Desafío: ¿Qué pasa con PEMEX?

  • Cherán, Xochicuautla
  • ¿Qué pasa con PEMEX?
  • ¿Quién es el “Mejor”?

En los foros sobre México organizados en Estados Unidos, la piel de peña queda mancillada por el salpullido de las denuncias públicas, incontables. Pero también se marca una línea, por demás interesante, a favor de mantener la ruta haca Cherán, Michoacán, mismo que forma parte de los ciento trece municipios de Michoacán –las entidades más pobres son las que tienen un mayor número de Ayuntamientos, la mayoría sin recursos-, y cuyos habitantes, en su mayor número de la etnia purépecha, se negaron en 2011 a reconocer las elecciones y exigieron ser tratados de manera autónoma mediante el método de “usos y costumbres” ya muy socorrido en Oaxaca desde hace una década cuando menos.

Así como el brutal caso de Ayotzinapa colocó al mismo en el mapa de la República, por el horror causado en casi todo el mundo, Cherán ha sido visto, y se sigue insistiendo en ello, como un ejemplo de cómo puede vindicarse la política en una nación en donde perduran los viejos vicios del sistema, ahogados por la fusión del presidencialismo y la partidocracia. Lástima que se trate de una población de apenas dieciocho mil 141 personas con peso significativo sólo por la fortaleza de cuantos protestaron y se hicieron escuchar contra la alquimia acostumbrada por las organizaciones manipuladoras. Fue tal la conmoción provocada por aquel acto de dignidad que no pocas asociaciones civiles se sumaron de inmediato a la “lucha” en pos de la “cheranización” de México. Una especie de revolución pacífica para la cual es necesario el valor y la fortaleza de una ciudadanía de convicciones firmes y no desunida por las falacias repetitivas de los iconos y mesías en potencia quienes sólo observan una perspectiva mejor si el “todo México” se reduce a sus espacios a trueque del escarnio de los demás. Esto no puede considerarse, de modo alguno, democrático.

Cherán debe ser observado como un ejemplo… y un ejercicio parcial. A partir de lo sucedido allí, lo mismo que en, nada menos, cuatrocientos dieciocho municipios de Oaxaca de los quinientos setenta con los que cuenta. Por ello me parece sorprendente el auge de la comunidad purépecha en materia política o, mejor dicho, el usufructo de la misma por parte de cierto sector político radical que considera la inutilidad de celebrar elecciones en un país en donde los controles comiciales están íntimamente relacionados con el poder central. El caso del presidente consejero del IDE, Lorenzo Córdova Vianello, es suficientemente significativo; xenófobo, racista y cuadrado para favorecer al partido de la Presidencia aunque esté en vías de sufrir una severa derrota en 2018. Otra cosa sería reafirmar que formamos parte de una comunidad nacional masoquista.

Ese racismo, arraigado en muchos de quienes forman gabinete bajo la férula del señor peña nieto, condujo a la audaz decisión –cuando menos frenada en pocas horas- de pasar por encima de la tierra sagrada de los otomíes en Xochicuautla, Estado de México, con apoyo de agentes estatales y miembros del ejército agazapados, para construir una carretera bajo los auspicios de una filial del Grupo Higa. ¿No se han cansado de robar los concesionarios y los señores de Los Pinos? Desde luego, a estas alturas, Angélica Rivera Hurtado, ha resultado la actriz mexicana mejor pagada de la historia; menos mal que su “look” internacional impresionan a los asiáticos y europeos quienes quieren quedarse con ella; sobre todo los primeros. ¡Vaya penetración las de las telenovelas de Televisa! (Recuerdo que durante el salinato, una importante comisión japonesa visitó México y el jefe de la misma se empeñó en conocer a “Yesenia”, el “culebrón” de moda –como le llaman en la España monárquica que ve con gusto las expresiones de la aristocracia-; se trataron de hacer los arreglos pero el susodicho hijo del sol naciente frenó sus ímpetus cuando fue informado que se trataba “de la novia del presidente”, en este caso carlos salinas, y ya no insistieron más).

Pues bien, el racismo es indisimulado en estos días de oprobio. El gobierno veracruzano, cuyo titular es Javier Duarte de Ochoa –presunto habitante de la cárcel; si no es así corre el riesgo de que el pueblo tome la justicia en sus manos-, protegió a los cuatro “porkys” que violaron a una joven y se hicieron los desinteresados hasta salir del país. Sus nombres son para que nadie olvide: Enrique Capitaine, Jorge Cotaita y Diego Cruz Alonso –con órdenes de búsqueda y aprehensión-, además de Gerardo Rodríguez Acosta quien es observado sólo como “testigo”; ojalá volviéramos a las leyes rudimentarias: “tanto peca el que mata a la vaca como aquel que le amarra la pata”.

Los tales sujetos, hijos de empresarios prósperos –uno de ellos, Capitaine, es junior de un conocido político que creció desde la gestión del gobernador Don Agustín Acosta Lagunes-, ni siquiera recibieron la reprimenda sino la protección de sus padres luego del “incidente” que cambió la vida de una chica, Daphne Fernández, valiente de verdad, quien sigue dando la cara para reclamar justicia aunque sabe de la protección oficial hacia sus agresores. En una entidad en donde la ley es la del troglodita sólo cabe esperar la acción del Congreso de la Unión para desaparecer los poderes; no importa que le falte poco al gobierno de Duarte de Ochoa porque el estigma sería una de las sanciones para evitar la recurrencia que ya se está dando en otras entidades. Pero en México la justicia está sentada fuera de las Cortes.

