Geomalabarismos

Por Salvio Juliano

Periódicamente se reúne el mundillo de la depredación capitalista en compañía de sus depredados, en lugares impecables y suntuosos, pletóricos en comodidades y bondades. Los protagonistas, tanto los victimarios como los victimados, en el paroxismo de la actuación, dibujan a la perfección las sonrisas largamente practicadas frente el espejo, las de un mundo feliz más allá del “venturoso” mundo de Aldous Huxley, el Ingles de las simplificaciones que aniquilan la libertad. Y, tomando el hilo de las aniquilaciones por simplificación, fijémonos en San Quintín en el valle de San Quintín de la Baja California Mexicana, en donde la esclavitud y la miseria se ocultan en barracas pestilentes que tienen derecha y estricta conexión con las sonrisas de la plutocracia que se luce en Davos, en la región Alpina, símbolo de la desvergüenza capitalista. Luego, saltando por saltar, impulsados por la alegría intensa que nos produce el lujo alcanzado a costa de la vida ajena, la de los esclavizados, lleguemos hasta la sede, en la Av. Juárez capitalina, a un paso del monumento a la “ Revolución” a la sede del Instituto para la Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, aquél ISSSTE fundado por Adolfo, el priista joven y carismático del México de 1960. A las puertas del Instituto, símbolo de seguridad social inalcanzada y bajo su pregonada protección paterno-estatal, yacen en filas de encobijados los cuerpos de indigentes –cada vez mas cerca de la muerte – a la vista de la ciudadanía y a la vuelta del eje hotelero del Paseo de la Reforma, simbolizado por el “Krystal Grand” y el “Fiestamericana”, hoteles extranjeros con tarifas y precios un poco mas a tono con aquel mundo alpino exclusivista, suerte de Club de poderosos que recuerda el de Berchtesgaden, asociado a otro de los “modelos” genocidas padecidos por el mundo de los siglos XX y XXI. Notoria resulta también la similitud entre el edificio sede del ISSSTE que, al igual que los indigentes a su vera, yace en el abandono: dios les crea y ellos se juntan, reza el dicho popular.Pero, en el colmo del delirio cívico que padece el “ejecutivo federal” y, para dar la apariencia de civilizado, el mandatario que se supone al servicio del “pueblo que le ha elegido en las urnas”, se compra inocentemente un enorme cuatrimotor “jet” de Boeing, un Dreamliner 787 con el ánimo de pasearse caprichosamente en un aparato que cuesta 300 millones de dólares más el costosísimo mantenimiento diario. Los ajusticiados de Ayotzinapa y Tlatelolco, los jornaleros masacrados de San Quintín y los de la “república”, los indigentes regados por todo el país y la Ciudadanía decente dentro del territorio nacional protestan frente a tan pestilente
deterioro moral de la crápula imperante que ha venido intensificando la represión en aras de la aniquilación total del “juego” político, de la LIBERTAD.

Deja un comentario