Atrapadas en el olvido

Por Guillermo Robles Ramírez

Uno de los presidentes de México que más inversión destino al rubro de las comunicaciones terrestres sin menor duda fue el expresidente Carlos Salinas de Gortari; en sus dos últimos años en donde las redes de comunicación comercial eran muy necesarias para la apertura a la internacionalización comercial con el Tratado de Libre Comercio.

En aquella época, el incremento de las autopistas dejó no solamente al transporte comercial un beneficio, sino también para todo aquel ciudadano y turistas extranjeros, unas vías seguras, pero también se le dio mucho mantenimiento a aquellas carreteras federales de toda la república. Realmente era un placer viajar en ellas porque estaban tan lisas como pétalos de rosas que parecía, que los vehículos volaban.

Pero aquellos buenos tiempos para los viajeros y turistas se fueron esfumando con el trascurrir de los años quedando en el olvido las comunicaciones terrestres en todo el país y dejados al olvido hasta para las autoridades estatales en no exigirles a las empresas privadas que están encargadas de las autopistas y en el caso de las carreteras federales no tienen jurisdicción sobre ellas.

Por mencionar simplemente una de las más concurridas en Coahuila es la de Saltillo–Torreón; y verdaderamente, desde que uno sale, es el colgarse todos los santos, amuletos y bendiciones familiares para librar todo aquel obstáculo que se presenta en el camino. No importa si se trata de la autopista o por la libre, es decir, la federal, pero ambas están llenas de peligro por falta de mantenimiento que una vez llegando a su destino. Todos besamos el piso al bajarnos de los vehículos,  así como le hizo Juan Pablo II en su primera visita a México.

En el caso de la carretera federal o libre de cuota, el principal inconveniente son los famosos reductores de velocidad, conocidos como “lavaderos”, que su función es precisamente el de moderar la aceleración a la entrada de un poblado o ejido; porque por lo general esas comunidades los divide la carretera, siendo muy perceptible que de un lado se encuentra una escuela, y del otro extremo  la iglesia y en muchos de ellos hay vendedores exactamente parados en los topes o bordos ofreciendo productos diversos que hacen  los mismos pobladores, como la venta de naranjas, melones, sandias, miel, pay de queso, o las famosas campechanas.

No son malos los reductores de velocidad y cualquier medida que se instrumente para la seguridad de aquellas comunidades, pero a los que están dejando en una situación de inseguridad son para todos aquellos conductores; sobre todo los vehículos de tipo sedán, porque los lavaderos en lugar de reductores de velocidad parecen paredes por su extremada altura, y sin ningún anuncio previo de dónde se encuentran localizados; de igual manera se encuentran los topes que ni pintura tienen indicando su localización.

Aparte de que a la falta de señalización adecuada en los tramos donde están haciendo recarpeteo pone en peligro a los conductores, porque hay que tener muy buenos reflejos y frenos para poder maniobrar ante estos obstáculos inesperados, que durante la noche incrementan más su riesgo. Para quienes logran esquivar con éxito estas trampas, pues no se salva de tener que comprar llantas nuevas o mínimo tener que reparar los rines golpeados.

Muchos pensarán que la “autopista”, es la opción óptima para poder viajar, pero también tiene sus detalles, ya que no se le da mantenimiento a la carpeta asfáltica, teniendo tramos donde ya está levantada la misma, ocasionando baches que pueden sacudir tu automóvil, los que mejor se pueden librar de éste tipo de percances son las camionetas, y camiones que debido a su tamaño no se siente tanto. Su falta de mantenimiento sobre la carpeta asfáltica en la autopista ha llegado a tal grado que la mayor parte de su tramo se encuentra muy pronunciado el surco ancho creando canaletas de la misma trayectoria de las ruedas de vehículos pesados, siendo este un indicativo de una deformación debido a la falta de calidad y compactación, representando un peligro para los conductores cada vez que cambian de carril y sobre todo la acumulación de agua como otro factor de riesgo.

La famosa cuatro, dos cuatro, resulta muy caro que no se justifica el cobro de sus casetas, pues ni mantenimiento se le da al asfáltico, como tampoco limpieza de escombros de pedazos de neumáticos, que son peligrosísimos si una de estas se enreda en las llantas. Ni siquiera cumple el concepto de autopista que se caracteriza  por el desplazamiento de vehículos a una velocidad rápida acortando tiempos sin necesidad de pasar por poblados, limitando y reduciendo la posibilidad de accidentes, y en la cuatro dos cuatro ni siquiera cuenta con el acotamiento de emergencia necesario para evitar algún percance, sino se ve obligado uno a tener que invadir el carril de paso aumentando aún más su índice de peligrosidad.

Mientras que la Secretaría de Comunicación y Transporte, ya sean estatales o federales, siga supervisando detrás de un escritorio las carreteras y autopistas de la entidad, la situación de los viajeros peligran. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023).www.intersip.org

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