
Los menos comprendidos y atendidos
Por Guillermo Robles Ramírez
Estamos tan acostumbrados a ver en la ciudad tantos espacios de estacionamientos pintados de color azul, en donde nos indica que solamente son exclusivos para personas discapacitadas. En algunos, simplemente el color ya es indicativo para ser un lugar especial para ellos; en otros lugares, aparte de estar de azul, tienen un letrero en alto con una silla de ruedas.
Cuando escuchamos hablar de la gente con capacidades diferentes o discapacitados, por lo general lo primero que viene a la mente es de una persona imposibilitada de caminar; de alguien que requiere una silla de ruedas. Resulta hasta cierto punto normal el concepto generalizado por la población dada las circunstancias que lo vemos habitualmente en muchas partes, en especial en los lugares para estacionamiento vehicular. Ese símbolo de color azul es para indicarnos que es exclusivo para esas personas que tienen un problema de nacimiento. Aunque también pudo haber sido por alguna razón accidental o enfermedad, perdieron la habilidad de poder caminar.
No obstante, para el mundo de los silentes son los menos comprendidos y los menos atendidos, pero para ellos su vida tampoco es nada fácil. Para poder imaginar el mundo de los sordos, intente usted de ubicarse en su contexto actual, pero sin haber escuchado nunca ningún sonido. Usted, como siempre, tendrá necesidad de comunicarse con las demás personas, recurriendo a su memoria auditiva y así mucho de lo que lee lo entiende por lo que ha oído antes. Pero si nunca hubiese oído ningún sonido, le resultaría difícil e incluso frustrante aprender un código escrito.
Así es la realidad de los sordos, se ven obligados a aprender una lectoescritura de sonidos o conceptos que nunca han oído.
Ante la necesidad, los sordos han desarrollado su propia forma de expresarse, la lengua de señas que adopta modalidades diferentes en cada país.
Padres de niños sordos aseguran que las primeras señas de sus hijos para comunicarse con ellos se dieron antes de cumplir el primer año de edad. Así, en México se cuenta con la lengua de Señas Mexicana (LSM), que permite que los sordos reciban la instrucción elemental, e incluso algunos han alcanzado la instrucción universitaria, mediante un esfuerzo extraordinario para lograr leer los labios del hablante.
Aunque hay quien piensa que esto es fácil, la realidad es que es sumamente difícil lograr leer los labios de otras personas y en muchas ocasiones hay una lectura que no es completa.
Datos del INEGI, en el 2020, registraron que esa es la realidad de más de 2 millones 900 mil sordos que habitan en el país, independientemente de los más de 860 mil de habitantes que padecen problemas severos de auditiva o comunicarse.
En beneficio de los sordos, a los que injustamente se les considera también mudos sin serlo, cada día son más los padres y familias, así como personas de la comunidad que aprenden el lenguaje a señas, que data a más de doscientos años atrás, teniendo origen en Francia y Estados Unidos adoptándolo posteriormente otros países del mundo.
Pese a que existe un problema con cifras altas, son pocas las escuelas primarias especializadas en niños con capacidades diferentes y escuelas secundarias donde se atiende a jóvenes con necesidades singulares, pero ninguna con recursos de la federación o estatales.
En el país sigue sin éxito la aprobación de una ley que reconozca la lengua de señas como una lengua oficial, aunque existen algunas leyes aprobadas sobre los derechos de las personas con discapacidad, pero la de los sordos está siendo ignorada en su totalidad, o al menos que sea incluido el lenguaje de señas en escuelas y universidades públicas.
A las autoridades de todos los niveles, incluyendo legisladores y diputados locales y federales en nuestro país; se les olvida que el ser humano tiene necesidades de ser comprendido en todas sus áreas de discapacidades, dejando a los sordos envueltos en su mundo silente y la mayor parte de los mexicanos al ver un sordo, sienten que están frene a una persona incapaz, ocultando con ello la verdadera capacidad de la persona sorda.
En el 2001 se le fue entregado al entonces presidente Vicente Fox una propuesta para fuera obligatoria enseñar el lenguaje a señas en escuelas especializadas en las principales ciudades del país, así mismo como a un familiar e incluir en las oficinas públicas una persona que pudiera interpretar el lenguaje a señas para los sordos. De ahí no trascendió, quedándose nada más en puro tintero y una propuesta más olvidada en el mundo del silencio.
Resulta incongruente e injusta para este sector de la población que se pretenda dar prioridad a un lenguaje que no existe de manera oficial o mucho menos incluido en la Real Academia Española o en la Academia Mexicana de la Lengua, que viene siendo el lenguaje inexistente de la inclusión que es simplemente interponer la letra (e). Primero hay que aprender, hablar correctamente nuestro lenguaje, así como darle valor y respetar los idiomas nativos existentes al sur de México, como también la justicia para incluir el lenguaje a señas. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org
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