Desafío: Las Consignas
Por Rafael Loret de Mola
«Por encima de la ley, nadie», solía repetir el presidente de la República; pese a ello hay varias señales en contrario que preocupan en un entorno dividido entre los que aplauden todas las decisiones de éste aunque no puedan razonarlas y quienes las aborrecen sin tampoco razonar correctamente los porqués. Ahora rectifica y repite: «no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley». ¡Cómo cambian y se transforman los farsantes!
Quizá por ello la autonomía institucional de la Fiscalía General, en manos del enloquecido Alejandro Gertz Manero, quien ganó 8 millones de dólares tras el crimen contra su hermano Federico culpando a quien le vino en gana, toma los tintes de una justificación para el titular del Ejecutivo federal: si no se procede con celeridad contra los corruptos –comenzando con los ex presidentes a quienes se sometería a una consulta popular como base para procesarlos-, tal se considera fuera de la esfera presidencial y dentro del círculo judicial al que se debe dejar con independencia de acciones. Una fácil manera de evadir uno de los más grandes flagelos contra los mexicanos, precisamente la corrupción, aunque se esgrima que es prioridad del gobierno combatirla.
Cuando el Estado de derecho obedece a la consigna se acerca al «estado fallido». Tal es el riesgo, inevitable por lo demás, en el que estamos cayendo. Porque, es un hecho, la única «intocable» no era, antes del 26 de febrero de 2013, la «novia de Chucky», Elba Esther Gordillo, aunque así lo asumiera el presidente Peña Nieto riéndose a carcajadas con Carlos Romero Deschamps, el petrolero cuyas hazañas han rebasado, y por mucho, los peores momentos e historias de Joaquín Hernández Galicia «La Quina». Y esto se lo sostengo a cualquiera porque conozco, a fondo, la crónica de ambos sujetos. (Con «La Quina», por ejemplo, hubo una ocasión en la que recorrí Ciudad Madero con él y, me consta, no todo era cobre; Romero Deschamps, en cambio, debiera comenzar hablando de su paso por Salamanca –donde hiere el recuerdo a decir de José Alfredo-, en donde fue formado por Ramón López Díaz quien llegó a declarar, ufano:
–«Soy cacique, pero de los buenos».
Y algo parecido me dijo «La Quina» en Tampico, en casa de mi inolvidable amigo Rodolfo Gil Zayas:
–Estos niños de hoy –refiriéndose a Salinas y su pandilla, entre la que se contaba a Manuel Camacho Solís-, saben mucho de Harvard…pero no entienden ni conocen a este país. Esta es la cuestión.
Y tenía sobrada razón sin que, de modo alguno, justifiquemos sus bárbaros excesos; él mismo siempre lo supo y la opinión pública también.
No busque mucho, presidente. La corrupción está DENTRO de su gabinete.
La Anécdota
Cuando se rompe el orden constitucional resulta casi imposible restaurarlo después. Por ejemplo, en Tabasco, la clase política o una parte de ésta, venera a dos personajes: Tomás Garrido Canabal y Carlos Madrazo Becerra. El primero de ellos, Garrido, anticlerical furioso, solía presentarse como «enemigo personal de Dios» y, es curioso, que esta entidad sea la que menos templos haya erigido e lo largo de una República rebosante de ellos. Además, Don Tomás, creador de las «camisas rojas» bajo la férula del general Cárdenas, fue gobernador de su estado tres veces, yendo y viniendo como Santa Anna en la residencia un siglo antes.
Y un mandatario yucateco, el ya extinto Víctor Cervera –no escribo el apellido de su madre por respeto a los lectores-, se dio el gusto de permanecer en el gobierno del Estado, ¡diez años!, anulando los preceptos constitucionales y reeligiéndose tres veces. Desde entonces, la política de circunstancias domina el escenario… al igual que en Tabasco en donde todo montaje tiene cabida como su inigualable leche de vaca embotellada.
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