No será de la noche a la mañana

La percepción de por encima del 90 por ciento de los padres con respecto al sobrepeso o el tamaño que tienen sus hijos a los seis meses de edad, puede ser no solo sorprendente e inquietante a la vez en donde consideran que tienen el peso adecuado y totalmente saludable.

La obesidad infantil es un problema que se está incrementando de manera preocupante porque ya representa un problema en la salud social en donde éste tema ya forma parte integral dentro de las agendas de gobierno no solo en nuestro país, sino en diferentes naciones. Ha quedado demostrado que aquellos quienes han sufrido de obesidad infantil continúan de esta manera durante su crecimiento y representando un alto riesgo para la salud.

La creencia de que un niño gordito, cachetón y rosado es sinónimo de salud, ha contribuido a que la obesidad sea un problema de salud pública en el país, el mejor ejemplo de ellos son los niños con sobrepeso quienes desarrollan ahora enfermedades que se presentaban sólo en la etapa adulta.

En México como en el resto del mundo la obesidad se ha convertido en un problema de salud dentro de las agendas políticas. El tener unos kilitos de más no se limita sólo al aspecto físico, sino que va acompañada de enfermedades que tarde o temprano afectan a cualquiera que la presente.

Quizá el problema se ha enfocado más en los jóvenes y adultos, pero son los niños obesos quienes enfrentan ahora como el desarrollo de ciertas enfermedades avanzan a tal grado que el nivel es equiparable a las de un adulto.

Mientras a un niño no se le enseñe alimentarse de manera correcta se convertirá en un adulto obeso, que a su vez a sus hijos inculcará los mismos hábitos alimenticios, lo que genera una cadena que muchas veces no tiene fin.

Sin embargo, también es cierto que es en donde se puede cortar esa cadena, a diferencia de los adultos donde es más difícil cambiar un hábito los menores no se resisten tanto al cambio.

Por ello es importante no solo cuidar su alimentación en casa, sino también fuera de ella y uno de los lugares que mejor podrá coopera con ello son las escuelas.

En ellas no sólo se educan, aprenden a socializar y pasan gran parte del día, son también la primera oportunidad que tienen de acceder a una serie de productos alimenticios o no, sin tener la férrea vigilancia de sus padres.

Debido a ello es importante que en las escuelas se les inculque a los menores las bases de una buena alimentación, no sólo en teoría, sino también en práctica y dejar atrás los alimentos “chatarra” que en la mayoría se venden, aunque por órdenes de la SEP, sus proporciones son más chicas, pero no dejan de ser alto de en carbohidratos.

El cambio no se dará de la noche a mañana, ni de un día para otro, pero mientras más se retrase, la población afectada por la obesidad seguirá en aumento hasta que por fin se tomen acciones concretas.

En el país existe todavía una falsa creencia en donde los padres de familia se empeñan en asociar la gordura de los hijos con un estado de salud plena, con la cual es todavía muy difícil hacer las detecciones y concientizarlos que en realidad hay un problema y pueden generar otros a largo plazo.

Dentro de esa falta de cultura y educación de buenos hábitos alimenticios el error más común es darles dinero para que compren algo en la cafetería en el recreo. Quince o veinte pesos diarios en las manos de un adulto no tiene gran valor, en cambio para un niño abre todo un abanico de posibilidades de lo que cada día pude comprar en la escuela.

Toda una gama de productos queda a disposición de todo aquel que tenga un peso en el bolsillo, desde las sopas instantáneas con salsa valentina y limón, hasta las tradicionales papitas y chicharrones, dulces, chicles y demás están a su alcance.

En las escuelas primarias las cooperativas escolares o estanquillos son los lugares donde se venden los alimentos, son administrados por los padres de familia que participan en las asociaciones y son quienes deciden los productos que se manejan a la venta.

En las secundarias las cafeterías están dentro de los planteles educativos, en su mayoría se encuentran concesionados a particulares y entregan una comisión para beneficio del plantel educativo; pero son los particulares quienes a su libre decisión los productos que se venden a los jóvenes.

También existe un fenómeno dentro de algunas instituciones educativas tanto de gobierno como privadas, en donde a la prohibición de ciertos alimentos dentro de las cafeterías, son los mismos alumnos quienes se han dedicado a vender entre sus compañeros gorditas ingresan a las escuelas en pequeñas y portátiles hieleras flexibles tendiendo una gran demanda estas ventas hasta el grado de que hacen sus pedidos desde un día antes.

Tampoco han faltado aquellas ventas de gorditas y burritos de harina de personas que se acercan en los alrededores de las escuelas aprovechando los horarios de receso para hacer sus vendimias entre las rejas de los perímetros de las diferentes instituciones educativas y sin que los vigilantes o custodios educativos digan algo.

Lo mismo sucede con aquellos negocios o comerciantes del sector restauranteros que están cercando a los sectores educativos quienes reparten publicidad de comida para que hagan sus pedidos a domicilio, es decir, llevan pedidos de comida chatarra o considerado de alto nivel de carbohidrato hasta las escuelas y con eso de que el 90 por cientos de los estudiantes cuentan con teléfonos celulares la negociación se hace más fácil y aquellos que no tienen celulares hacen sus pedidos con sus compañeros que tienen.

Mientras no se cambien los malos hábitos alimenticios desde muy temprana edad, seguiremos en México siendo un país donde los gordos son mayoría y los programas de prevención en la salud no tendrán el alcance que se pretende.

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