El presidente más machista de la historia
Por Karina Velasco Aguilera
Los pañuelos verdes y violetas inundan con fulgor, rabia y esperanza al país entero con motivo del Día Internacional de la Mujer frente a un zócalo capitalino, totalmente amurallado porque el presidente Andrés Manuel López Obrador, tiene miedo.
Si López intercediera para darle un portazo a Salgado Macedonio; si no hubiese cerrado los refugios para mujeres víctimas de violencia por construir estadios de béisbol; si los feminicidios sistemáticos disminuyeran, nadie estaría hablando de vallas en este momento.
Pero Obrador ha mostrado ser un mandatario sin perspectiva de género, que no está dispuesto a padecer las consecuencias de sus propias malas decisiones en el ámbito político, y de su desprecio abierto hacia las mujeres que saben levantar la voz.
Ahora los medios oficialistas, nos inundan con una perversa campaña de criminalización contra el Movimiento Feminista mediante montajes de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México como el realizado durante la noche del domingo 7 de marzo:
Un operativo fue armado en menos de una hora contra una agrupación feminista que organizaba un performance circense para la marcha 8 M en la capital; les fueron sembradas bombas molotov e incluso drogas.
Es un insulto a la inteligencia que la Fiscalía prefiera perseguir a las mujeres que están cansadas de vivir en un México feminicida en lugar de ir a catear las casas de seguridad donde tratantes de blancas tienen secuestradas a niñas y mujeres.
¿Cómo se atrevió la Cuarta, autodenominarse un “gobierno feminista”? Es indignante que capitalicen con las causas sociales para atraer votos, que tergiversen el sentido de la protesta social para no dañar el EGO del presidente.
Ahora el discurso oficial es satanizar a toda mujer que se adhiera a las demandas por una vida libre de violencia con campañas virtuales que granjas de bots y fanáticos conservadores que se creen de “izquierda”, orquestan contra “las violentas feministas”.
¿Violentas las feministas? Violentas fueron las balas de alto calibre que la 4T disparó contra mujeres y periodistas, cuando se exigía justicia por Alexis en Cancún, el pasado 9 de noviembre.
Violento es el Estado que cierra refugios para mujeres a cambio de estadios de béisbol. Violento es el presidente por cobijar a violadores dentro del partido que construyó.
Violenta es la impunidad que el actual gobierno federal está sembrando a favor de los agresores contra mujeres mientras mujeres defensoras de los derechos humanos están presas.
Violenta la secta de fanáticos autodenominada «Cuarta Transformación», que prefieren ver a una mujer morir o ser descuartizada, antes que aceptar la misoginia explícita de su presidente.
Violento es este país contra nosotras las mujeres, donde nuestras vidas son desechables.
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