Claudio Montaño

EL HEROICO CLUB DE CIENCIAS

“En lugar de ser un hombre exitoso, busca ser un hombre valioso, lo demás llegará naturalmente.”

– Albert Einstein.

Conocí hace algunos años un grupo extraordinario de jóvenes en una escuela preparatoria, motivados por una maravillosa maestra formaron un club escolar de ciencias al que democráticamente llamaron “La ciencia es buena”. Contrario a toda dinámica imperante en la institución, todos los contenidos dentro del club se enfocaron en los intereses de los integrantes. La maestra comenzó por darles las bases, enseñarles a realizar un proyecto, a investigar, a expresar su curiosidad, a buscar el bien colectivo y a ser solidarios, respetuosos y ordenados.

Las actividades del club se diversificaron de acuerdo a los intereses de los miembros que las proponian: desarrollaron un jardin botánico, realizaron conferencias, dieron cursos de capacitación a los alumnos de una secundaria en botánica, montaron exposiciones, armaron un rally de ciencia para un jardín de niños, salieron excursión para conocer más sobre diversa temática científica, etc. La direccion de la escuela les negó el reconocimiento creativo de conjunto y se lo dio al grupo de danza, porque “solo era ciencia”.

Hoy,  a 10 años de esas aventuras, esa semilla sembrada por la maestra, dá sus prodigos frutos: Ray es un biólogo con una empresa transnacional, Pily es una chef que ha viajado por el mundo, Bere es ingeniera aeronáutica, Moy tiene su propia empresa de turismo de aventura, Alfredo se desarrolla en el comercio internacional, Yanin es sociologa y desarrolla una diversidad de proyectos y Alma es la sembradora de nuevos clubs de ciencia, es una entusiasta maestra de primaria que, imparable, continua el legado de formar futuros cientificos y niños felices.

La educación en México no la hace el presidente, ni los diputados y senadores, ni los secretarios de educación. La hace cada maestro en el salón de clases, con sus estudiantes, empleando la mejor estrategia para motivar su aprendizaje y desarrollo. Sin embargo, es la estructura educativa la que representa uno de los grandes obstáculos para que en las aulas se cumpla con su noble labor. Ya sea reduciendo el presupuesto de las universidades que probadamente han dado frutos como la Universidad Michoacana de San Nicolas de Hidalgo, el pasado 9 de mayo, el subsecretario de educacion del Estado de Michoacán, Luciano Concheiro declaro que no hay dinero para salvar a las universidades como en años anteriores.

El doble lenguaje en la administracion gubernamental cuando retiran el subsidio a las escuelas para el pago de agua y luz electrica, delegando a los padres de familia a través de las cuotas de las Asociaciones de Padres de Familia el pago del suministro (en una escuela promedio, el pago de corriente electrica va de los $12,000.00 a $120,000.00 mensuales) mientras que en el discurso amenazan abiertamente a quien condicione los lugares a cambio del pago de la cuota de padres de familia.

La educación en México necesita mucho más que una reforma, necesita en primer lugar que el discurso sea congruente con la acción, que se de el lugar que le corresponde al maestro dentro de la sociedad a través del respeto a la profesión y de un salario digno por arriba de la inflación que contribuya a mejorar su calidad de vida, pues esta se vería reflejada en el aula.

El maestro invierte mucho tiempo, dinero y esfuerzo extra: desde el material que lleva al salón, el tiempo familiar que sacrifica en otras actividades como el club de ciencias y la lucha constante contra las autoridades y directivos que reman contracorriente.

Por un México que promueva en sus aulas la formacion de seres humanos plenos y felices: ¡Dios salve al club de ciencias! La ciencia es buena.

“Odiaba cada minuto de entrenamiento, pero dije: No te rindas. Sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón”  -Muhammad Alí