Desafío: Banco de México

*Banco de México
*Sobre los Peores
Por Rafael Loret de Mola


Agustín Carstens Carstens, segundo que fue del aristócrata español Rodrigo Rato y Figaredo en el Fondo Monetario Internacional (FMI), auguró una baja en el crecimiento nacional –los economistas insisten en que NO se puede hablar de decrecimiento porque es inverosímil en términos de desarrollo aunque exista-, desde noviembre de 2017, acaso como señal de despedida del Banco de México en donde inició sus andares como economista en 1980. Luego pasaría por la secretaría de Hacienda, con el aval de Rato –una verdadera rata-, rompiendo todas las sillas de sus despachos. El pronóstico se convirtió en la peor antítesis del cambio prometido por AMLO.

Más allá de su voluminosa figura –fue el funcionario de mayor peso físico en la ente mundial-, Carstens parecía tener la varita mágica por sus contactos de alto nivel cuando llegó a México con el aval de algunos de los más poderosos socios financieros de México en el mundo; una estrella, nada menos, y tan grande que todos podrían verla. Pese a ello, su trabajo en Hacienda dejó mucho que desear, como el de sus predecesores –ninguno se salva-, en medio de crisis estructurales universales, generadas oficiosamente por Wall Street, y agravadas en nuestro país por la ausencia de alternativas para vadearlas.

De hecho, México fue el último país en salir de la inducida recesión, que comenzó en 2008 dejando secuelas todavía no superadas, causada, entre otros factores, por la gran cantidad de delitos bancarios y la crisis alimentaria mundial, insisto, provocadas desde los Estados Unidos para expandir su dominio sobre las naciones más depauperadas por el gobierno de Washington. Si ya estábamos con graves problemas antes de Trump, con la administración del “pato anaranjado”, marcado entonces como indeseable por el 63 por ciento de los estadounidenses, se cerraron las salidas e inició la asfixia, agravada por la xenofobia del personaje, sobre todo, hacia México. Luego aparecería AMLO con carita de niño regañado en Washington.

Pendientes de los informativos norteamericanos y de los programas de parodia política combinados con la seriedad, no hemos encontrado alguno, ni uno solo, que defienda a Trump con explicaciones razonables sobre sus actuaciones. Y así llega a las vísperas de la elección en USA, el próximo martes 3 de noviembre, con diferentes apuestas la mayor parte de éstas a favor de su adversario Joe Biden, de mayor edad que él y en apariencia tímido e inofensivo.

No hace mucho, Carl Bernstein, quien junto a Bob Woodward destazó a Nixon por el caso “Watergate”, señaló a Trump como un “psicópata” mientras sus compañeros de mesa, incluyendo una artista cómica, le lanzaban diversos epítetos asegurando que no podía sostenerse en el poder quien había dado muestras evidentes de no saber gobernar. Y, cuando menos, agotó ya un cuatrenio.

En México vamos llegando a este extremo en la presente administración más allá del legado del miserable señor Peña todavía impune. Se insiste mucho en que los 30 millones de votos obtenidos por López Orador conforman una sólida mayoría, si bien esto es falso: el Padrón tiene acreditación de noventa millones de compatriotas por lo que los 30 de AMLO son apenas una tercera parte de los mexicanos en edad de votar. Por el momento, media República está ensangrentada y la otra porción vive igualmente días de zozobra interminables.

Octubre no arrojó luces sino más oscuridad.

La Anécdota

Una apretada lista de gobernadores y ex gobernadores que deben ser llamados a proceso:

1.- Graco Ramírez Garrido Abreu, del PRD, quien estuvo al frente de Morelos en donde la ley no la encuentra nadie.

2.- Miguel Ángel Yunes Linares, de Veracruz, panista, quien estuvo empeñado en entregarle “su” trono a uno de sus hijos si bien fracasó en el intento pero no a riesgo de su integridad política. Su sucesor, Cuitláhuac García, de Morena, le tiene tanto miedo que prefiere ya no mencionarlo.

3.- Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, metido en busca de una salvación imposible luego de perder escandalosamente la candidatura presidencial independiente.

4.- Carlos Mendoza Davis, panista y mandatario de Baja California Sur, cuyo mandato, dos años, dio cauce a la desatada violencia en la entidad.

5.- Antonio Echevarría García, hijo de un ex gobernador y de una senadora en activo, panista en la cúspide del nepotismo, quien ha sido incapaz de controlar o suavizar, siquiera, la rebatiña entra los cárteles que rodean al Palacio de Gobierno de Nayarit.

Esto es, curiosamente, tres panistas, un perredista y un supuesto independiente. ¡Caramba! Y yo que creí, como la mayor parte de los mexicanos, que los priistas eran los peores.

Por supuesto faltan otros: el panista Francisco García Cabeza de Vaca, de Tamaulipas; o, para que no digan que protejo al deleznable tricolor, el ex gobernador de Campeche, Alito Moreno Cárdenas, ahora en funciones de presidente del PRI –tiene más adeptos el inolvidable PUP- tratando de exhumarlo desde hace varios meses: no sabe que está más torcido que el aeropuerto de Texcoco pese a la alzada electoral en Coahuila e Hidalgo. Y los que siguen.


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