La xenofobia, por desgracia, se aplica en nuestro país al revés: no es fobia contra los extranjeros, ni siquiera los felones y ambiciosos expertos en el saqueo, sino protección a éstos a cambio de desplazar a los mexicanos a quienes se infama con adjetivos como los lanzados a nuestro rostro por el miserable, execrable, “pato” Donald Trump. Los epítetos del precandidato estadounidense tienen su asiento, por desgracia, no en las supuestas faltas de nuestros compatriotas mal tratados en los Estados Unidos sino en las habladurías de cuantos explotan a nuestros compatriotas dentro del suelo patrio.

Por ello, claro, a un ejecutivo extranjero, de cualquier compañía, se le paga mucho más que a sus colegas nacionales y lo mismo en todos los renglones de productividad. Esto es: al revés de lo que sucedería en el exterior donde se protege a los compatriotas y se frena a los extranjeros sólo por sus semblantes. Así, por ejemplo, en la España de nuestros días y lo digo por experiencia propia: ganarse un euro allá equivale a los millones de dólares que sacan de aquí los hispanos con sus seseos exagerados; en la industria editorial es en donde más se puede apreciar el fenómeno con sucursales de las casas, catalanas y españolas –ya debe marcarse la diferencia-, llenándonos de la basura literaria de allá a costa de evitar publicar las obras de los jóvenes valores de aquí. Es inadmisible y lo reitero.

La aristocracia crece y se cubre las espaldas entre sí. Angélica, “La Gaviota”, no está en Los Pinos sólo por el impulso de Televisa o por su presencia impactante –sobre todo fuera del país; aquí pasó de ser una actriz popular y querida a protagonizar el papel de la bruja de la película-, sino por ser sobrina de miguel de la madrid. De allí su segundo apellido apellido, Hurtado, que comparte con el extinto ex presidente en plena tómbola de patronímicos entrecruzados entre quienes ocupan perentoriamente la casa presidencial y entran, de lleno, al glamour de la única corte sin títulos nobiliarios aparentes pero con status de sobra conocidos. A Alberto Baillères, por ejemplo, ya lo honraron con la medalla Belisario Domínguez, devaluándose ésta. Seguramente sigue el criminal Germán Larrea Mota-Velasco, el empresario genocida de mineros.

El choque ya es tremendo y no se percibe en las alturas políticas en donde se han extraviado las banderas sociales con las cuales el priorato –del PRI, se entiende-, pretendía justificarse un poco. Y todo ello va en detrimento terrible de la viabilidad de México como nación… en los umbrales del “estado fallido”, obcecadamente buscado por nuestros malquerientes y los traidores a su servicio.

Debate
Los economistas más avezados –aunque siempre con truculencias justificantes-, no pueden entender que una paraestatal pujante, que generó reservas entre enero de 1994 y diciembre de 2015 –en casi doce años-, por 270 mil 11 millones de dólares –superiores a las divisas del Banco de México, por cierto-, haya pasado en unos cuantos meses a la casi bancarrota con un pasivo, este año, de tres billones 24 millones de dólares. No cuadra por ninguna parte.

En esta perspectiva absurda, contraria a la bonanza de los años petroleros intensos –con todo y su sindicato corrupto-, el gobierno federal estimó conveniente darle un respiro a la industria petrolera por 73 mil quinientos millones de PESOS. Subrayo que en nuestra moneda para no confundir lo adeudos en dólares. Con ello se alega habrá de reducirse “sustancialmente” la deuda de la empresa. Repasen los números y observen la incomprensible correlación que sólo demuestra el feroz nivel de la demagogia en curso.

Todo ello significa que se le da a Pemex una manita de gato, como cuando se pinta la carrocería del automóvil en venta para intentar mejorar el precio de venta, en pleno desmantelamiento y con las ofertas de peña nieto en pie. Por eso viaja tanto, además por disfrutar su flamante avión, en medio de un caos político y económico sin precedente. La ambición de los peñistas no tiene límites y, por desgracia, no parece reversible. Así de sencillo.

De esta manera el pretendido “tanque de oxígeno” no es sino una pantalla para asear la cara del patrimonio petrolero en venta con el mayor cinismo imaginable. Y como la mayor parte de la opinión pública no sabe de números ni de estrategias cupulares –no copulares aunque las hay también-, nos dejamos llevar por lo que suele definirse como “hechos consumados”. Uno de los espejos más dolorosos de la actualidad mexicana a causa de un gobierno de improvisados políticos con manos demasiado largas.

Queda poco por decir.

La Anécdota
Muchos han señalado a los peores mandatarios de nuestro país; de hecho, temo mucho que cada uno supera sus predecesores hasta ocho sexenios continuados, ominosos y paralizantes. Y, claro, no faltan quien me preguntan cuál se salva perdonándoles, para no influenciarlos, las minúsculas:

  1. Gustavo Díaz Ordaz, señor de Tlatelolco.
  2. Luis Echeverría Álvarez, con 94 años y la cauda del Jueves de Corpus de 1971.
  3. José López Portillo a quien se sigue señalando como mujeriego infamado por sus costosas “musas”.
  4. Carlos Salinas de Gortari, para muchos el rey de las mafias.
  5. Ernesto Zedillo Ponce de León, quien pasó por la sangre política derramada.
  6. Vicente Fox Quesada, el del cambio que nunca se vio.
  7. Felipe Calderón, el usurpador que llevó a una guerra inútil con costo de cien mil muertos.
  8. Enrique Peña Nieto, el más corrupto mandatario de la historia.

Se los dejo de tarea.

Dicen que la esperanza no debe perderse; pero, a nuestro parecer,
se diluirá sin remedio si los comicios de este 2016 tuercen la voluntad popular.
El rencor ha crecido tanto que una gota más puede derramar el vaso.
Es una llamada todavía a tiempo.

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