Hay más creatividad del lado oscuro

Por Guillermo Robles Ramírez

Recuerdo cuando tenía entre los 12 y 15 años de edad, el ingenio que tenía mi papá de cómo tenía que entrar la argucia y creatividad de los mexicanos para pasar de Estados Unidos a nuestro país, mercancía de “contrabando”. Y no precisamente me refiero a las que se consideran como delito que son las drogas, sino cosas simples como juguetes, mandado, ropa, y alguno que otro equipo electrodoméstico. Sobre este último siendo más específico los primeros equipos de microondas para recalentar la comida, que por cierto tenían un volumen demasiado considerados, es decir, no eran menores de 50 cm de ancho, largo y profundidad.

Eran los tiempos en que no había nada de eso del Tratado de Libre Comercio y menos de franquicias como ahora que si bien es cierto que no son gran cosa. Sin embargo, esos 50 dólares de donativo que daba mi papá, y la mayoría de muchas familias mexicanas que hacían lo mismo, era el pago para permitirte pasar casi lo que fuera, ya que no existía otra alternativa de pagar un impuesto.

Todo era para los jefes aduanales que se enriquecieron extendiendo la mano en los puentes internacionales, además de las famosas y tan terminas “volantas” que siempre le toca a quienes les encantaba la “fayuqueada” a escasos kilómetros de pasar la garita.

En aquellos años, era una serie de esquilmadas que nos daban los aduanales y como sirviera de mucho, la satisfacción y “orgullo” era presumir y alardear con los familiares, compadres y vecinos, me traje esta televisión, el radio, el mandado, los juguetes, etc., de contrabando. Y, como si fuese poco, en las reuniones recuerdo que mi papá, así como invitados o familiares, era la plática casi obligada. Esas anécdotas que cada quien decía el cómo se las ingeniaban para pasar la “fayuca” sin importar que en ocasiones las cuotas que se daban primero en el puente, luego en la garita y con la famosa “volanta” representaba más dinero que el costo del contrabando.

Ah, pero ¡sí!, como los veía a todos muy orgullosos y mostrando como premio todo aquello que pasaron como “fayuca”.

Ahora todo es diferente, pasamos hasta muebles, electrodomésticos, en fin, como bien se dice, todo lo que quepa por el puente, claro, pagando impuestos directamente el interesado o a través de una agencia aduanal.

Vino a mis recuerdos aquellos tiempos porque en estos momentos se vive algo similar, aunque se trata de un producto dañino y mortal, refiriéndome a la droga que sus traficantes no pierden el tiempo en crear nuevas formas de introducirla a los países de alto consumo.

El negocio del tráfico de drogas es tan altamente remunerativo que hay quienes se prestan para introducirla dentro su propio cuerpo, aún a sabiendas que puede presentarse una irregularidad y fallar el método creado y causar la muerte a quien lo hace.

Este método aunque es algo viejo, se continua haciendo pero aún más complejo quedándome asombrado por lo que veo en una serie de National Geographic, llamada Alerta Aeropuerto; en donde muestran los filtros de seguridad de diferentes países, como Madrid, Colombia, Estados Unidos, y Canadá; hasta el momento no he visto alguno de los aeropuertos o fronteras de México.

Realmente me quedo asombrado de la creatividad del crimen organizado para pasar la droga, hasta en diferente tipo de presentación para después ser procesado en su lugar de destino y recuperar la pureza de la droga. He visto episodios en donde viene en forma de gel, para ser inyectado entre la misma costura de maletas, ropa o calzado, aunque la más compleja que he visto es aquella que viene compuesto en forma de textil.

Pues bien, en Ámsterdam llegaron desde Perú, cien insectos disecados dizque importados y exportados por determinadas personas.

La agudeza de un agente aduanal de Holanda, descubrió que esos insectos venían rellenos, sabe usted de qué: De cocaína. Sí, así como se lo relato.

El agudo agente aduanal holandés, aceptó asombrado por el ingenio de los traficantes de la droga, “hemos visto y muchas cosas, pero nunca algo así”.

Explicó que los insectos fueron abiertos e inyectado en su interior la cocaína y cerrado con algún pegamento.

En total, los cien insectos llevaban 285 gramos de cocaína con un valor de 28 mil 500 dólares, algo así como por arriba de los 480 mil pesos mexicanos, si consideramos que se trata de una buena pureza; que si bien no se trató de un cargamento de cocaína histórico, sí podemos darnos cuenta de que los comerciantes de cocaína no descansan y cada vez, buscan y encuentran formas para hacer llegar la droga de un país a otro.

Esto, viene a demostrarnos que es urgente que los gobiernos de todo el país y de manera particular del nuestro, México; deberán realizar cada vez más y mayores inversiones en la capacitación de gente zagas e ingeniosa que pueda detectar estas modalidades en tráfico de drogas tan mortales y dañinas como lo es la cocaína.

Los conductos para pasar la droga, todos e inimaginables, pues en el caso de los 100 insectos, éstos venían dentro de un sobre que casualmente empezó a ser revisado de manera normal y rutinaria. Conclusión a la que llegamos, regresan las viejas mañas que ahora no son en costumbres, sino en sustancias químicas que en este momento son un cáncer que se expande cada vez más y en cuyo combate debemos colaborar todos, pues, insisto, no se trata de un problema meramente de los gobiernos. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva) www.intersip.org

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