Desafío: BIDEN Y ANDRÉS

*BIDEN Y ANDRÉS
*CORRESPONDENCIA
Por Rafael Loret de Mola


Por encima de los escépticos y los hermanos del catastrofismo, Joe Biden, ratificado por el Congreso de los Estados Unidos con sus nuevos miembros, asumirá la presidencia del país que se considera el más poderoso del mundo, USA, dentro de trece días. Con ello debe ponerse final al insolente que injurió a los mexicanos para luego ser llamado “respetuoso de nuestra soberanía” por el mandatario mexicano más tuerto de la historia y más incongruente. ¡Se acabó!

Si algo podemos agregar a las constantes equivocaciones de AMLO –la pésima administración de la economía y la tragedia minimizada de la pandemia maldita, entre otras muchas cosas como sus fallidas inversiones monumentales en fase de convertirse en fraudulentas-, su pésimo sentido de la política exterior, con una mala asesoría de su Canciller y hasta hoy presidenciable, Marcelo Ebrard Casaubón, coloca a México, no solo a su gobierno, en un serio predicamento frente al futuro de las relaciones bilaterales entre nuestro país y su soberbio vecino del norte siempre dispuesto a cobrar lo que ellos consideran afrentas sin ver jamás las infringidas a nuestra nación. Recuerden los incidentes de Veracruz cuando por no acceder a rendir culto a la bandera estadounidense, tras un incidente menor con unos marines borrachos, fuimos objeto de una ominosa invasión en los días turbulentos en que se afianzaba la Revolución con un caudal de sangre.

Y, por supuesto, no puede olvidarse la intervención del nefasto alcohólico Henry Lane Wilson, embajador estadounidense ante el gobierno de Madero quien traicionó a éste para colocar a un beodo en la silla presidencial, Victoriano Huerta, a costa de asesinar al presidente legítimo –el primero electo democráticamente- y su vicepresidente José María Pino Suárez. Puede decirse que detrás de todos los acontecimientos desgraciados para México encontramos siempre la mano purulenta de los presidentes norteamericanos… incluso hasta en el 2020 de la pandemia maldita a la que, lo mismo que Andrés Manuel, minimizó hasta su letalidad brutal con simulaciones parecidas: también allí Trump pretendió, como se hace en México, darle un giro electoral a la tragedia al grado de ser protagonista del mal, el Sars-Cov-2, pero fast track. Nunca me la creí como tampoco me creo las prioridades oficiales para imponer vacunas en nuestro territorio conformado por 130 millones de habitantes.

Al asumir su mandato, el próximo 20 de enero, Joe Biden acaso solo recuerde a su vecino de sur por cuanto a las nuevas políticas migratorias que pretende con mayor dureza, si cabe, a la de su nefasto antecesor. No quiere sonar pesimista pero Biden no significa para México un alivio aunque sí lo haya sido la despedida del nefasto anaranjado cuyo destino ahora es tan incierto como el futuro de Andrés Manuel.

Si algo positivo esperamos de 2021 no solo es la rectificación de los objetivos primordiales de un gobierno destazado sino igualmente el retiro voluntario, por enfermedad o incapacidad, del mandatario que podría cnvertirse, al final de su paso por Palacio Nacional, en el primero en ser sometido a juicio ya que, acaso por temor, n se ha atrevido ni se atreverá, al parecer, destinar al cadalso a sus predecesores, desde Salinas hasta Peña pasando por los antiguos iconos de la ultraderecha.

López Obrador se ha traicionado a sí mismo.

La Anécdota

Durante una visita del entonces vicepresidente de USA, Joe Biden, a México todavía bajo el fuelle de Peña y Obama, el huésped pasajero solicitó entrevistarse con “el líder de la oposición”, López Obrador. Por supuesto, el segundo accedió de inmediato y conversó con el ahora presidente –electo por trece días más-, un par de horas.

¿Cómo correspondió AMLO aquel gesto? Negándose a felicitar a Biden tras su victoria y hasta que el Colegio Electoral la ratificó más de treinta días después de los comicios so pretexto de que el proceso ya había terminado y olvidando que a él le llovieron buenaventuras desde la noche misma de su apoteósica victoria presidencial aun cuando no tuviera el reconocimiento oficial. No lo necesitaba.

Ojalá que Biden tenga mala memoria.


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