Desafío: Sobre las Cuerdas

  • Sobre las Cuerdas
  • Médicos de Andrés
    Por Rafael Loret de Mola

No andan bien las cosas dentro del gobierno de López Obrador; y el hecho puede confirmarse con la agria propuesta del dirigente nacional de MORENA, el delicado Mario Delgado, para salir, pecho abierto, a defender la causa de la 4T formando “un comité” destinado exclusivamente a este fin; la pregunta todavía sin respuesta es sobre si habrán de incorporarse al mismo algunos de los seleccionados miembros de la Guardia Nacional, por ahora inútil lo mismo que su predecesora Gendarmería ideada por el general colombiano Óscar Naranjo en plena cesión de relevos en materia de narcos. Ah, pero ya van por la SEDENA.

Así las cosas la precaución de Delgado puede inscribirse solo en el plano electoral o, de plano, se teme a la posibilidad de una aguerrida revocación de mandato del comandante en jefe, AMLO claro, bajo las reglas impuestas por el mismo mandante-mandatario. De lo que no puede dudarse es que, con una oposición tibia con excepciones –algunas brillantes- como la del diputado panista Jorge Romero Herrera quien exhibió la contradicción de llamar a la unidad mientras se llena de insultos y ofensas a quienes disientes de los criterios presidenciales.

Tal es el punto de no inflexión. López Obrador es quien, desde luego, ha radicalizado al México contemporáneo poniendo valladares insuperables entre quienes él llama “fifís”, los conservadores, y los “chairos”, la voz popular para acentuar a los lacayos del señor de Palacio Nacional y no tanto a los miembros de una izquierda profundamente erosionada, en nuestro país y el continente, a causa de las dictaduras, las que ya se han fortificado y aquellas que están en el linde entre la simulación y la mayor de las autocracias.

La presencia en la cumbre de la CELAC, hace un año, de los jefes de Estado indeseables de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y Venezuela, Nicolás Maduro Moro –hijo del chavismo intervencionista y no del sueño bolivariano-, llevó a la hecatombe a la diplomacia mexicana y significó además un duro golpe para las pretensiones de internacionalizarse de Andrés Manuel sin siquiera salir del país. “Si Mahoma no va a la montaña…”

Más ahora que nunca el mesías de Macuspana quedó con un ácido sabor de boca ante su propia torpeza de creerse más vivo que los analistas del exterior y pretender golpear con una mano a USA y con la otra solicitarle ayudas que más parecen limosnas. Debe estarse carcajeando Kamala Harris junto al secretario General de la OEA, Luis Almagro.

Pero la tergiversación permanente –en la que tiene un doctorado el vocero sectarista Jesús Ramírez Cuevas (Cavernas), creador de Lord Molécula, Lord Pirata y Lady Congo-, hace sentir a los pocos enterados que nuestro país volvió a ser líder en Latinoamérica sin detenerse que solo servimos de tapete y tribuna para el lucimiento del dúo crítico, Díaz Canel y Maduro, contrarrestado por los presidentes de Uruguay, Luis Lacalle, y Paraguay, Mario Abdo Benítez. Lo demás fueron nimiedades cuando debieron ser el núcleo.

Una vez más, AMLO ha quedado como un títere de los intereses del norte aunque parezca que trata de lucir como un comunista listo a formar el hilo conductor entre los gobiernos incontrolables de Cuba, Nicaragua, Venezuela y también Bolivia, Ecuador y ahora Perú cuy mandatario, Pedro Castillo, va a contracorriente de las carcajadas que produce.

Lo dicho: una vez más retrocedimos cuando tenía el gobierno de México la mesa servida para erigirse con un liderazgo real entre las naciones hermanas del sur. ¡Pobre de AMLO si no lo entiende!

La Anécdota

En una nación presidencialista y atorada por la ausencia real de autonomía entre los poderes de la Unión, la salud del mandante-mandatario es casi la salud de México. Por ello debería obligarse al cuerpo de médicos de excelencia que vigilan los agobios de AMLO a dar, siquiera una vez por semana, un diagnóstico exacto de cómo progresan sus enfermedades, sobre todo las cardíacas y las neurológicas.

Si Peña debió someterse a quimios diarias en el Hospital Militar durante su sexenio terrible, López Obrador se niega siquiera a visitar el nosocomio porque la soberbia le gana a su propia incapacidad física. Su medicina es el poder aunque, para aplicarla, anestesie a buena parte de los mexicanos, esos tuertos que quieren ratificarlo o los mancebos dispuestos a dejarle otros tres años en el poder –o más, si aguanta-, porque para eso “fue votado”.

Los absurdos han sustituido al elemental raciocinio.


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