Guillermo Robles Ramírez

Sale muy caro morirse

Por Guillermo Robles Ramírez

Hay ciertos temas que no se tocan cuando se es joven o simplemente porque tienen miedo considerándolo como un mal augurio, pero tarde o temprano nos alcanza uno de los jinetes del Apocalipsis, siendo aquel montado en un caballo bayo, que por nombre recibió como la Muerte.

Algo que por sentido común es de pensar que todo ser vivo pasa por este proceso de la vida, siendo tan antiguo un acto que en otro tiempo se consideró humanitario, pero la muerte de los humanos siempre ha ido acompañada de distintos rituales adaptados en la cultura de cada civilización apegado en los tiempos en que se viven, aunque por lógica nadie ha vivido una eternidad para poder contarlo.

En la actualidad se ha convertido en el único negocio inmortal, auspiciado por la vanidad de quienes han tenido el infortunio de haber perdido a un ser querido y realizan en sus exequias el último gasto sin escatimar en el mismo, aunque todavía una gran mayoría prefieren las inhumaciones discretas y económicas.

Venerar a quienes se han adelantado en el camino, inicia con el más vistoso funeral, ya antes de pensar en que quién habrá de hacerse cargo de ello lleva un interés económico, siendo necesario verlo desde ese punto de vista de un servicio más a la comunidad, aunque para quien va ser el beneficiado será el último en esta vida.

Es la vanidad de la misma gente quien propicia una competencia en las tarifas por un servicio obligatorio que van desde dos mil quinientos, el más económico, hasta por encima de los cuarenta mil pesos, el más oneroso, y aunque la muerte no distingue clases sociales, son las familias quienes no escatiman si sus posibilidades así lo permiten en un gasto final para honrar a quien se ha adelantado en el camino.

Desde ataúdes diseñados de manera especial con los detalles más vistosos, de maderas finas y metálicos de lujo, cuyos precios oscilan entre los cinco y 10 mil pesos, o mucho más, pero sin incluir el resto del paquete que comprende capilla ardiente, traslado en carroza a la última morada, adornos florales y hasta esquelas u obituarios en los medios de comunicación locales, pero eso sí, el servicio de cafetería es gratuito.

¿Cuánto cuesta morirse? La respuesta puede variar dependiendo de la funeraria o servicio que prefiera, aunque todas ofrecen prácticamente lo mismo, la distinción la marcan los años de antigüedad que tengan de vigencia en el mercado.

Sus costos van desde los 15 a 50 mil pesos, pero también dicho procedimiento lo ofrecen muy pocos cementerios como aquellos que pertenecen a los municipios o ayuntamientos, que su costo puede variar desde los 18 mil pesos para cada cuerpo resultando el precio más económico e incluyendo los permisos para su exhumación en el caso de querer hacerlo posterior a un embalsamado tradicional, pero por cuestiones personales de querer reunirlos en una cripta de alguna capilla.

Como católicos, la incineración como servicio es el más satanizado porque la cremación indica fuego y el fuego siempre ha simbolizado el infierno. Cuestión de idiosincrasia y de cómo vean los clientes pues hay quienes piensan que el mismísimo infierno se encuentra actualmente ahorita con nosotros, es decir, aquí en la tierra.

En el negocio de las funerarias, como en otros que incluyen servicio, también existen “coyotes”, quienes disfrazados en agencias “establecidas” venden servicio de previsión e involucran en sus fraudulentas acciones a los negocios debidamente establecidos y una vez que reciben el enganche o anticipo, desaparecen y dejando a los ciudadanos con un doble problema.

Pero en este negocio, no podrían quedar fuera las aseguradoras, quienes aparte de prevenir económicamente a una familia, ante la pérdida de uno de sus miembros, también le han entrado al sistema de las inhumaciones y a mayor lujo, mayor la suma por esa previsión.

Prácticamente todas las agencias de seguros que operan en Coahuila han incluido esos paquetes, y aunque carecen los contratos están ya establecidos con las funerarias.

Nadie está preparado para morir, esa es una realidad, pero sí puede anticipar una deuda que a futuro dejaría a sus seres queridos; sin embargo, a esta situación las empresas funerarias ya le apuestan a la previsión y el trabajo de la mercadotecnia para la venta de dichos servicios, pero nada más hay que recordar que la ostentosidad para alimentar la vanidad después de la muerte tiene su precio y cuesta mucho pero al fin cada quien sabe qué hace con su propio dinero y sus posibilidades.

Lo más importante es que la filosofía de la vida es pensar que algún día habremos de morir como una realidad inobjetable y hay que estar preparados económicamente porque hasta la muerte tiene precio (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar) www.intersip.org

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