La cantaleta de todos

Por Guillermo Robles Ramírez

Coahuila no es la excepción en la elevación o incremento en robos de autos, negocios, casas, bancos y todo delito calificado como de fuero común, pues es un hecho que la incidencia en menor, mediana o mayor proporción se ha extendido en la mayor parte de los municipios del país.

La razón o motivo, según dicen y aseveran especialistas en seguridad, es el resultado de que la milicia, así como los cuerpos de seguridad pública tanto federal como estatal y municipal, le han pegado duro a la delincuencia organizada y que esto ha fraccionado o fracturado a cárteles importantes, por lo que una vez desmembrado tal o cual grupo de delincuencia organizada, los “sobrevivientes” toman por cuenta y riesgo propio su delictiva forma de vivir y se introducen al robo de comercios, casas, industrias, bancos, vehículos, etc.

A esa acción se le llama “efecto cucaracha” que es lo mismo a la vieja frase de que cuando el buque se hunde, salen a flote todas las ratas de cuatro patas y se desparraman.

Cierto o no ese argumento, pero mientras se coordinan e instruyen nuevos esquemas para detener el alza en los delitos de fuero común, quien al final paga las cuentas o los platos rotos, es la sociedad que está expuesta a los latrocinios de sus bienes y patrimonio sean los personales de su domicilio o bien de su negocio.

En el caso concreto de Coahuila, la nueva excusa o pretexto para justificar el incremento en esos delitos por parte de sus alcaldes es reconocer que falta fijarse estrategias en seguridad pública que den resultados, añadiendo como un consuelo el que no es nuestra Entidad la única en el país que está sufriendo la inesperada incidencia en hurtos a bancos, tiendas, casas, etc.

Hay responsables de los ayuntamientos que se autocalifican con un cinco o un seis en seguridad pública, pero rematan con “no somos los únicos”; “los delitos del fuero común se han ido hacia arriba a raíz de los golpes que se ha dado a la delincuencia organizada”, “estamos estudiando y viendo otras estrategias que garanticen el retorno de la seguridad para los ciudadanos en general”, éstas y otras frases más son la disculpa o excusa de presidentes municipales de Coahuila.

También está en boca el pretexto de la falta de policías y patrullas, porque los y las que tenían los municipios se trasladaron a los grupos policiacos especiales para combatir la delincuencia organizada, escudándose a que se están contratando nuevos elementos, pero hay que esperar a que sean adecuadamente capacitados y entrenados para que rindan buenos resultados.

Ésta se está convirtiendo en la cantaleta permanente y más cacareada por los ediles coahuilenses a quienes la sociedad ya no les cree sus declaraciones que resultan, además de falsas, hipócritas.

¿Será una justificación suficiente que autoridades locales, aseguren que cada vez hay menos recurso federal a diferentes partidas como al rubro de la seguridad? Tal vez nunca sabremos el motivo o razón real si se trata de menos presupuesto o como dicen los expertos y conocedores del tema, que es el resultado del “efecto cucaracha”.

Lo cierto es que cada vez es más recurrente que quienes cometen el delito de robo, ya no lo hacen exclusivamente a quienes tienen más, sino ahora, están cometiendo sus actos ilícitos hasta en aquellas colonias populares o que menos recursos tienen, perpetuando sus robos para despojarlos de sus humildes automóviles, o bien del contenido del interior de los coches, siendo por lo general herramientas de trabajo. Las ratas de dos patas no solo visitan a colonias residenciales, sino también a barrios y vecindades. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org

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