Desafío: Grandes Homenajes

*Grandes Homenajes
*Las Urnas no Eran
Por Rafael Loret de Mola


El culto público en México es como una forma de vida acaso heredado de los genocidas hispanos que reemplazaron los ritos de Mesoamérica con las peregrinaciones las cuales, hasta hoy, le dejan enormes ganancias a las arcas de la Iglesia, más allá de la fe convertida en uno de los mayores consorcios universales. Y lo mismo en el campo político en cuyo seno se llega a absurdos tan grandes como los de negar la historia, más por desconocimiento que por mala leche, en aras de cultivar a determinados sectores o grupos de presión como les llamábamos en los años escolares hace medio siglo.

Así en 2013 el inculto Peña –-el gran protagonista de mi libro Peña-Asco para los irreverentes que me juzgan alegando un inexistente silencio respecto a los predecesores de AMLO–, se dio a la tarea de exaltar los cien años del “glorioso” ejército mexicano cuando en 1913, las fuerzas armadas federales, “los pelones”, estaban al servicio del “Chacal” –casi “caca” en los términos actuales- Victoriano Huerta Márquez, acaso el mayor antihéroe de nuestra historia y asesino de Madero y Pino Suárez.

Se dijo entonces que el referente señalaba al ejército constitucionalista, formado por el entonces gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza Garza, quien al rebelarse contra Huerta juntó a los bravos del norte y los sumó a las fuerzas policiacas estatales para ir a la toma de la capital lo que, al fin, lograron. Eran tropas desordenadas y ambiciosas –lo que no resta la grandeza de Carranza-, que muchas veces en tropel saqueaban a los ricos que encontraban a su paso; de allí el pretendido verbo “carrancear” que a mí me parece de lo más injusto.

El pretendido loor a las fuerzas armadas se ensombreció con esta llamarada de incultura e insensibilidad. Lo mismo cuando se pretendió elevar a heroísmo a los funcionarios del panismo muertos en prefabricados “accidentes”: Ramón Martín Huerta, Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake Mora, de no muy buenos aportes como funcionarios al servicio de los Fox y Calderón. Pues por el hecho de morir en sendos “accidentes” fueron motivos de funerales de Estado ampliando las sospechas de que habían sido víctimas de la guerra intestina entre los narcopolíticos y los políticos narcos. No es lo mismo, por cierto.

Hace una semana, el miércoles 17 de junio, Andrés Manuel llegó a Puebla a rendir culto al Plan DN III, implementado hace 54 años. Su esposa Beatriz, su historiadora de cabecera, no le advirtió que se señalaba a 1966 como el arranque del plan de salvamento, precisamente dos años antes de la matanza de Tlatelolco y con Gustavo Díaz Ordaz en la Presidencia, esto es bajo el régimen recordado por la peor represión de la posrevolución hasta entonces; luego vendrían 1971 y el Jueves de Corpus bajo el echeverriato.

Sólo faltó que la izquierda en su conjunto, cuando muchos de sus miembros fueron brutalmente repelidos y encarcelados, llevará en andas una esfinge de Díaz Ordaz como signo de reconciliación con un pasado ominoso. ¿Tenía alguna necesidad AMLO de esta reverencia infundada? Es cómo preguntar por qué NO usa cubrebocas y se mofa de las medidas sanitarias que su propio gobierno, a través del otro López (Gatell) y sus patiños anuncian cada mañana y noche.

La Anécdota

El 26 de diciembre de 2018, apenas tres semanas después de la asunción presidencial de López Obrador, las urnas que “contenían las cenizas” –más bien el polvo encontrado alrededor del helicóptero colapsado sin explicación creíble-, de los esposos Moreno Valle –Martha era gobernadora de Puebla-, el piloto y el secretario del senador Rafael, fueron grotescamente cambiadas de sitio como si no importara cuál, de verdad, le pertenecía a cada una de las víctimas.

El suceso habilitó a un interinato y a una nueva elección ganada por el hoy muy cuestionado Miguel Barbosa Huerta quien fue enemigo de Andrés cuando éste se separó del PRD y ahora arrastra sus discapacidades con más pena que gloria. Barbosa, lo mismo que el mandatario federal, siguen siendo señalados por los allegados al cacicazgo Moreno Valle como sospechosos de los crímenes. Eso sí: se les homenajeó con la presencia de Olga Sánchez Cordero, la secretaria de Gobernación perdida en la selva de la ignominia.

Y punto… ¿final?


E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
Búsquenos en YOUTUBE y en FACEBOOK

Deja un comentario