Hacia una sociedad indiferente

El municipio de General Cepeda es una gran extensión de semidesierto enclavada en el sureste de Coahuila. Con casi 12 mil habitantes, distribuidos sobre todo en el área rural, el único oasis en sus 3 mil 500 kilómetros de extensión, es la cabecera municipal, el pueblo de General Cepeda.

            Por sus características y las costumbres de sus habitantes, General Cepeda se asimila mucho a otras poblaciones de esta región, como Arteaga, que ya forma parte del área conurbada de Saltillo.

            Aquí las actividades varían, sin embargo, la economía no fluye como los cepedenses quisieran, y las fuentes de trabajo escasean.

            Pocos se dedican al comercio, que es tal vez la actividad más productiva, aunque las ventas están supeditadas a la demanda, y esta no es mucha por el poco poder adquisitivo de la gran mayoría de los habitantes.

            Otros se dedican a la agricultura, que invariablemente está destinada al autoconsumo, pues por una parte las condiciones climáticas son adversas, presentándose temperaturas en verano de más de 40 grados centígrados.

            Por otra, la falta de recursos para hacer productiva la ya de por sí agreste tierra, impide a los productores del sector social poder hacer de sus trabajos un negocio.

            Similar situación vive la ganadería de la región, donde famélicas vacas vagan por las secas porciones de terreno en busca de algún alimento casi sin poder encontrarlo.

            La mayor concentración poblacional en todo el municipio se presenta en la cabecera, el pueblo de General Cepeda; de las 117 comunidades registradas por el INEGI,  en donde 90 de ellos cuentan con menos de cien habitantes y 27 con menos de 500.

            El número de pobladores del municipio ha ido disminuyendo según los últimos censos. De acuerdo con el censo de 1985, general Cepeda contaba con 18 mil habitantes, número que descendió a 14 mil posterior a diez años.

            Durante los últimos dos años, cerca de dos mil cepedenses han  abandonado su terruño para ir a vivir a las ciudades industrializados como Saltillo, Ramos Arizpe y Monterrey.

            En las áreas rurales, la situación que se vive es sinceramente preocupante. De los diez mil campesinos de General Cepeda, la mitad se dedica al tallado de lechuguilla y la producción de cerca de candelilla.

            Los ingresos máximos para un tallador de lechuguilla son de aproximadamente de 15 o 20 pesos, trabajando todo el día en la búsqueda, sega, transporte y tallado de la planta.

            Pobladores del Ejido El Pilar, o lo que queda de ello, afirma que los talladores del lugar  no cuentan siquiera con un seguro medico, y las condiciones de trabajo son arduas y poco redituables.

            Para los productores de cera de candelilla del lugar, la situación no es muy diferente. El comisario del ejido de El Pilar, señala que un campesino puede obtener lo que llaman10 manojos de planta.

            Con cuatro manojos se obtiene lo que denominan una carga, una sola persona tarde 20 días en recolectar y procesar 180 kilos de cera de candelilla, de lo cual debe deducir el costo del flete, que asciende a 350 o 500 pesos.

            La otra parte de la población rural de General Cepeda se dedica a la siembra temporal de maíz y frijol para el autoconsumo; según afirmaron algunos de ellos, este año esta perdido, y la situación no ha variado mucho durante los últimos ciclos.

            Dentro de la gran extensión desértica del municipio, es frecuente encontrar pueblos fantasmas, como Piedras de Lumbre, donde un anciano solía recibir a los visitantes con una sonrisa, pero ahora el mismo pueblo consumió a esa persona de la tercera edad que tenia su único sostén en la vida.

            De las 15 viviendas de adobe solamente vive una sola persona por casa como el resultado de las condiciones de miseria por las que se vive en aquella cabecera municipal.

            El comercio de la región es prácticamente inexistente, y se reduce a la venta de refrescos, frituras y productos enlatados. Aun así es difícil obtener ganancias en el lugar.

            La educación es otro de los grandes problemas que enfrenta el municipio. De acuerdo con el censo del INEGI, el 10 por ciento de la población en General Cepeda es analfabeta.

            Existen escuelas primarias y algunas secundarias, sin embargo, las oportunidades de estudio para los cepedenses acaban allí, pues no existen escuelas técnicas de nivel medio superior ni preparatorias, quienes desean continuar sus estudios, por ende deben emigrar a Saltillo, por lo menos, situación que se presenta insolvente para los campesinos si se toma en cuenta los bajos y en ocasiones nulos ingresos que perciben.

            El promedio de educación, según las cifras del instituto de estadística, es de quinto año de primaria, y el mayor grado de analfabetismo se presenta en la gente de 50 años o más.

            En una gran parte de las poblaciones existen escuelas abandonadas, que ya no se utilizan por el grado de deterioro que presentan. La creciente migración ha causado que los niños hayan dejado de habitar las comunidades mas pequeñas y las aulas simplemente se conviertan en edificios sin utilidad alguna.

            Existen no solamente en Coahuila sino en todo el país comunidades similares o en peores condiciones que General Cepeda, en donde gran parte de su abandono es debido que son lugares en donde por desgracia los funcionarios y mandatarios de cualquier nivel no brillan a una sociedad acostumbrada a valorar todo lo que se publica en los medios de comunicación y redes sociales.

            A la falta de una reactivación económica, los únicos que tienen oportunidades son aquellos que se van a los lugares en donde pueden brillar las obras de los funcionarios públicos dejando al olvido y condenando a muchas comunidades a la pobreza y desempleo, contra la espada y la pared del hambre, en riesgo de convertirse con el transcurrir de los años en pueblos fantasmas, sin ningún narrador quien cuente la historia de lo que alguna vez hubo. Sin embargo la indiferencia y carencia de sensibilidad para muchos mandatarios y funcionarios públicos es lo único que los caracteriza, en una sociedad encaminado a la indiferencia.  (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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