Guillermo Robles

Caí por creído y por pen….

Por Guillermo Robles Ramírez

A través de los años, los humanos cometemos errores y aciertos y lo digo sin excepción, siendo lo peor que no aprendemos quienes hemos reincidido en las malas una y otra vez, contándome entre éstos.

En días recientes, estando tomando café en compañía de mi esposa en el restaurante Vips, en Saltillo, entre las 8 y 8:30 de la noche, llegó a un sujeto sesentón de aspecto campirano, pero con bastante fluidez y agilidad para hablar.

Hasta mi mesa se apersonó acompañado de una mujer, al parecer su esposa; aunque algo joven para quien acompañaba, y me mostró una receta médica y me soltó la “humanitaria” versión de que su señor padre lo tenía internado en el Hospital General de la ciudad capital coahuilense y que el médico que lo atendía le urgió surtiera el medicamento.  Eran algo así como alrededor de cuatro medicamentos que en manuscrito llevaba en una receta que no recuerdo si era de algún facultativo o del mismo Hospital General, pues no tuve el cuidado de observarlo.

La supuesta receta que me mostró, ya la había llevado a otras mesas, y sinceramente no me di cuenta si se le dio o no dinero, dizque para surtirla.

Por unos instantes leí el nombre de los medicamentos anotados y le dije, esta medicina es muy cara y es para controlar el cáncer de próstata y el “vivo y audaz” sujeto me respondió afirmativamente.

Tomé 20 pesos de mi bolsillo y se los entregué, pues su cara de angustia y preocupación me convenció y seguí con la charla con mi esposa.

Pedí la cuenta y me dirigí a la caja donde ya estaba el mañoso individuo con un paquete de tres DVD en las manos que había tomado del stand que tiene el restaurante a su entrada y preguntó a la cajera si la música era de Cornelio Reyna, contestándole que sí.

Aún más, agregó “¿está buena la música de Cornelio?”. Se le respondió que a mucha gente le agradaba como cantaba.

Preguntó el costo y la cajera le dijo eran 99 pesos, y ni tardó ni perezoso sacó un billete de $20 o sea, el “mío”, otro de $50 y un puñado de monedas de distintas fracciones, que ayudado por la cajera a contarlas completó los 99 pesos y se retiró, con su esposa o hija, contento y feliz, más ignoro si fue por el engaño que hizo a los incautos que caímos esa noche en el restaurante Vips o porque regresaría a su casa para escuchar a Cornelio Reyna, olvidando que su “papá” estaba según él, esperando las medicinas pretexto y engaño principal para “sablazo” a los tarugos, como su servidor, que andamos de condolidos y de “Martha la piadosa”.

Me quedé no solo sorprendido, sino más que “encabritado” y le dije a la empleada, “…mire nomas hasta donde llegan algunas personas, engañar que tienen un pariente enfermo para pedir dinero y venir a comprar un DVD.

La cajera me respondió que cuando el sujeto llegó al restaurante, le dijo que iba a cenar, más ya no se dio cuenta que andaba de mesa en mesa pidiendo para su “papá hospitalizado”.

Un tanto incomoda añadió que ellos, refiriéndose a los restaurantes Vips, no permiten entrada a personas a pedir una ayuda o dinero, y que la verdad el individuo se comportó muy natural cuando llegó al negocio y entró diciendo con mucha firmeza que venía a cenar, por lo que la cajera no le impidió el paso, pese a la vestimenta humilde del “vivales”, pues no puede llamársele de otra manera.

Ni más pobre ni más rico, lo digo por la estafa de que fui objeto, pues 20 pesos no son una gran cantidad, lo que sí es una gran chinga……., y también  es el grado de astucia e ingenio de ciertos individuos para vivir de ingenuos y tontos como este columnista que aunque ya poco sigue creyendo en ayuda al prójimo, por culpa del sinvergüenza que me toco, pues bien dice el proverbio popular “la burra no arisca, sino la hicieron a palos”.

A fin de cuentas, caí redondito y ni modo; mi amarga experiencia la comparto, aunque lo sucedido desaliente a otros ciudadanos su convicción de ayudar al prójimo como parte del espíritu humanista que pueda haber en estos tiempos, no por lo difícil económicamente, sino por las personas que abusan de la bondad de quienes aún siguen creyendo en con su ayuda remediar parte de la desgracia de esos supuestos “necesitados”. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

Deja un comentario