Desafío: El Espejo Negro

  • El Espejo Negro
  • Guardias al Alza
    Por Rafael Loret de Mola

Tezcatlipoca es la deidad que apunta hacia el norte y que es santuario de la oscuridad, de la noche y todo lo material porque se coloca por encima de la espiritualidad. Cuenta la leyenda náhuatl que él y Quetzalcóatl fundaron al mundo sin precisar quién era el más importante pero su creación se vio entorpecida por la presencia de un monstruo enseñoreado en los océanos; entonces, Tezcatlipoca ofrendó su pie como anzuelo para capturarlo y destruirlo; de allí que su figura se represente como la de un tullido sin perder sus condiciones sagradas.

De allí que el espejo negro sea el reflejo de ñas tinieblas más negras, de las largas noches sin estrellas y de la maldad que exige ofrendas para redimir al mundo. Apunta hacia el norte, digamos hacia los Estados Unidos –pero no América como suelen referir los ignorantes que pretenden observar al continente limitándolo por el río Bravo-, como una carga siniestra sobre los hombros de los viejos pueblos de Mesoamérica en donde el tiempo no es el nuestro sino se mide de otra manera, digamos con el pulso de la eternidad, por lo cual el presente no es más que un breve paréntesis.

Los mexicanos heredamos, sin duda, esta presunción de la muerte en vida. Tezcatlipoca y su espejo bien pueden ser Andrés Manuel y su 4T –t por tinieblas-, separados del linde de la vida común, con la vista puesta en el norte, más allá del río-frontera y las mojoneras, y la garantía de que sus reflejos sean apenas captados por la visión de los comunes, tan fáciles de manipular como los corderitos que entran al redil para no salir más o los cerditos aplastados en lo camiones de carga tratando de tomar un poco del aire fresco que se cuela entre rendijas.

Por eso, sin duda, el mandatario más felón de la historia –acaso a la par con Victoriano Huerta, el gran canalla contrarrevolucionario-, optó por un pretenso afán de colocar a sus críticos –sobre todo si sus ideas y denuncias calan y desnudan las verdaderas intenciones del señor austero del Palacio Nacional-, en el filo del desprecio público atizando la hoguera de las inducciones enfermas hacia el otro lado del escritorio del poder en donde, sin duda, recalan las mentiras que pretende colgar a quienes le enfrentan con el valor necesario para carearse con los miles de miembros de una Guardia Nacional fundada para la represión y, sobre todo, la expansión del miedo.

La maldición del espejo negro –recordado alguna vez por José López Portillo, otro de los cuatro López mandatarios-, se extiende sobre la putrefacción de esta administración federal inescrupulosa en la cual la economía de la miseria –agitada por la euforia causada gracias a los récords de remesas que exhiben nuestra mayor dependencia en ausencia de fuentes de trabajo en México-, es rectoría demagógica en las oscuras mañaneras cada día.

Si 56 mil mentiras, en poco menos de mil mañaneras, son sustento para entender de donde vienen las falacias para engatusar a los ignorantes, youtubers parlanchines o bots armados con las herramientas de la podredumbre política, no son suficientes para hacer comprender a los mexicanos cuánto daño hacen los engaños –los del miserable doctor muerte, por ejemplo-, habremos perdido el futuro sin redención posible.

Hacia este abismo vamos.

La Anécdota

Presume la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, pretensa precandidata presidencial por un partido marcado por las argucias viles del pasado que es presente, por contar con más de dos mil miembros de la Guardia Nacional en sus dominios. No sé si tal sea un reporte o una advertencia para los días cercanos a la encuesta sobre los actores políticos del pasado y el referéndum sobre la revocación de mandato del titular del Ejecutivo federal.

Mientras, por todo el territorio nacional, cunden los espejismos: se fundan nuevos cuarteles para la Guardia, rebosante de indocumentados centroamericanos y de algunos sicarios cedidos por los grandes capos a la causa lópezobradorista, y universidades del “bienestar”, más bien recuperando espacios abandonados por la ausencia de alumnos en zonas despobladas –porque se argumenta que la educación superior debe llegar hasta los marginados, con acento profundamente demagógico-.

Si es esta la 4T –tinieblas, como ya expresé-, quiero bajarme de la ruta infame. Ya sé bien hacia donde pretende dirigirnos el austero señor de Palacio.


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