechos de violencia en el país.
Asimismo, el Ejecutivo enfrentó un cierre parcial del gobierno federal por 17 días, el primero en muchos años, y aunque los números culpan a la oposición republicana, tal fenómeno erosionó y puso en tela de juicio la capacidad negociadora de Obama.
Aunque favorecido por un pacto sobre el presupuesto fiscal para los próximos dos años, aún pende sobre el gobernante demócrata la materialización de un arreglo a fin de evitar que en el primer trimestre del año próximo el país supere el techo de la deuda. El anterior pacto alcanzado con el órgano legislativo evitó una crisis de consecuencias desastrosas a nivel global, pero el daño causado quedó reflejado en pérdidas millonarias para la economía estadounidense y en la caída de la confianza y respeto en su sistema político. En febrero el asunto retornará nuevamente.
También golpearon al presidente los escándalos sobre vigilancia encubierta a grupos conservadores del Servicio de Impuestos Internos (IRS) y por el espionaje a la agencia de noticias AP, revelados en mayo.
Aunque presentados como éxitos de la política exterior de la administración, la crisis sobre las armas químicas en Siria y el acuerdo multilateral sobre el programa nuclear de Irán, son blancos de crítica en el Congreso.
Si algo puede apuntarse Obama a su favor es la disminución del índice de desempleo a cerca del siete por ciento, si bien no logró que el Congreso prorrogara las ayudas a unos 1,3 millones de parados, las cuales cesan a fines de año.
Igualmente puede ser visto como un fracaso gubernamental la postergación de la ley de Agricultura, resultado que dejó a cerca de 50 millones de estadounidenses sin la ayuda de los cupones de alimentos desde inicios de noviembre.
Culpable o no, Obama se fue a Hawai a pasar sus vacaciones de fin de año y según sus críticos, a pensar en la forma de encaminar su descarrilada agenda de gobierno.
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