Por Emilio Trinidad Zaldívar

A pesar de su descarada injerencia en asuntos del Poder Legislativo, el presidente Andrés Manuel López Obrador no ha podido doblar a los senadores de oposición para que voten a favor de María del Rosario Piedra Ibarra, a quien por tercera ocasión, quiso imponer el día de ayer a través de Ricardo Monreal, como titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Tres veces ha topado con pared; tres veces ha quedado en evidencia que no respeta al Senado, porque tiene ahí a sumisos colaboradores que harán cuanto él ordene por absurdo o descabellado que parezca.

La instrucción al zacatecano seguirá siendo la misma: convencer (o quizás obligar) a los demás senadores para que la hija de la luchadora social Rosario Ibarra de Piedra, sea ungida titular de esa Institución, por encima de la razón, la moral y la sensatez que debiera imperar en el Ejecutivo federal.

Los orígenes partidistas con Morena de la aspirante a la CNDH debieran ser más que suficientes para que la cordura y la congruencia obligaran a tomar otro camino.

Contrario a la necedad del presidente y la obediencia indigna de Ricardo Monreal Ávila, juristas, académicos, investigadores e integrantes de diversos organismos que apoyaban al abogado José de Jesus Orozco para el mismo cargo, han reconocido que no está en condiciones de vencer a la impulsada por quien dice “lo que diga mi dedito”, pero aceptan que el mejor perfil para la Comisión Nacional de los Derechos Humanos es Arturo Peimbert, quien -dicen- daría autonomía, respetabilidad e impulso a ese importante organismo hasta hoy autónomo de las grotescas ambiciones de controlar todo del presidente.

Jesús Orozco así lo reconoce y acepta que venir del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, lejos de ayudar, le perjudica, por lo que declinará hoy o mañana temprano a favor del oaxaqueño, para que los senadores no voten por la destrucción de la CNDH.
Lamentablemente, ya dijo quien hoy vive en un Palacio, que no importan grados académicos, experiencia, capacidad intelectual y liderazgo, para conducir una oficina del tamaño de la Comisión, y así, de esa forma, describió cínicamente a María del Rosario Piedra Ibarra.

Para López Obrador basta y sobra con haber sufrido maltratos, carencias, abandonos, necesidades, pobreza, abusos del poder o persecución política, para encabezar los trabajos de una Institución que al parecer, tiene contados sus días como organismo autónomo en la defensa de los derechos humanos.

Apuntes Finales…

Que el pleito entre varios integrantes del gabinete presidencial crece y crece. Para muchos, es claro que el conflicto entre la aún secretaria de Gobernación y Julio Scherer Ibarra ya se llevó entre las patas a Alfonso Durazo Montaño, a quien la ex ministra parece no tragar. Los desencuentros, intrigas y metidas de pie de unos a otros son evidentes. Más pronto que tarde, López Obrador tendrá que dar un manotazo sobre la enorme mesa de trabajo de Palacio Nacional, para poner orden a tan descompuesto primer año de gobierno… Inenarrable lo que sucedió en Sonora, donde al parecer, fue la misma secretaría Olga Sánchez Cordero la que quitó las escoltas a la familia LeBarón, que fueron brutalmente acribillados…

Poco gusto debió darle al presidente escuchar que Ricardo Monreal no descarta la posibilidad de participación de órganos de procuración, justicia e investigación de los Estados Unidos que ofreció Donald Trump para acabar con el narcotráfico y el crimen organizado en nuestro país. Al respecto el presidente López Obrador dice que vulneraría la soberanía nacional y que para ello, tiene elementos policiacos y militares suficientes para resolver el problema de la violencia. Lo malo es que así han dicho sus antecesores y los delincuentes siguen ganando la batalla… Que muy pronto se dará a conocer la detención de otros ex integrantes del gabinete peñista. Nada desearía más este pueblo burlado y saqueado.

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